Del 9 al 13 de junio de 2025, la ciudad de Niza, Francia, acoge la tercera Conferencia de la ONU sobre los Océanos (UNOC3), copatrocinada por Costa Rica y Francia. Esta cumbre, bajo el lema “Unidos por la ciencia, unidos por los océanos”, tiene como propósito central ampliar las soluciones científicas, técnicas e innovadoras para enfrentar la crisis oceánica global (ONU, 2025).
El evento reúne a más de 10.000 participantes, entre ellos 70 jefaturas de Estado, representantes multilaterales, científicos, activistas y actores del sector económico-marítimo. En línea con la Agenda 2030, busca acelerar el cumplimiento del ODS 14: Vida submarina, actualmente uno de los objetivos más rezagados (ONU, 2023).
Tres ejes estratégicos orientan la conferencia:
- La ratificación e implementación del Tratado Global de los Océanos (BBNJ) (ONU, 2024).
- La transición hacia una economía azul justa y sostenible (Greenpeace, 2024).
- La producción y acceso abierto al conocimiento científico marino, como base para una gobernanza oceánica inclusiva (UNESCO, 2023).
Crédito imagen: Vicerrectoría Acción Social UCR

Un planeta marino bajo presión: cifras que interpelan
Los océanos cubren más del 70% de la superficie terrestre. Regulan el clima, capturan CO₂, generan oxígeno y sostienen medios de vida esenciales como la pesca y el turismo (FAO, 2022). Sin embargo, los indicadores actuales alertan sobre una crisis sin precedentes:
- El 90 % de las poblaciones de peces comerciales están sobreexplotadas o al límite biológico (FAO, 2022).
- Ecosistemas costeros como manglares y arrecifes desaparecen tres veces más rápido que los bosques terrestres.
- Para 2050, podría haber más plástico que peces en el mar por peso (Jambeck et al., 2015).
- En Costa Rica, el nivel del mar ha aumentado en promedio 3 mm anuales, afectando a más de 300 comunidades costeras (PNUD, 2023; SINAC, 2024).
La crisis oceánica no es solo ambiental: es también geopolítica. Los mares se han transformado en escenarios de disputa entre intereses extractivos, estrategias corporativas disfrazadas de sostenibilidad y luchas territoriales por el control de recursos (Roberts, 2023).
Una cumbre necesaria… pero aún insuficiente
La gravedad del deterioro marino exige respuestas estructurales urgentes. Sin embargo, la acción política y diplomática avanza a un ritmo muy inferior al que impone la emergencia.
El Tratado Global de los Océanos, adoptado en 2023 tras dos décadas de negociaciones, aún no ha entrado en vigor: solo 31 de los 60 países requeridos lo han ratificado (ONU, 2024; Smith, 2024). Las trabas no son técnicas, sino geopolíticas.
Mientras tanto, la minería submarina gana impulso. Empresas promueven la extracción de metales raros en ecosistemas profundos, poco conocidos y altamente vulnerables, sin regulación internacional clara (ISA, 2023).
Al mismo tiempo, el discurso de la economía azul aparece cada vez más en foros y políticas. Pero en muchos casos, esta se limita a un maquillaje verde del extractivismo, priorizando inversiones empresariales por encima de los derechos de comunidades costeras, la salud marina o la soberanía territorial (Observatorio de Economía Azul, 2024).
Como advirtió Greenpeace:
“El multilateralismo global no está funcionando: si seguimos así, solo tendremos océanos muertos por conservar” (Greenpeace, 2024).
La responsabilidad sigue pendiente
Las grandes potencias continúan evadiendo sus responsabilidades. Mientras los países industrializados dilatan compromisos financieros y ecológicos, las corporaciones presionan para suavizar regulaciones. A su vez, muchos Estados del Sur Global, atrapados en crisis de deuda, ceden soberanía marina a cambio de inversiones sin garantías ambientales ni beneficios sostenibles (UNDP, 2023).
La paradoja es evidente: quienes menos contaminan, serán los primeros en perder sus costas, sus arrecifes, sus medios de vida… y sus memorias (PNUD, 2024).
