El pasado 8 de agosto una delegación de estudiantes de secundaria presentaron una acción administrativa ante el Consejo Superior de Educación para la suspensión de las pruebas nacionales estandarizadas, ante el escenario de improvisación que domina en el Ministerio de Educación Pública y que tiene como una de sus útlimas creaciones, la aplicación de estas pruebas.
La delegación reconoce la importancia de este tipo de instrumentos, sin embargo, lo que destacan y denuncian es la falta de seriedad en su elaboración y validación, lo cual desde diversas instancias ya evidencian la falta de sustentos científicos y técnicos de estos instrumentos que pretenden aplicar.
Oficio DVM-AC-DDC-DTCED-030-2023
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¿Por qué debe preocuparnos este bien común social?
Todo proceso educativo, y sin aquel que se desarrolla en los espacios formales, debe representar un espacio progresivo que refleje los momentos educativos como parte del crecimiento integral de la persona humana, más allá de la «empleabilidad», sino como ejercicio para el desarrollo de las habilidades para la vida. Por esta razón, las pruebas deben responder a las dimensiones humanas y la consecución de estas en el fortalecimiento de los derechos humanos. Su diseño y validación deben ser parte también de la construcción de formas participativas e integrales de validación por parte de todos los sujetos que intervienen en los momentos educativos. No hay campo para la improvisación cuando de derechos humanos se trata.
Les ofrecemos como primera provocación, esta infografía que presenta alguna de las dimensiones que evidencian la falta de sustento de dichas pruebas.