Las desigualdades socioeconómicas, junto con el cambio climático, representan uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. A pesar del aumento de la riqueza mundial, las brechas de ingresos se han ampliado en la mayoría de los países, con un incremento promedio del 11% en los países en desarrollo entre 1990 y 2010, según el PNUD. Este fenómeno no solo afecta la reducción de la pobreza y el crecimiento económico, sino que también impacta negativamente en dimensiones esenciales como la salud, la cohesión social y la estabilidad política.

Dada su complejidad y múltiples causas, las desigualdades requieren ser documentadas, medidas y analizadas desde diferentes perspectivas. Sin embargo, las dificultades metodológicas para abordar su multidimensionalidad y efectos interrelacionados complican el análisis. A pesar de estos retos, las desigualdades han ganado relevancia en la agenda internacional, siendo el eje del Objetivo de Desarrollo Sostenible 10, que busca reducirlas tanto dentro como entre los países.

En este contexto, la reducción de las desigualdades internas es un enfoque novedoso que exige diseñar y aplicar políticas para mejorar los ingresos de los grupos más desfavorecidos, promover su empoderamiento e inclusión y garantizar igualdad de oportunidades. Estas acciones buscan avanzar hacia una sociedad más equitativa, donde las políticas públicas estén orientadas a alcanzar una mayor igualdad social y económica.

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