Costa Rica: entre la diplomacia ambiental y las omisiones internas
Costa Rica goza de reconocimiento internacional por su diplomacia climática. La coorganización de UNOC3 refuerza su imagen como país comprometido con la protección marina. No obstante, esta proyección contrasta con vacíos estructurales y decisiones internas que cuestionan su coherencia política.
Pese a haber ratificado el Tratado BBNJ y ampliado sus áreas marinas protegidas, el país enfrenta contradicciones preocupantes:
- No ha ratificado el Acuerdo de Escazú, esencial para garantizar el acceso a la información ambiental y proteger a las personas defensoras (PNUD, 2024).
- Impulsa una reforma para facilitar la minería metálica, incluso en zonas sensibles (Legislativo CR, 2025; MINAE, 2024).
- La narrativa de “economía azul” carece de mecanismos claros para evitar su captura por el capital transnacional (Greenpeace, 2024).
- Las comunidades costeras permanecen excluidas de la gobernanza marina y sus saberes no se reflejan en instrumentos técnicos como las cuentas oceánicas (MINAE, 2025).
El liderazgo ambiental costarricense parece más sostenido en el discurso diplomático que en transformaciones profundas. Las políticas marinas siguen fragmentadas, con débil articulación institucional, escasa fiscalización y limitados recursos públicos (SINAC, 2024).
Más allá del foro internacional: tareas pendientes
La participación costarricense en Niza debe ir más allá del posicionamiento simbólico. La cumbre representa una oportunidad para revisar críticamente la política marina nacional. Algunas acciones urgentes incluyen:
- Aplicar el Tratado BBNJ con enfoque de gobernanza participativa y equidad territorial (ONU, 2024).
- Rechazar la minería submarina y cualquier nueva forma de extractivismo en zonas marino-costeras vulnerables (ISA, 2023).
- Fortalecer la protección de ecosistemas clave, como el Caribe Sur y el Pacífico Norte (PNUD, 2023).
- Promover educación intercultural en comunidades costeras, valorando sus saberes tradicionales (UNESCO, 2023).
- Asegurar financiamiento climático para medidas de adaptación, restauración y planificación costera (PNUD, 2024).
Sin una política interna coherente, los compromisos globales podrían terminar como promesas vacías. La defensa de los océanos empieza en casa.

Economía azul: ¿camino hacia la sostenibilidad o nuevo rostro del extractivismo?
La “economía azul” ha ganado terreno como concepto central en los discursos internacionales sobre desarrollo sostenible marino. Presentada como una vía para conciliar crecimiento económico, protección ambiental y bienestar humano en las zonas costeras y oceánicas, esta narrativa ha sido promovida por instituciones multilaterales, gobiernos y organismos financieros como una “solución de triple impacto”. Sin embargo, el informe de Greenpeace advierte que esta noción está siendo cooptada por intereses corporativos, y carece de salvaguardas sólidas para garantizar su coherencia ambiental, social y climática.
Según Greenpeace, en muchos casos la economía azul reproduce las lógicas del extractivismo clásico, disfrazadas de innovación o sostenibilidad. Proyectos como la pesca industrial “reconocida”, el turismo masivo en ecosistemas frágiles, la bioprospección sin regulación o las promesas de minería en los fondos marinos son presentados como parte de esta agenda, sin evaluar adecuadamente sus impactos ecológicos ni su contribución real al bienestar local.
Crédito imagen: Semanario Universidad.
La captura corporativa de la economía azul
El informe destaca que la economía azul está cada vez más dominada por actores del capital transnacional, cuyas operaciones tienen efectos profundamente desiguales. Las grandes empresas —en especial del sector pesquero, energético y biotecnológico— concentran los beneficios, mientras las comunidades costeras enfrentan la pérdida de acceso a recursos tradicionales, desplazamiento, deterioro ambiental y exclusión de los procesos de gobernanza.
Greenpeace señala que, en ausencia de mecanismos vinculantes que garanticen una gobernanza justa, la economía azul corre el riesgo de convertirse en una plataforma para profundizar el control corporativo sobre los bienes comunes marinos. El resultado: una economía azul sin azules profundos, donde la protección es secundaria frente al rendimiento económico.
¿Qué falta en la economía azul?
El informe insiste en que cualquier modelo de economía azul verdaderamente transformador debe:
- Reconocer los derechos y la participación activa de las comunidades locales e indígenas en la gestión de los territorios marino-costeros.
