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Oportunidades perdidas de formación y participación democrática: mientras Escazú impulsa el aprendizaje colectivo, la institucionalidad se repliega en el proceso del Plan Regulador

En Escazú, el contraste se vuelve cada vez más nítido.

Mientras organizaciones sociales, colectivos barriales y personas vecinas se organizan para comprender y participar activamente en el proceso del Plan Regulador, la institucionalidad municipal parece recorrer el camino inverso: cerrar espacios, evitar la pedagogía pública y mantener la toma de decisiones en circuitos estrechos.

Esta tensión dice mucho del momento actual: la democracia local se fortalece desde lo local, al tiempo que las autoridades insisten en procedimientos poco explicados y con escasas oportunidades reales para que la ciudadanía participe con poder y sentido.

Una ciudadanía que quiere incidir, no solo informarse

En los últimos días, distintos grupos comunitarios han convocado encuentros abiertos para profundizar en el funcionamiento de la Comisión del Plan Regulador, el papel de los Consejos de Distrito y los pasos que vienen para la elección de delegaciones.

Si bien estos espacios incluyen procesos de aprendizaje, su sentido es más amplio: la ciudadanía busca participar, comprender para decidir, y evitar que el Plan Regulador se convierta en un trámite ajeno a quienes habitan el cantón.

Ahí —en lo comunal, en lo horizontal y en lo deliberativo— está emergiendo una forma más sólida de democracia local.

Una institucionalidad que retrocede: la sesión del 25 de noviembre

La sesión del Concejo Municipal del 25 de noviembre mostró la otra cara del proceso.

Las organizaciones comunitarias asistieron con una solicitud básica y razonable: que la Secretaría de los Consejos de Distrito fuera convocada a una sesión futura para explicar, de manera clara y pública, los procedimientos vinculados con audiencias y etapas del proceso.

Era una oportunidad mínima para promover pedagogía democrática.
Pero la mayoría del Concejo optó por cerrar el espacio.

La petición quedó atrapada en un clima de confrontación, acompañado de descalificaciones hacia quienes pedían claridad. Más preocupante aún fue la lógica que asomó: la idea de que “la ciudadanía no entiende”, como si la falta de información fuera un rasgo inherente y no consecuencia de una institución que decide no explicar.

Esa mirada paternalista no solo desplaza responsabilidades, sino que socava la confianza pública y debilita las bases participativas del proceso.

Lo que revela esta contradicción

Lo ocurrido expone dos lógicas en disputa:

  • -Una ciudadanía organizada que busca participar activamente, decidir informadamente y disputar el rumbo territorial del cantón.
  • -Una institucionalidad que esquiva la pedagogía pública y sostiene procedimientos poco explicados, restringiendo el acceso a la información.

Mientras la comunidad abre puertas, la institucionalidad las cierra.

Mientras la ciudadanía insiste en diálogo, el Concejo responde con opacidad y tiempos atropellados.

Y surge la pregunta de fondo: ¿cómo puede construirse un Plan Regulador legítimo si la misma institucionalidad evita los espacios donde esa legitimidad se cultiva?

Las organizaciones sociales como garantía democrática

Ante el repliegue institucional, las organizaciones sociales siguen siendo un anclaje indispensable.

Sostienen la posibilidad de comprender, discutir y disputar lo público cuando las instituciones se desentienden de su propio deber pedagógico.

La experiencia reciente confirma algo esencial: cuando la institucionalidad duda o retrocede, la democracia la sostienen los barrios, los colectivos y las personas que deciden involucrarse activamente.

Ahí late la posibilidad de un Plan Regulador realmente democrático.

En vísperas de las próximas etapas: ¿qué institucionalidad necesitamos?

El Plan Regulador no es un trámite cualquiera. Sus etapas, audiencias y mecanismos están diseñados —al menos en papel— para garantizar decisiones con sustento técnico y legitimidad social.

Por eso, lo ocurrido no puede verse como un episodio aislado.

