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Galápagos bajo asedio: una mirada crítica a la conservación militarizada

Este libro coral nos convoca a mirar Galápagos no solo como ícono de conservación biológica, sino como un enclave estratégico en la disputa geopolítica global. A través de distintos ensayos, sus autoras y autores denuncian la creciente militarización del archipiélago y la instrumentalización de la «conservación» como parte de una agenda imperial.

Desde el inicio, Esperanza Martínez plantea en el prólogo una metáfora potente: las tortugas gigantes como testigos silenciosos de las múltiples formas de colonización sobre las islas. Le sigue Ramiro Ávila, quien advierte que estamos frente a una amenaza de alta escala: la instalación de bases militares estadounidenses en un territorio protegido por la Constitución ecuatoriana. Su capítulo destaca los riesgos ecológicos, sociales y políticos de esta ocupación, evocando casos similares en Manta, Hawái y Vieques.

Anamaría Varea propone una mirada sensible y crítica sobre la profanación del “santuario natural” que son Galápagos, cuestionando la lógica sacrificial detrás de su transformación en zona militar. Pablo Ospina Peralta, por su parte, analiza el tránsito de las islas hacia una economía urbana basada en el turismo y el reto de sostener la vida humana sin comprometer los frágiles equilibrios ecológicos.

El ensayo de Alberto Acosta recorre la historia de presiones imperialistas sobre las islas, desde el siglo XIX hasta la actualidad, y cómo estas se reciclan bajo nuevos ropajes. Luis Córdova-Alarcón conecta el avance militar estadounidense en Galápagos con una arquitectura de control geoespacial que incluye enclaves en Perú.

Elizabeth Bravo, en dos capítulos, alerta sobre los impactos ambientales de las bases militares en ecosistemas tropicales y sobre la experimentación biotecnológica bajo el disfraz de control de especies invasoras. Anne Theissen analiza el canje de deuda por conservación como una forma de privatización encubierta. Finalmente, María Rosa Yumbla y Ronald Herrera Sánchez apuestan por una alternativa: la agricultura familiar como práctica de cuidado ecológico y soberanía alimentaria.

Galápagos aparece así como territorio estratégico disputado: entre la vida y la lógica extractiva del control. La conservación se presenta no como fin, sino como coartada para operaciones militares y de biopoder. Este libro interpela desde lo jurídico, lo ecológico, lo geopolítico y lo emocional, y nos deja una advertencia clara: no hay conservación posible sin soberanía.

Geopolítica y conservación: ¿proteger para controlar?

Uno de los ejes transversales que recorre el libro es la crítica al uso geopolítico de la conservación ambiental. Lejos de ser un principio ético autónomo, la conservación se presenta como un dispositivo estratégico que permite a potencias como Estados Unidos desplegar infraestructura militar bajo pretextos ecológicos o humanitarios. Galápagos, por su ubicación entre Sudamérica y el Pacífico, se convierte en una pieza clave dentro del tablero regional de control marítimo, aéreo y satelital.

El libro denuncia cómo acuerdos bilaterales, canjes de deuda y operaciones “contra el crimen organizado” habilitan la entrada de actores militares con total impunidad, sin consulta a las poblaciones locales ni evaluación de impactos. En esta lógica, la conservación deja de ser una política de cuidado y se convierte en una tecnología de control territorial.

La militarización en nombre del ambiente —sostiene la obra— produce una doble exclusión: de la soberanía nacional y de los modos de vida locales. Así, la defensa de la biodiversidad termina siendo instrumentalizada por una geopolítica extractivista que usa el lenguaje verde para expandir su dominio.

Nuevos imperialismos: control sin colonias, dominación sin banderas

El libro La mirada imperial puesta en Galápagos nos invita a pensar el imperialismo más allá de sus formas clásicas de invasión y ocupación territorial. Hoy, el control se ejerce mediante tratados bilaterales, “cooperación” militar, endeudamiento ecológico y tecnología. Se trata de un imperialismo sin rostro visible, que se instala a través de discursos de seguridad, conservación y desarrollo, pero que reproduce las mismas lógicas de despojo, subordinación y extractivismo.

