Pedagogía, creatividad y humor: un lenguaje que enseña mientras se ríe

Las bombas, parte entrañable de la tradición costarricense, siempre han sido más que rima y picardía. Son una forma rápida y certera de leer el país: pequeñas cápsulas donde la crítica se condensa, el humor se afila y la realidad se mira con una mezcla de ironía y cariño. En las calles, durante la protesta social, estas expresiones recuperan toda su potencia. No solo hacen reír: abren conversación, afinan el oído colectivo y nos recuerdan que pensar también puede ser un acto alegre.

El video que acompaña esta nota recoge una serie de bombas compartidas en la marcha del 26 de noviembre de 2025. En ese espacio, entre consignas, pasos y carteles, las bombas se convirtieron en chispas pedagógicas: formas de explicar lo complejo sin perder el ingenio; maneras de nombrar lo urgente sin caer en el silencio cansado de la política formal.

Pedagogía, creatividad y humor: un lenguaje que enseña mientras se ríe

La pedagogía popular reconoce que la educación no vive solo en aulas, documentos o instituciones. Habita también en los gestos cotidianos, en los relatos que pasan de boca en boca, en lo que la gente crea cuando necesita entender y hacerse entender. En esa lógica, la bomba funciona como una maestra ligera: no impone, no sermonea, pero ilumina.

La creatividad, en este contexto, es más que un recurso expresivo: es una herramienta de pensamiento colectivo. Cuando alguien compone una bomba, reorganiza la realidad, la hace más digerible, más compartible. La vuelve materia común. En la protesta social, esa creatividad se multiplica, porque las calles invitan a inventar —y a reinventarse— con libertad. Carteles ingeniosos, rimas improvisadas, juegos de palabras: todo ello forma parte de un laboratorio espontáneo donde se ensayan ideas, críticas y deseos.

El humor, lejos de suavizar lo serio, crea un respiro que permite mirar lo doloroso sin paralizarse. Es un puente que baja tensiones y abre la puerta a quienes tal vez no hubieran participado en una discusión más “formal”. Un país que puede reírse de sí mismo también puede pensarse mejor. Las bombas lo recuerdan sin solemnidades: el análisis no tiene por qué ser árido.

Cuando humor, creatividad y protesta social convergen, aparece una forma de aprendizaje que no está codificada en ningún plan de estudios. Es una educación que se mueve, que vibra, que escucha y responde en tiempo real. Es la clase que nadie programa, pero que todas y todos terminamos tomando.

Atención: la creatividad va a decir algo

Este video es una invitación a detenerse un momento ante ese cruce fértil entre cultura popular y acción colectiva. A escuchar cómo la gente nombra lo que vive, lo que le preocupa, lo que sueña. A reconocer que en cada bomba hay una lectura país, una interpretación del presente y, muchas veces, una propuesta de futuro.

Porque pensar juntas y juntos —con humor, creatividad y palabra compartida— también es defender lo común. Y porque, en Costa Rica, hasta la reflexión puede entrar bailando.

¡Comparte esta noticia en tus redes sociales!

Facebook
Twitter
LinkedIn