Es una advertencia de las condiciones bajo las cuales podrían desarrollarse las próximas fases.

Si la institucionalidad continúa cerrando espacios, interpretando preguntas como amenazas y asumiendo que la ciudadanía “no entiende”, el proceso corre el riesgo de convertirse en un recorrido opaco, donde la transparencia depende más de la insistencia comunitaria que del compromiso público.

Un proceso de esta magnitud exige algo distinto: una institucionalidad que habilite, acompañe y dialogue; que entienda que explicar no es perder control, sino construir legitimidad.

Las comunidades ya demostraron que están dispuestas a participar con responsabilidad y rigor.

La pregunta que definirá el futuro del Plan Regulador es si la institucionalidad estará a la altura de ese compromiso, o si persistirá un camino que amenaza con vaciar de sentido un proceso que debería ser profundamente democrático.

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Alertas socioambientales en Puerto Viejo: un monitoreo que vuelve a encender las alarmas

El más reciente monitoreo realizado por Philippe Vangoidsenhoven en el Caribe sur vuelve a mostrar, con una crudeza difícil de ignorar, la continuidad de prácticas que erosionan el bosque, las quebradas y la legalidad ambiental en la región. Lo que se observa no es un incidente aislado, sino la repetición de un patrón ya conocido: tala, relleno, ocultamiento de cuerpos de agua y uso turístico-residencial encubierto en áreas donde la protección debería ser la regla, no la excepción.

Caso 1: Cambio de uso de suelo total: bosque eliminado y construcciones en marcha

En una loma antes cubierta por árboles, el terreno aparece hoy completamente pelado. Las imágenes satelitales confirman la eliminación total de la cobertura boscosa, pese a que la legislación prohíbe disminuir la superficie de bosque desde 1994. La presencia de nuevas estructuras sugiere un proceso de construcción avanzado que habría requerido medidas cautelares inmediatas.

Caso 2: Quebradas ocultas y rellenos frente a infraestructura pública

En otro punto del monitoreo se observan alcantarillas colocadas de forma tal que la quebrada queda virtualmente escondida, en un sitio crítico: frente a la planta de tratamiento de aguas negras. La intención parece clara: rellenar el cauce para habilitar la construcción. El registro documenta una presión sistemática sobre los ecosistemas de agua dulce.

Caso 3: Ganadería sin protección ribereña y herbicidas en uso intensivo

Otro sitio muestra una quebrada casi destruida por la tala hasta la orilla, dejando apenas un puñado de árboles. La zona se dedica a la ganadería, donde además se reporta el uso de herbicidas para eliminar la “planta dormilona”. El resultado: riberas expuestas, erosión, pérdida de sombra y afectación directa a la calidad del agua.

Caso 4: Reincidencia y desobediencia: un caso ya paralizado que continúa avanzando

El monitoreo revela que un caso previamente denunciado y detenido ha vuelto a activarse. Se observan nuevos materiales de construcción y nuevamente chapia en las orillas de la quebrada. Esta reincidencia da cuenta de la ausencia de voluntad de cambio por parte de los responsables, y de un Estado que, aunque informado, no logra detener las acciones.

Caso 5: Testimonio que desnuda un sistema fracturado

Philippe nos comparte que esta misma persona relacionada a esta finca, ha visto durante casi dos décadas, la extracción continua de madera, permisos irregulares, tala de especies protegidas y la transformación progresiva de fincas completas en proyectos residenciales de lujo. El testimonio apunta a una cadena de permisos, inspecciones y certificaciones donde la corrupción aparece como un vector que habilita la degradación ambiental.

En su monitoreo también evidencia las situaciones de presión, intimidación y presencia de actores locales que obstaculizan los procesos de denuncia, reforzando la vulnerabilidad de quienes documentan y defienden el territorio.

Caso 6: Beach Break: nuevas estructuras y aumento del impacto del oleaje

El monitoreo registra la colocación reciente de una serie de postes en la franja de playa en Beach Break, zona ya saturada por construcciones y usos irregulares (luces, mesas y otras instalaciones sobre la arena). Los postes fueron sembrados y posteriormente unidos con fajas, sin explicación sobre su función. Su presencia altera el paso natural de las personas a lo largo de la playa.

