El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) ha insistido en que el futuro de la humanidad depende de la capacidad de resistir y recomenzar desde lo colectivo. Durante el 2025, los zapatistas han lanzado una invitación a reflexionar sobre la tormenta y el día después, desplegando una reflexión radical que parte de una hipótesis inquietante: ¿qué pasa cuando el mundo tal como lo conocemos —con sus instituciones, tecnologías y certezas— se derrumba?
La tormenta como diagnóstico del presente
La “tormenta” no es una catástrofe imaginaria del futuro, sino la condensación de múltiples crisis actuales: cambio climático, violencia patriarcal, racismo estructural, destrucción de territorios, guerras y despojo. El EZLN la nombra como algo que ya se vive en carne propia, especialmente en los pueblos originarios que enfrentan la devastación desde hace siglos.
El planteamiento zapatista subraya que lo que se presenta como “excepcional” para el Norte Global —huracanes, pandemias, guerras, colapsos financieros— no es sino la normalidad para quienes siempre han habitado en los márgenes. Así, la tormenta es la intensificación de un sistema que, al crecer, devora todo lo que encuentra a su paso.
El riesgo del día después: repetir el mismo mundo
Pero el núcleo de la reflexión zapatista no es sólo la denuncia de la tormenta, sino la advertencia sobre el “día después”. Una vez colapsado el sistema, el peligro es que las personas intenten reconstruir sobre las mismas bases: Estado centralizado, propiedad privada, jerarquías patriarcales y raciales, explotación del trabajo y de la naturaleza.

El EZLN recuerda que esa ha sido la lógica de muchos procesos históricos: movimientos que nacieron para resistir un poder acaban reproduciendo sus mismos vicios. Por eso la reconstrucción no puede ser una “continuidad con cambios”, sino un recomenzar desde otros principios.
El bien común como horizonte
Frente a esa encrucijada, el zapatismo coloca el bien común como eje. No lo entiende como una consigna abstracta ni como el patrimonio regulado por el Estado, sino como la práctica concreta de la asamblea comunitaria.
En esa asamblea, cada persona ofrece sus saberes: cultivar, curar, construir, enseñar, reparar, imaginar. El valor de alguien no se mide por títulos ni por acumulación de riqueza, sino por lo que aporta a la vida colectiva. La organización se orienta a garantizar lo esencial: comida, salud, educación, techo, respeto. El bien común es, en ese sentido, una ética de lo necesario compartido.
Imaginación política: otros mundos posibles
El zapatismo insiste en la necesidad de la imaginación. No se trata de reconstruir el edificio que se derrumbó, sino de crear otros mundos. Sus reflexiones están plagadas de escenas en las que la danza, la música, el dibujo, el teatro o la narración aparecen como semillas de comunidad. El arte no es lujo, sino modo de sostener la esperanza y la memoria en medio de la tormenta.
Del mismo modo, la ciencia aparece no como aparato de prestigio académico, sino como saber aplicado al servicio de la vida. Así, los colectivos de “ciencia aplicada” intentan encontrar soluciones concretas: energía para un quirófano, dispositivos para mejorar la salud, tecnologías comunitarias. El mensaje es claro: la ciencia y el arte, para ser parte del día después, deben despojarse de privilegios y ponerse al servicio de la vida común.
Los desafíos del recomenzar
El día después, advierte el EZLN, no será idílico. Implica tensiones, contradicciones y la posibilidad de repetir errores. La tentación de volver a jerarquías patriarcales, a divisiones raciales, a la lógica del dinero y la paga está siempre presente. Por eso, recomenzar no es un acto único, sino un proceso de vigilancia crítica y de creación permanente.
La clave está en que el bien común no sea sólo discurso, sino práctica cotidiana: decidir en común, compartir tareas, evitar la concentración de poder, reconocer y respetar las diferencias. El “día después” es, en última instancia, el espacio donde se juega la posibilidad de que un mundo nuevo no sea copia degradada del viejo.
Una invitación
El pensamiento zapatista sobre la tormenta y el día después es, al mismo tiempo, un diagnóstico y una invitación. Diagnóstico, porque muestra que la tormenta ya está aquí y que la destrucción avanza. Invitación, porque llama a imaginar y construir colectivamente el día después sin repetir las cadenas de opresión.