Galápagos, convertida en nodo estratégico del Pacífico, ilustra este nuevo paradigma: ya no se necesitan guerras declaradas para que un territorio sea funcional a intereses externos. Basta con un acuerdo firmado entre élites, la supresión de la consulta ciudadana y una narrativa ambiental que legitime la presencia militar o científica extranjera. En ese marco, las islas se convierten en laboratorio de experimentación biotecnológica, enclave de vigilancia geoespacial y garantía de deuda para la especulación financiera.

Este imperialismo del siglo XXI no solo se mueve por intereses económicos o territoriales, sino también por la disputa del conocimiento, la gestión del riesgo y el control de la vida. Y lo hace desde dentro, mediante marcos legales, mecanismos financieros y alianzas geopolíticas que transforman los bienes comunes en activos estratégicos globales.

Conservación armada: la otra amenaza para defensores ambientales

El libro alerta sobre una tendencia preocupante a escala global: la creciente militarización de áreas de conservación. En nombre de la seguridad, el combate al narcotráfico o la protección de ecosistemas, se están consolidando enclaves militares en territorios ecológicamente sensibles. Galápagos no es una excepción: la instalación de infraestructura castrense bajo acuerdos bilaterales invisibiliza los impactos sociales y ecológicos que este tipo de presencia genera.

Esta estrategia no solo amenaza la biodiversidad que se dice proteger —como lo demuestra la historia de Baltra—, sino que también coloca a quienes defienden el territorio en una situación de mayor vulnerabilidad. La presencia militar suele venir acompañada de lógicas de excepción, impunidad judicial y criminalización de voces críticas, cerrando espacios para la participación ciudadana y el control social.

Para las personas defensoras del ambiente y del territorio, la militarización implica un riesgo doble: la amenaza directa a su seguridad y la erosión del marco democrático que les permite ejercer su labor. En este contexto, la conservación deja de ser un espacio de encuentro entre humanidad y naturaleza, y se transforma en zona de vigilancia, control y exclusión.

Por los bienes comunes, contra la ocupación militar

La mirada imperial puesta en Galápagos nos recuerda que los bienes comunes —como el territorio, la biodiversidad, el conocimiento y la vida en comunidad— no son recursos a explotar ni espacios a ocupar, sino entramados de relaciones que sostienen la vida. Galápagos, en su singularidad ecológica y su potencia simbólica, es también un espejo de lo que está en juego: el tipo de mundo que queremos habitar.

Frente a la avanzada de intereses militares, financieros y corporativos que disfrazan el control geopolítico bajo discursos de conservación, este libro propone una defensa radical de la soberanía, la dignidad y el cuidado colectivo. La conservación verdadera no se logra con radares, submarinos o bases extranjeras, sino con comunidades comprometidas con la vida, con ciencia al servicio del bien común y con políticas públicas que respeten los derechos humanos y de la naturaleza.

Reafirmar una postura antimilitarista no es un gesto ingenuo, es una defensa ética y política del presente y del futuro: de nuestras islas, nuestros territorios y nuestras posibilidades de convivir sin miedo, en armonía con la tierra.

Detalles del libro y descarga gratuita

Título: La mirada imperial puesta en Galápagos
Autores y autoras: Esperanza Martínez, Ramiro Ávila, Anamaría Varea, Pablo Ospina Peralta, Alberto Acosta, Luis Córdova-Alarcón, Elizabeth Bravo, Anne Theissen, María Rosa Yumbla, Ronald Herrera Sánchez.
Edición: Alberto Acosta, Elizabeth Bravo, Esperanza Martínez, Ramiro Ávila
Editorial: Acción Ecológica – Oilwatch
Año: 2025

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