Paralelamente, el reporte muestra cómo el mar continúa avanzando hasta las estructuras deportivas instaladas en la zona pública. El oleaje ya alcanza la cancha de voleibol, y las imágenes evidencian un retroceso costero creciente. Philippe nos recuerda que en temporadas recientes el agua ha llegado incluso a cruzar la calle, razón por la cual se colocaron grandes rocas como barrera improvisada. El avance del mar sobre arena clara y oscura confirma un proceso de erosión acelerada, previsible pero ignorado por actores locales que siguen instalando nuevas estructuras.

Caso 7: Sacos de arena como contención fallida 

En este punto del litoral se documenta nuevamente la colocación de sacos de arena para detener el avance del mar. La medida, ampliamente utilizada en distintos tramos de la costa, ha demostrado ser insuficiente: los sacos se rompen con facilidad ante la fuerza del oleaje y terminan dispersos en la playa.

Philippe ha dado seguimiento a este caso desde sus primeras intervenciones, y ya existe una nota anterior donde se analiza el proceso constructivo y las irregularidades asociadas. El reporte actual permite ejemplificar con claridad el desenlace típico de estas obras: estructuras colocadas en zona pública marítima, denunciadas desde su inicio, que avanzan hacia una eventual orden de demolición mientras el mar —más rápido que la institucionalidad— continúa reclamando el espacio que le pertenece.

Estrategias para burlar la legalidad ambiental: un patrón que se repite

Los casos documentados muestran que la degradación no ocurre al margen de la ley, sino mediante una serie de maniobras que buscan aprovechar vacíos, retrasos institucionales o debilidades en la fiscalización. Entre las principales estrategias identificadas destacan:

  • Ocultamiento físico de cuerpos de agua

La colocación de alcantarillas para “desaparecer” quebradas es una táctica frecuente. Al simular que el cauce no existe, se justifica el relleno del terreno y se habilita la construcción. Esto elimina las obligaciones legales de protección ribereña y genera daños irreversibles en los ecosistemas de agua dulce.

  • Tala bajo permisos ambiguos o desactualizados

Se reporta el uso de permisos forestales emitidos hace años o gestionados con información imprecisa, que se emplean para justificar la remoción de árboles que no estaban contemplados originalmente. En varias fincas se describe la extracción de especies protegidas bajo amparo de documentos dudosos o facilitados por inspectores que no verifican adecuadamente el estado del bosque.

  • Fragmentación de proyectos para evitar controles

La división de grandes fincas en múltiples lotes permite que las intervenciones parezcan “pequeñas”, dispersas y, por tanto, sujetas a requisitos más débiles. Lo que en conjunto constituye un proyecto turístico-residencial de alto impacto se presenta como una serie de obras menores sin necesidad de estudios ambientales profundos.

  • Uso estratégico del tiempo: avanzar mientras llega la autoridad

Un patrón reiterado es intervenir de manera acelerada –tala, chapia, relleno– antes de que la denuncia presentada por vecinos o personas defensoras resulte en una inspección. Cuando la autoridad llega, gran parte del daño ya está hecho, y lo que queda es un proceso administrativo que avanza mucho más lentamente que la maquinaria y las motosierras.

  • Intimidación y presión a quienes denuncian

El temor también opera como mecanismo. Vecinos relatan presiones directas, hostilidad y vigilancia cuando documentan irregularidades. La intimidación reduce la denuncia y crea un ambiente donde la impunidad se normaliza.

Una advertencia que no podemos ignorar

Los casos documentados por Philippe vuelven a mostrar que los conflictos socioambientales en el Caribe Sur no responden únicamente a infracciones puntuales: son el resultado de una combinación peligrosa entre expansión inmobiliaria, debilitamiento institucional, vacíos de control y una falta persistente de protección real a quienes defienden los bienes comunes.

