La «Tragedia de los comunes» de Hardin (1968) ha dominado la interpretación de los bienes comunes en nuestras sociedades, procurando concebirlos como esos «bienes de libre acceso». Sin embargo, las experiencias en nuestros territorios dan cuenta de otro tipo de relaciones alejadas de esta visión.
Al mirar nuestras trayectorias y relaciones, lejos de reconocerse como espacios de «libre acceso», nuestros bienes comunes se perciben y piensan como experiencias colectivas en donde las personas y los diversos procesos organizativos en que participan construyen relaciones que permiten tejer las redes de la vida material y simbólica que sustenta estos bienes presentes en su territorio, y las sentimos a través de ideas, recuerdos, afectos y prácticas.
Esto nos presenta un desafío ¿Cómo nos organizamos?
Les invitamos a leer y compartir nuestro Cuaderno de Estudio.