- Evitar el “lavado azul”, es decir, el uso de retórica ambiental para legitimar proyectos destructivos.
- Establecer límites claros y vinculantes a las actividades de alto impacto ecológico, como la pesca industrial o la minería submarina.
- Asegurar un reparto justo de los beneficios derivados del uso de los recursos genéticos marinos y las tecnologías emergentes.
- Desarrollar métricas integrales, que evalúen no solo el crecimiento económico, sino también la resiliencia de los ecosistemas y el bienestar colectivo.
En suma, el informe de Greenpeace plantea que la economía azul no puede ser sostenible si está al servicio del capital financiero global. La sostenibilidad marina no es una etiqueta, sino una práctica que requiere regulación, justicia ambiental, soberanía territorial y participación democrática.
Tratado Global de los Océanos y el desafío 30×30: una síntesis del análisis de Greenpeace
(Pueden descargar el informe de Greenpeace aquí)
En 2023, la ONU adoptó el Tratado Global de los Océanos, un hito diplomático tras casi dos décadas de negociaciones. Se trata del primer acuerdo legalmente vinculante centrado en la conservación de la biodiversidad marina en aguas internacionales, conocidas como alta mar, que cubren aproximadamente el 61 % de los océanos del mundo.
Este tratado es fundamental para alcanzar el objetivo 30×30, que busca proteger al menos el 30 % del océano global para el año 2030. Sin embargo, el tiempo apremia: la entrada en vigor del tratado depende de que al menos 60 países lo ratifiquen antes de 2025. Hasta ahora, solo la mitad ha dado ese paso.
Amenazas crecientes que no dan tregua
La necesidad de acción es urgente. El informe de Greenpeace documenta un preocupante aumento de las presiones humanas sobre los ecosistemas oceánicos:
Entre 2018 y 2022, las horas de pesca industrial en alta mar aumentaron un 8,5 %, alcanzando los 4,4 millones de horas anuales.
En las áreas propuestas para conservación bajo el marco 30×30, la presión pesquera creció aún más: +22,5 % en ese mismo periodo.
A ello se suman amenazas acumulativas como:
Calentamiento, acidificación y desoxigenación de los océanos
Contaminación plástica y química
Minería submarina emergente, con riesgos irreversibles
Tráfico marítimo intensivo, con impactos por ruido, hidrocarburos y derrames
Zonas prioritarias para la conservación
Para ejemplificar cómo se puede aplicar el tratado, Greenpeace identifica tres regiones oceánicas críticas que deberían ser protegidas de manera inmediata:
- Montes submarinos Emperador (Pacífico Norte): cordilleras volcánicas profundas ricas en biodiversidad.
- Mar de los Sargazos (Atlántico Norte): ecosistema único donde convergen especies migratorias.
- Sur del mar de Tasmania y elevación de Lord Howe (Hemisferio Sur): hábitat clave para aves marinas y especies endémicas.
Estas zonas reúnen las condiciones ecológicas y científicas necesarias para ser designadas como Áreas Marinas Protegidas (AMP) bajo el nuevo tratado.
¿Qué recomienda Greenpeace?
Para que el Tratado Global de los Océanos se convierta en una herramienta efectiva —y no en una promesa vacía—, Greenpeace plantea tres acciones urgentes:
Ratificar el tratado antes de 2025, asegurando su entrada en vigor y operatividad.
Establecer una Comisión Preparatoria, con funciones claras en ciencia, gobernanza y financiamiento.
Iniciar de inmediato la planificación de santuarios oceánicos, basados en evidencia científica y participación internacional.
El tiempo de actuar es ahora
La salud de los océanos está en juego. De su equilibrio depende el clima, la alimentación de millones de personas y la biodiversidad planetaria. El Tratado Global de los Océanos representa una oportunidad histórica para cambiar el rumbo y frenar el colapso ecológico en alta mar.
La comunidad internacional tiene las herramientas, el conocimiento y los datos. Lo que falta es voluntad política.
Referencias utilizadas
FAO. (2022). The State of World Fisheries and Aquaculture 2022. Food and Agriculture Organization of the United Nations. Recuperado de https://www.fao.org/state-of-fisheries-aquaculture
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