Las alertas que emergen del monitoreo comunitario muestran una tensión creciente: mientras las comunidades documentan con rigor lo que ocurre en la costa, las decisiones institucionales avanzan con lentitud o se acomodan a intereses económicos que erosionan la protección ambiental. Desde el Observatorio de Bienes Comunes seguiremos compartiendo estos registros para evidenciar estas disputas y sostener la defensa de los territorios costeros como un asunto de responsabilidad pública.

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Pedagogía, creatividad y humor: un lenguaje que enseña mientras se ríe

Las bombas, parte entrañable de la tradición costarricense, siempre han sido más que rima y picardía. Son una forma rápida y certera de leer el país: pequeñas cápsulas donde la crítica se condensa, el humor se afila y la realidad se mira con una mezcla de ironía y cariño. En las calles, durante la protesta social, estas expresiones recuperan toda su potencia. No solo hacen reír: abren conversación, afinan el oído colectivo y nos recuerdan que pensar también puede ser un acto alegre.

El video que acompaña esta nota recoge una serie de bombas compartidas en la marcha del 26 de noviembre de 2025. En ese espacio, entre consignas, pasos y carteles, las bombas se convirtieron en chispas pedagógicas: formas de explicar lo complejo sin perder el ingenio; maneras de nombrar lo urgente sin caer en el silencio cansado de la política formal.

Pedagogía, creatividad y humor: un lenguaje que enseña mientras se ríe

La pedagogía popular reconoce que la educación no vive solo en aulas, documentos o instituciones. Habita también en los gestos cotidianos, en los relatos que pasan de boca en boca, en lo que la gente crea cuando necesita entender y hacerse entender. En esa lógica, la bomba funciona como una maestra ligera: no impone, no sermonea, pero ilumina.

La creatividad, en este contexto, es más que un recurso expresivo: es una herramienta de pensamiento colectivo. Cuando alguien compone una bomba, reorganiza la realidad, la hace más digerible, más compartible. La vuelve materia común. En la protesta social, esa creatividad se multiplica, porque las calles invitan a inventar —y a reinventarse— con libertad. Carteles ingeniosos, rimas improvisadas, juegos de palabras: todo ello forma parte de un laboratorio espontáneo donde se ensayan ideas, críticas y deseos.

El humor, lejos de suavizar lo serio, crea un respiro que permite mirar lo doloroso sin paralizarse. Es un puente que baja tensiones y abre la puerta a quienes tal vez no hubieran participado en una discusión más “formal”. Un país que puede reírse de sí mismo también puede pensarse mejor. Las bombas lo recuerdan sin solemnidades: el análisis no tiene por qué ser árido.

Cuando humor, creatividad y protesta social convergen, aparece una forma de aprendizaje que no está codificada en ningún plan de estudios. Es una educación que se mueve, que vibra, que escucha y responde en tiempo real. Es la clase que nadie programa, pero que todas y todos terminamos tomando.

Atención: la creatividad va a decir algo

Este video es una invitación a detenerse un momento ante ese cruce fértil entre cultura popular y acción colectiva. A escuchar cómo la gente nombra lo que vive, lo que le preocupa, lo que sueña. A reconocer que en cada bomba hay una lectura país, una interpretación del presente y, muchas veces, una propuesta de futuro.

Porque pensar juntas y juntos —con humor, creatividad y palabra compartida— también es defender lo común. Y porque, en Costa Rica, hasta la reflexión puede entrar bailando.

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Clases que caminan: voces del 25N, lecciones vivas desde la protesta social

Este audio es un collage de voces tomadas en plena calle durante la protesta del 25 de noviembre: una clase abierta donde la gente habla de salarios dignos, defensa de la salud y la educación pública, y del cansancio frente al autoritarismo. Registrar estas intervenciones importa porque en el espacio público también se produce conocimiento; ahí se nombran problemas, se trazan horizontes y se afirma un país que no quiere quedarse callado.
Si te interesa aprender desde la calle —ese lugar donde la ciudadanía improvisa cátedras urgentes— escuchá este mosaico de voces que enseñan mientras avanzan.