El bien común, entendido como práctica concreta de vida en común, es el horizonte. La tormenta no es el final, sino la oportunidad de recomenzar. La pregunta que queda abierta es si tendremos la audacia y la humildad para hacerlo.
El bien común en clave zapatista
Las reflexiones del EZLN sobre la tormenta y el día después están atravesadas por una idea central: el bien común como práctica viva. A diferencia de las concepciones tradicionales que lo reducen a la gestión estatal de servicios públicos o a un principio jurídico abstracto, en el zapatismo el bien común se experimenta en lo cotidiano, en la organización comunitaria y en la autonomía de los pueblos.
En sus cartas, el EZLN subraya que la asamblea es el espacio donde el bien común se hace realidad. Allí, cada persona comparte sus capacidades —desde el arte y la ciencia hasta los oficios más sencillos— con el fin de sostener la vida colectiva. El bien común no está en manos de una autoridad central, sino en el compromiso de cada quien con la comunidad. No se mide en utilidades ni en indicadores económicos, sino en la posibilidad de que todas y todos vivan con dignidad.
Otro rasgo distintivo es que el bien común, para el zapatismo, no excluye a nadie. Se funda en la diversidad y en el reconocimiento de las diferencias, sean de género, generación, etnia o saber. De ahí que las mujeres, las infancias y los pueblos originarios tengan un lugar protagónico en la defensa de la vida. El bien común se nutre de la pluralidad, y no de la homogeneidad.
Asimismo, el EZLN plantea que el bien común debe defenderse de dos grandes amenazas: la mercantilización y el poder jerárquico. La primera convierte la tierra, el agua, la cultura o el conocimiento en mercancías. La segunda concentra decisiones en pocas manos, anulando la participación comunitaria. Frente a ello, la apuesta zapatista es clara: lo común se cuida colectivamente, con responsabilidades compartidas y con mecanismos que impidan la acumulación y la dominación.
En este horizonte, el bien común es inseparable de la autonomía. No se trata sólo de administrar recursos, sino de generar formas de vida donde la comunidad pueda decidir qué producir, cómo educar, cómo sanar y cómo gobernarse. En esa autonomía se juega la capacidad de resistir a la tormenta y de preparar el día después.

Mirar hacia los pueblos en movimiento
Volver la mirada a las reflexiones de los pueblos en movimiento, como lo hace el EZLN, es reconocer que en sus prácticas y pensamientos de resistencia y liberación se tejen claves que siguen vigentes frente a la crisis actual. Su apuesta por la vida colectiva, la autonomía y el bien común no es sólo una experiencia local de Chiapas, sino un espejo que permite repensar los desafíos de toda Nuestra América.
En un contexto donde los bienes comunes están amenazados por la expansión extractiva, la privatización y la violencia, la palabra zapatista abre un horizonte de esperanza y crítica. Nos recuerda que la defensa del agua, de la tierra, de los saberes, de los cuerpos y de las memorias no puede desligarse de la lucha por formas de organización más justas, horizontales y plurales.
La práctica zapatista demuestra que el bien común no es un ideal distante, sino una realidad que se construye cada día en la asamblea, en la comunidad y en la autonomía. Esa experiencia concreta enriquece las nociones de los bienes comunes desde una clave latinoamericana y caribeña, donde los pueblos enfrentan tormentas semejantes y buscan también recomenzar sin repetir las cadenas del pasado.
En este cruce de caminos, mirar hacia el EZLN es recordar que hay resistencias vivas que iluminan la posibilidad de otros mundos. Mundos donde la dignidad, la memoria y la vida en común se convierten en los verdaderos fundamentos del día después.
Si quieres profundizar en las reflexiones del EZLN y explorar más sobre su pensamiento y prácticas en torno al bien común, la autonomía y la vida colectiva, puedes visitar sus notas y comunicados oficiales en: https://enlacezapatista.ezln.org.mx/
¡Descarga nuestra infografía y descubre cómo los pueblos en movimiento, como el EZLN, nos enseñan a entender y defender los bienes comunes en la vida cotidiana! Una mirada clara y visual que te invita a reflexionar sobre autonomía, comunidad y otros mundos posibles.
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