Costa Rica se acerca al ciclo electoral de 2026 en un momento en que el territorio —sus aguas, bosques, cuencas y comunidades— se ha convertido en el verdadero termómetro de la democracia. En este nuevo Documento de Trabajo del Observatorio de Bienes Comunes, “Democracia, territorio y bienes comunes en clave Mononoke”, se propone una lectura socioambiental del país inspirada en la película La Princesa Mononoke, no como metáfora decorativa, sino como lente crítica para entender un conflicto que ya habitamos.
Cuando las elecciones pasan por el bosque
El documento parte de una afirmación contundente: hablar de democracia sin hablar de territorio es quedarse a mitad del cuento. Las disputas por el agua, el avance del turismo intensivo sobre humedales, la urbanización acelerada y la captura criminal de espacios estratégicos están redefiniendo quién decide y quién queda al margen.
Como en Mononoke, distintos actores ven el bosque —o el territorio— desde intereses contrapuestos: Estado tecnocrático, élites económicas, crimen organizado y comunidades que sostienen la vida cotidiana frente al deterioro institucional.
El agua: la herida que cambia todo
Una de las claves del documento es el lugar central del agua. Se la aborda no como «recurso», sino como ciclo vivo que sostiene culturas, economías y ecosistemas enteros. Herir el agua es herir el territorio completo.
Por eso, el texto propone una lectura que desplaza el lenguaje tecnocrático (“eficiencia”, “gestión”, “recurso”) y lo reemplaza por preguntas más profundas sobre límites ecológicos, justicia y redistribución del poder.
Monitoreo comunitario: criterio de verdad territorial
El análisis destaca un actor que suele quedar fuera del debate electoral: las comunidades que vigilan, documentan y alertan antes de que el Estado llegue —o a veces, pese a que nunca llegue—.
El documento muestra cómo este conocimiento situado:
-anticipa conflictos,
-expone el vacío institucional,
-confronta narrativas oficialistas,
y democratiza la vigilancia ambiental.
En tiempos electorales, estos datos no son insumos técnicos: son brújulas políticas.
Lo que dicen (y callan) los planes de gobierno
A partir de la matriz socioambiental construida en el proceso formativo, se identifican dos horizontes en disputa:
1. El modelo dominante (la “Ciudad de Hierro”):
-Ambiente como trámite técnico.
-Agua como recurso.
-Participación simbólica.
-Ausencia de conflictos territoriales.
2. El modelo alternativo:
-Bienes comunes como eje.
-Agua como ciclo.
-Gobernanza vinculante.
-Reconocimiento de defensoras.
-Justicia ambiental y restauración.
Esta distinción permite leer las propuestas no por sus promesas, sino por el tipo de país que configuran.
Los desafíos que siguen
El documento cierra con una serie de retos para el movimiento ecologista y los territorios: politizar el agua, disputar narrativas, fortalecer la protección de defensoras, usar monitoreo comunitario como contrapeso a los discursos electorales y reconocer que el territorio es un conflicto político, no un expediente.
La pregunta Mononoke para Costa Rica
Al final, todo se reduce a una pregunta que atraviesa la película y nuestro momento histórico:
¿Qué mundo queremos sostener cuando las presiones sobre la vida se vuelvan insostenibles?
El Observatorio propone una respuesta tan sencilla como exigente:
La democracia se mide en cuánta vida protege, no en cuántos trámites resuelve.