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Formación ciudadana que abre camino: Escazú fortalece su proceso hacia el Plan Regulador

El proceso del Plan Regulador de Escazú continúa mostrando el valor de la formación ciudadana impulsada desde las propias organizaciones sociales, espacios que refrescan la vida democrática y permiten que los debates institucionales se enriquezcan con la voz, la memoria y la experiencia de la comunidad.

El encuentro realizado el pasado lunes 24 de noviembre en la sede de Codece, San Antonio, fue ejemplo de ello. Personas, colectivos y grupos vecinales se reunieron para poner en común el proceso que se ha venido construyendo, compartir inquietudes y aprendizajes, y proyectar los pasos que siguen en la conformación de la Comisión del Plan Regulador.

Intercambio y discusión para ampliar la democracia local

La reunión destacó la importancia de contar con espacios donde la ciudadanía pueda formarse, informarse y contrastar perspectivas. En un momento en el que la planificación territorial enfrenta tensiones políticas, técnicas y sociales, estos ejercicios comunitarios permiten abrir los procesos municipales a una participación más amplia, crítica y corresponsable.

El diálogo colectivo también evidenció cuánto ha significado para el movimiento ciudadano estar presente en los distintos espacios municipales, hacer valer la voz de la comunidad y sostener un seguimiento constante de las decisiones del Concejo Municipal. Este involucramiento ha permitido que la ciudadanía incida y garantice que la planificación del territorio no se cierre en criterios técnicos, sino que integre la diversidad de saberes locales.

Mirar hacia lo que viene: retos y oportunidades

El encuentro también permitió profundizar en cómo se desarrollarán los siguientes pasos del proceso del Plan Regulador. Se destacó el papel clave que tendrán los consejos de distrito en esta fase y se subrayaron varias dimensiones fundamentales a considerar:

  • -Asambleas distritales accesibles y representativas: trabajar para que la participación sea amplia y que los distintos sectores del cantón puedan involucrarse.
  • -Rol de los consejos de distrito: impulsar la organización comunitaria y fortalecer la coordinación entre barrios y colectivos.
  • -Diálogo constante con la institucionalidad: mantener la comunicación abierta para generar confianza y transparencia en el proceso.
  • -Construcción de capacidades comunitarias: formación e información para que la ciudadanía pueda participar de manera crítica y fundamentada.

Estas dimensiones reflejan la importancia de sostener un proceso democrático desde los barrios organizados, colectivos y organizaciones sociales, asegurando que la participación no sea solo simbólica, sino efectiva y duradera.

Se subrayó que el desafío principal será sostener la presencia y la organización, especialmente en un contexto donde las agendas comunitarias deben lidiar con tiempos institucionales, calendarios complicados y la necesidad de seguir generando información accesible para más sectores del cantón.

Compromiso con una democracia viva

Los espacios como este demuestran que la democracia local se construye desde abajo, desde la conversación entre vecinas y vecinos, la reflexión compartida y el ejercicio de imaginar colectivamente el futuro del territorio.

Para el Observatorio de Bienes Comunes, estos espacios de encuentro y formación ciudadana son la base de cualquier proceso verdaderamente democrático. En ellos se tejen las relaciones, los acuerdos y las capacidades colectivas necesarias para sostener los bienes comunes sociales, naturales y culturales que están en juego en un Plan Regulador. Solo a partir de la organización barrial, el trabajo de los colectivos y el impulso de las organizaciones sociales es posible ampliar la democracia en procesos institucionales frecuentemente marcados por la burocracia, garantizando que la planificación del territorio responda a las necesidades y aspiraciones de la comunidad.

