Vecinos del Caribe Sur, en la localidad de Manzanillo, en las cercanías del Supermercado Las Veraneras, han alertado sobre un alarmante caso de envenenamiento de animales silvestres. En los últimos días, se han encontrado varios mapaches muertos en la zona, presuntamente tras consumir alimentos contaminados. Lo más preocupante es que zopilotes, al alimentarse de los restos, también están apareciendo sin vida, evidenciando un efecto en cadena devastador.
Las personas vecinas llamaron al 911 para reportar la situación, pero se les indicó que esto no constituía una emergencia y no se quiso actuar.
Este tipo de envenenamiento no solo es una grave violación a la vida silvestre, sino que altera profundamente los ecosistemas locales. Los mapaches y zopilotes cumplen funciones clave: los primeros como dispersores de semillas y los segundos como carroñeros que ayudan a evitar la propagación de enfermedades. Al morir, estas especies interrumpen la dinámica natural de control biológico y reciclaje de materia orgánica.
Además, el veneno puede llegar a otros niveles de la cadena alimentaria, afectando a depredadores o animales domésticos que entren en contacto con los cuerpos contaminados. La pérdida de estos animales puede generar desequilibrios ecológicos que se traducen en mayores plagas, proliferación de enfermedades y una degradación general de los ecosistemas.
Hacemos un llamado urgente a las autoridades ambientales para investigar y tomar medidas inmediatas, y a la comunidad para rechazar cualquier forma de violencia contra la fauna silvestre. Proteger la vida silvestre es proteger la salud de todo el territorio.
Esta nota se realiza con el apoyo de Philippe Vangoidsenhoven, comprometido con la defensa de la vida y el equilibrio ecológico en el Caribe Sur.
¿Por qué preocuparse?
El Caribe Sur de Costa Rica es una región de enorme riqueza ecológica, hogar de una gran diversidad de especies que habitan los bosques, humedales, ríos y zonas costeras. Esta biodiversidad es parte esencial del equilibrio de los ecosistemas, del bienestar comunitario y de la identidad cultural de la región.
Sin embargo, la vida silvestre enfrenta múltiples amenazas, muchas veces invisibles o normalizadas: contaminación, pérdida de hábitat, atropellos, tenencia irresponsable de animales domésticos, uso de sustancias tóxicas y otras formas de agresión directa o indirecta. Estas acciones, intencionadas o no, ponen en riesgo no solo a los animales, sino también a la salud de las comunidades humanas.
El uso de venenos, por ejemplo, es una práctica especialmente peligrosa. No discrimina entre especies: puede afectar a animales silvestres, mascotas e incluso a personas. Además, puede contaminar fuentes de agua y generar efectos a largo plazo en la cadena alimentaria local. Lo que comienza como un intento de “control” de ciertas especies, termina convirtiéndose en un daño generalizado al entorno.
Ante esta realidad, hacemos un llamado a la conciencia y la corresponsabilidad. Proteger la vida silvestre no es solo una tarea de las instituciones, sino de todas las personas que habitan, visitan o se relacionan con estos territorios. Cada acción cuenta: desde evitar dejar basura en espacios naturales hasta participar en procesos de educación ambiental o denunciar prácticas dañinas.
Fortalecer la organización comunitaria, exigir presencia institucional efectiva y promover una cultura de respeto hacia todas las formas de vida son pasos fundamentales para garantizar que el Caribe Sur siga siendo un territorio vivo, diverso y habitable para las generaciones presentes y futuras.
La convivencia armónica con la naturaleza no es un ideal lejano: es una práctica que empieza aquí y ahora, con responsabilidad, cuidado y compromiso colectivo.
El impacto del envenenamiento en ecosistemas sensibles: una amenaza silenciosa
Los ecosistemas sensibles —como humedales, bosques costeros, cuencas hidrográficas y corredores biológicos— cumplen funciones vitales para el equilibrio ambiental, la salud pública y la vida silvestre. Sin embargo, su fragilidad los hace especialmente vulnerables a prácticas humanas irresponsables, como el uso de venenos para controlar animales o resolver conflictos con la fauna.
Aunque a veces se recurre al envenenamiento como medida de “control” frente a especies silvestres o domésticas consideradas molestas, las consecuencias de esta práctica van mucho más allá del daño directo al animal objetivo. Se trata de una acción que genera efectos en cadena, muchas veces irreversibles:
⚠️ Efectos en la vida silvestre
Muerte directa de animales como mamíferos, aves, reptiles, anfibios e insectos que entran en contacto con el veneno, sin importar su especie ni su función ecológica.
Contaminación de cadenas alimenticias: animales carroñeros o depredadores que consumen cuerpos envenenados también se ven afectados, lo que altera los equilibrios naturales del ecosistema.
Disminución de poblaciones clave, incluyendo especies polinizadoras o controladoras de plagas, lo que genera desequilibrios que afectan a toda la comunidad biótica.
⚠️ Riesgos para la salud humana y animal
Mascotas y animales domésticos pueden ingerir veneno o presas contaminadas, provocando intoxicaciones, sufrimiento y muerte.
Niñas, niños y personas adultas corren riesgo de exposición al manipular sin saber restos contaminados o fuentes de agua afectadas.
Contaminación de aguas superficiales y subterráneas, con posibles consecuencias para el consumo humano y la agricultura.
⚠️ Impacto en el tejido comunitario
Este tipo de acciones muchas veces se hacen de forma anónima, generando desconfianza entre vecinos y debilitando la convivencia.
Se promueve una relación de violencia con la naturaleza, en lugar de buscar soluciones basadas en el diálogo, la educación y la corresponsabilidad.
🔄 Alternativas necesarias
Frente a estas amenazas, es urgente avanzar hacia modelos de gestión comunitaria del territorio que prioricen el respeto por la vida y la prevención de conflictos. Algunas acciones claves incluyen:
Fortalecer la educación ambiental y la sensibilización comunitaria.
Crear protocolos participativos para la atención de conflictos con fauna silvestre.
Denunciar el uso de venenos ante las autoridades competentes (MINAE, SENASA, Ministerio de Salud).
Promover espacios de organización local para la protección de ecosistemas.
🌿 Proteger la vida es una responsabilidad de todas y todos
El envenenamiento no es solo un acto de crueldad, es una amenaza a la salud ecológica y comunitaria. En ecosistemas sensibles, cualquier acción destructiva tiene repercusiones amplificadas. Por eso, es fundamental actuar con conciencia, ética y compromiso por un futuro sostenible.
Los ecosistemas no pueden defenderse solos. Nuestra voz, nuestra organización y nuestra acción son parte de su defensa.