Una imagen colectiva, un futuro común: territorio, participación y transformación desde las comunidades de Las Nubes, Cascajal Centro y Monserrat de Coronado

Este proceso socioeducativo surge a partir del interés y compromiso de la Asociación de Desarrollo Integral de la Zona Alta de Coronado, preocupada por los cambios acelerados que vive la zona y por la necesidad de fortalecer los vínculos entre las personas que habitan el territorio. Desde la ADI se impulsó esta iniciativa con el fin de reconstruir el tejido comunitario, visibilizar las riquezas locales y abrir nuevos espacios de encuentro e intercambio, donde la palabra, la escucha y la acción compartida permitan imaginar un futuro común con participación, arraigo y dignidad.

El proceso socioeducativo desarrollado en Las Nubes, Cascajal Centro y Monserrat de Coronado nace de una convicción clara y profundamente política: para transformar un territorio con justicia, sostenibilidad y equidad, no basta con imponer soluciones desde afuera; es indispensable partir de la mirada, los saberes y las aspiraciones de quienes lo habitan cotidianamente. Desde esta premisa, se impulsaron una serie de talleres participativos con vecinos y vecinas de la zona alta del cantón, buscando construir colectivamente una imagen identitaria del territorio que no solo represente su riqueza natural y cultural, sino que también visibilice los desafíos comunes y fortalezca las bases para la acción colectiva.

Esta imagen identitaria no es un simple retrato simbólico, sino una herramienta para soñar y proyectar el futuro desde lo local, con propuestas que integran el impulso del turismo sostenible, la dinamización de la economía comunitaria y el fortalecimiento de los vínculos sociales, muchas veces debilitados por el avance de la urbanización desordenada y la fragmentación del tejido social.

A lo largo de este proceso emergieron hallazgos profundos y conmovedores. Se reveló la existencia de una memoria territorial viva, que reconoce en los ríos, las montañas, las nacientes, los senderos y los sonidos del bosque no solo elementos del paisaje, sino pilares afectivos y culturales de una identidad compartida. Al mismo tiempo, se manifestó una conciencia crítica ante las transformaciones que amenazan esa identidad: la expansión inmobiliaria sin planificación, la contaminación de fuentes de agua, la pérdida de espacios públicos y la percepción de abandono institucional.

Pero, quizás lo más importante, fue la constatación de que, pese a estas tensiones, las comunidades no están paralizadas. Existe una voluntad firme de organizarse, de cuidarse colectivamente, de recuperar espacios abandonados, de sostener prácticas solidarias y de defender lo común. En medio de las dificultades, brotan ideas, memorias y gestos que abren camino a nuevas formas de habitar, imaginar y construir comunidad desde abajo, con dignidad y esperanza.

Desafíos compartidos en el territorio

A lo largo de los talleres realizados en Las Nubes, Cascajal Centro y Monserrat, las comunidades identificaron una serie de desafíos que, aunque con matices propios en cada sector, revelan tensiones estructurales que afectan la vida cotidiana y la posibilidad de habitar el territorio con dignidad. Estos desafíos no son solo problemas puntuales, sino señales de un modelo de desarrollo que avanza sin considerar la voz ni las necesidades de quienes viven el lugar.

Entre los desafíos más reiterados destacan:

  • Urbanización acelerada y pérdida del equilibrio ambiental: La expansión desordenada de construcciones ha generado la pérdida de espacios verdes, fragmentación del paisaje y presión sobre nacientes, ríos y zonas de recarga hídrica. Muchas personas expresaron preocupación por la contaminación de fuentes de agua y la transformación del entorno natural.

  • Abandono y deterioro de infraestructura pública: Escuelas cerradas, centros comunales sin uso y caminos en mal estado reflejan una desatención institucional que limita el acceso a servicios básicos y reduce los espacios de encuentro y organización local.

  • Contaminación y gestión deficiente de residuos: La basura en calles, ríos y espacios públicos fue una denuncia constante, especialmente por el impacto de visitantes externos y la falta de control municipal.

  • Fragmentación del tejido social: La llegada de nuevas personas a las comunidades, sin procesos de integración ni espacios de convivencia, ha generado una sensación de desconocimiento entre vecinos, debilitando la confianza mutua y la participación.

  • Debilidad en la participación ciudadana: A pesar del interés en involucrarse, muchas personas señalaron el bajo nivel de asistencia a audiencias públicas, el desconocimiento de derechos y la escasa respuesta de las instituciones frente a sus demandas.

  • Inseguridad y percepción de vulnerabilidad: Se reportaron asaltos, circulación de drogas, problemas con el alumbrado público y la necesidad de repensar la seguridad desde una lógica de corresponsabilidad, no solo de control policial.

Estos desafíos no se presentan como obstáculos insalvables, sino como puntos de partida para fortalecer el protagonismo comunitario. Reconocerlos colectivamente permite imaginar soluciones desde la raíz, priorizando la escucha, la organización local y la acción territorial sostenida.

Reflexión final: la participación como semilla de transformación

Este proceso confirma que la participación comunitaria no es un lujo, sino una necesidad urgente. Es desde la escucha, el encuentro y la acción colectiva que pueden surgir respuestas reales a los desafíos territoriales. Cuando una comunidad se reconoce, se cuida y se organiza, empieza a transformar no solo su paisaje, sino también sus relaciones, su esperanza y su destino. Porque los barrios no se cambian desde afuera, sino desde adentro, paso a paso, entre todas y todos.

Boletín 1 (Las Nubes):
La comunidad reconoció el valor del entorno natural y cultural, así como la urgencia de actuar ante la pérdida del paisaje, la contaminación y el abandono de espacios públicos. Las experiencias organizativas, como rifas y actividades recreativas, muestran que hay una red viva de cuidado y compromiso.

Pueden descargar el boletín aquí

Boletín 2 (Cascajal Centro):
Se evidenció un fuerte arraigo con el paisaje y prácticas cotidianas como caminar o andar en bicicleta, que conectan con el territorio. Preocupan la contaminación, el mal estado vial y la desconexión entre habitantes antiguos y nuevos. La comunidad expresa el deseo de reorganizarse, mejorar la convivencia y exigir mejor gestión pública.

Pueden descargar el boletín aquí.

Boletín 3 (Monserrat):
A pesar de una participación más limitada, se identificaron recursos clave como la producción agrícola local y lugares con potencial para el encuentro. Se propusieron acciones concretas como mercados de cercanías, huertas comunitarias y directorios de oficios, apostando por una economía solidaria y circular.

Pueden descargar el boletín aquí.

Boletín 4 (Encuentro sobre seguridad):
La seguridad fue abordada desde una perspectiva de derechos. Se planteó la corresponsabilidad comunitaria como eje para prevenir la violencia y recuperar espacios públicos. Frente a propuestas punitivas, se impulsaron talleres por calle para diagnosticar problemas y diseñar soluciones desde la comunidad.

Pueden descargar el boletín aquí.

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