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Cuando el espectro se vuelve frontera: reflexiones desde los pueblos originarios ante la subasta de frecuencias en Costa Rica

A pesar de la suspensión temporal de la subasta ordenada por la Sala Constitucional, desde el Colectivo Antonio Saldaña recordamos que persisten vacíos graves en el debate público.
La falta de frecuencias reservadas para pueblos indígenas, la ausencia de mecanismos diferenciados de acceso y la exclusión de nuestras comunidades en las decisiones sobre comunicación siguen intactas.

La suspensión detiene el proceso, pero no corrige la injusticia.
Seguimos llamando la atención sobre estas ausencias que amenazan nuestra autonomía, nuestra organización y nuestro derecho a comunicarnos con dignidad.

Un vacío imperdonable en tiempos democráticos: la ausencia de frecuencias reservadas para pueblos indígenas

Antes inclusode analizarlos riesgos jurídicos, económicos ypolíticos de lasubastadel espectro, es necesario señalar un vacío estructural que revela la falta de visión democráticadelproceso:elEstadocostarricensenoreservóniunasolafrecuencia para los pueblos indígenas.

En un país que se reconoce multiénica, pluricultural y plurilingüe, donde los territorios indígenas han sido históricamente marginados del acceso a la comunicación propia, la ausencia de una reserva explícita es más que una omisión técnica: es un retroceso en derechos.

Los estándares internacionales —incluida la Relatoría de Libertad de Expresión del Sistema Interamericano— han sido contundentes:

  • -Los pueblos originarios deben tener acceso preferente al espectro.

  • -La comunicación indígena es parte del ejercicio de la autonomía, la cultura y la libre determinación.

  • -Sin medios propios, no hay garantías plenas de participación ni protección de la identidad colectiva.

Aun así, la subasta avanzó sin mecanismos diferenciados, sin cupos reservados, sin diálogo intercultural y sin reconocer que las condiciones materiales y las necesidades comunicativas de los territorios no son comparables con las de los actores comerciales.

Este vacío no es menor: implica que la vida comunicativa de los pueblos originarios depende, nuevamente, de un mercado que no fue diseñado para ellos y que no reconoce sus realidades.

Unprocesodereasignacióndelespectroqueexcluyealospueblosindígenases,por definición,unprocesoincompletoeinjusto.

Comunicar desde el territorio: un derecho, no un lujo

ParalascomunidadesNgäbe,Brörán,Cabécar,Bribri,Malekuyotras,lacomunicación noesun“servicio”ni un“negocio”. Es territorio, es memoria, es palabra compartida. Es el espacio donde se transmite la historia, se sostienen las luchas y se toman decisionescolectivas.

En muchos territorios, la radio comunitaria —hecha con recursos mínimos y con enorme esfuerzo colectivo— es el único medio estable de información, organización y cultura en lengua propia.

Por eso, desde el Colectivo Antonio Saldaña lo decimos con claridad: si ya vivimos con dificultades para comunicar, esta subasta puede empujar a nuestras comunidades a una incomunicación aún más profunda.

La subasta y el riesgo de un silencio impuesto

La preocupación es seria:

  • -Si suben los costos,

  • -si se ofrecen frecuencias en litigio,

  • -si no existen mecanismos de acceso diferenciado,

  • -si el diseño responde únicamente a criterios de mercado,

  • -la consecuencia es inevitable: menos radios comunitarias, menos voces propias, más silencio en los territorios.

Y ese silencio no es un detalle técnico. Es una amenaza directa a la autonomía, a la lengua, a la cultura y a la capacidad de las comunidades para responder colectivamente frente a invasiones, proyectos extractivos, emergencias o desatención estatal.

Diferenciar para garantizar derechos

Los pueblos originarios no pedimos beneficios especiales: pedimos justicia.

Tratar igual a actores que viven realidades profundamente desiguales solo profundiza la inequidad.

La diferenciación en los procesos públicos es una herramienta democrática, no una excepción.

Implica reconocer que los medios indígenas y comunitarios no son empresas: son formas de vida comunicativa, espacios de soberanía cultural y herramientas de protección territorial.

Un proceso justo debería incluir:

  • -Reservas de frecuencias para medios indígenas y comunitarios.

