El uso de plaguicidas en Costa Rica sigue siendo uno de los conflictos socioambientales más complejos que enfrenta el país, por un lado los estudios reflejan el alto impacto que tienen en la salud de los ecosistemas y en particular sobre la salud humano, sin embargo, asistimos a una institucionalidad que se caracteriza por postergar las decisiones y sectores comercializadores de estas sustancias químicas que funcinan como juez y parte.
En este escenario, aprovechamos la publicación realizada por la Oficina de Comunicación de la Universidad Nacional titulada «Uso de plaguicidas en Costa Rica, el costo oculto de la producción agrícola» para reflexionar sobre los impactos ambientales que tienen estas sustancias en los ecosistemas. Preocupa ya que según datos Costa Rica tiene alrededor de 450 mil héctareas de cultivo continúo, es decir, además del uso intensivo e extensivo, no hay una veda natural.
Los cultivos que utilizan estas sustancias van desde el banano junto con el chile, papa, cebolla y piña que representa el del uso total del 33%, y con un 20% cultivos como plátano, papaya, zanahoria, arroz y repollo.
Bajo este escenario, les invitamos a partir de las afectaciones que tiene la influencia de la agroindustria en el tipo de agricultura que está implementandose en el país, una que privilegia un «supuesto» crecimiento económico por encima de la salud humana y de los ecosistemas de los cuales dependemos.