  • -Condiciones preferentes que reconozcan su aporte social.

  • -Criterios de evaluación que vayan más allá del pago económico.

  • -Participación real de las comunidades en el diseño del proceso.

  • -Modelos de gestión plurales que no reproduzcan la exclusión histórica.

Sin estas garantías, la subasta se vuelve una carrera donde solo participan quienes pueden pagar, mientras se empuja al silenciamiento a quienes sostienen la diversidad cultural del país.

La palabra como bien común

En un clima político donde se descalifica a la prensa como “prensa canalla”, se socavan las bases del debate público. Para los pueblos originarios, este contexto es doblemente preocupante:

nuestras voces ya han sido históricamente marginadas, y la pérdida de medios comunitarios profundizaría aún más ese silenciamiento.

-Porquesiseapagannuestrasradios,

-¿quiéncontaránuestrasluchas?,

-¿quiénavisaráanteunaamenaza?,

-¿quiénsostendrálatransmisióndelamemoriaenlenguapropia?

Que nadie hable por nosotros y nosotras

La comunicación indígena no es un favor del Estado: es un derecho colectivo.

Es parte de nuestra continuidad cultural, de nuestra autonomía y de nuestra relación con el territorio.

Por eso hacemos un llamado urgente a comprender la dimensión de lo que está en juego.

La subasta del espectro no solo reorganiza frecuencias: está redefiniendo quién tiene derecho a la palabra y quién puede quedarse fuera de la conversación nacional.

Defender el espectro como bien común social es defender la democracia y la pluralidad de Costa Rica.

Es defender que cada pueblo, cultura y comunidad pueda hablar con su propia voz, sin silenciamientos, sin intermediarios y sin barreras económicas que profundicen la exclusión.

Como pueblos originarios, afirmamos: sincomunicación propia no hay autonomía, no hay territorio y n ohay futuro.

Colectivo Antonio Saldaña 25 de noviembre del 2025

¿Quién fue Antonio Saldaña?

Antonio Saldaña fue el último rey del pueblo indígena de Talamanca, una figura de liderazgo comparable a un guía o autoridad ancestral en su comunidad. Su papel fue crucial en la defensa de la cultura, las tierras y los derechos de su pueblo frente a la expansión de intereses externos, especialmente de compañías bananeras.
 
Según la historia, Saldaña fue asesinado en 1910 en circunstancias no completamente esclarecidas. Se dice que fue envenenado durante una actividad social, en un acto de traición impulsado por quienes veían en su resistencia una amenaza a sus intereses económicos.
 
Su muerte representó un duro golpe para la lucha indígena, pero su legado sigue vivo como símbolo de resistencia y dignidad para los pueblos originarios de la región.
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Caminar juntas: Los trayectos de MUSADE

Te invitamos a ver esta entrevista con Enid Cruz, trabajadora social, activista feminista y coordinadora general de MUSADE, una de las organizaciones más importantes en la defensa de los derechos de las mujeres en San Ramón y Costa Rica.

MUSADE nació el 6 de diciembre de 1986, fruto del trabajo comunitario impulsado desde la oficina de Trabajo Social del programa “Hospital sin Paredes”. Su creación respondió a un momento histórico atravesado por desafíos profundos: la crisis económica de los años 80 que agudizó desigualdades, el impulso de los movimientos feministas latinoamericanos que transformaron la manera de entender la justicia de género, y la fuerza comunitaria que reveló de forma contundente las múltiples violencias que afectaban a las mujeres.

En esta conversación, Enid Cruz comparte la memoria viva de ese proceso: las luchas, aprendizajes y decisiones que permitieron construir un espacio clave para la defensa de la vida, la dignidad y el bienestar de las mujeres.
Una historia necesaria para comprender el pasado y seguir fortaleciendo el presente.

Mirá el video completo y acompañanos en este recorrido por los orígenes y la vigencia de MUSADE.

 

En el marco del 25 de noviembre: una memoria que sigue en presente

Esta entrevista se publica en el marco del 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, una fecha que recuerda la urgencia de seguir construyendo sociedades más justas, libres de violencias y discriminación.

El trabajo de MUSADE —y el testimonio de Enid Cruz— dialoga directamente con el sentido de esta conmemoración. Su historia demuestra que la lucha contra las violencias no se limita a un día, sino que se sostiene en el acompañamiento cotidiano, la organización comunitaria, la sororidad y la defensa de los derechos humanos.

Recuperar estas memorias no es solo un acto de homenaje: es una forma de reconocer a quienes abrieron caminos, de visibilizar las resistencias que persisten y de reafirmar el compromiso colectivo para garantizar la vida y la dignidad de todas las mujeres.

Copia de Copia de Copia de @observatoriobienescomunes

La subasta del espectro en Costa Rica: riesgos para la comunicación como bien común social

El concurso público para reasignar frecuencias de radio y televisión en Costa Rica avanza en un contexto de alta tensión jurídica y política, mientras crecen las alertas desde sectores académicos, comunitarios y jurídicos sobre sus implicaciones para la libertad de expresión y la calidad democrática del país. Más allá de un trámite administrativo, lo que está en juego es la manera en que se gestiona un recurso fundamental para la vida pública: el espectro radioeléctrico, un bien común social que sostiene derechos, culturas e identidades.

En las últimas semanas, dos procesos contencioso-administrativos interpuestos por radioemisoras y CANARA han cuestionado la decisión del Estado de no prorrogar automáticamente las concesiones. Aunque el Tribunal Contencioso Administrativo otorgó medidas cautelares que permiten continuar las transmisiones, también estableció que no pueden introducirse cambios en la asignación ni explotación de frecuencias mientras se resuelve el litigio. Esto coloca el proceso de subasta —que continúa su curso— en un escenario de incertidumbre legal y de posible afectación del interés público.

Al mismo tiempo, distintas voces advierten que el diseño del concurso, incluido el establecimiento de precios base elevados y la inclusión de frecuencias en disputa, podría generar exclusiones y concentrar aún más el acceso al espectro.

Cuestionamientos desde el sector de radiodifusión

La Cámara Nacional de Radio y Televisión (CANARTEL) ha señalado preocupaciones sobre la seguridad jurídica, la falta de análisis técnico integral y los efectos que una subasta sin criterios diferenciados puede generar para las señales abiertas, que cumplen funciones sociales esenciales para sectores con menos recursos económicos. Su presidenta, Saray Amador, afirma que el proceso cambia unilateralmente reglas vigentes y podría encarecer el acceso al espectro, afectando la sostenibilidad de medios abiertos que llegan a comunidades sin acceso a cable o internet.

Más allá de sus intereses sectoriales, estos señalamientos evidencian una tensión estructural: cuando la asignación del espectro se rige por criterios puramente mercantiles, quienes tienen menor capacidad económica quedan desplazados, lo que empobrece la diversidad informativa y debilita el derecho colectivo a la comunicación.

Advertencias desde la academia y el ámbito jurídico

El Consejo Universitario de la Universidad de Costa Rica (UCR) pidió suspender la subasta, señalando posibles impactos en la libertad de expresión y recordando obligaciones internacionales como la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La institución alertó que la reasignación podría afectar la libertad cultural, lingüística y religiosa de comunidades que cuentan con medios propios para sostener su identidad y su memoria colectiva.

El abogado David Fallas también advirtió que la forma en que está planteada la subasta podría excluir a la mayoría de concesionarios activos y equivaler a un “despojo”, especialmente si se ofertan frecuencias con procesos judiciales pendientes. Subraya que el diseño favorece a grupos con mayor capacidad económica y limita la participación de actores pequeños, incluyendo medios regionales y comunitarios (Delfino, 2025).

La comunicación como bien común social

Desde las perspectivas críticas de la comunicación popular y la educación popular —como las desarrolladas por Raúl Leis y por diversas corrientes latinoamericanas— la comunicación es mucho más que una infraestructura técnica o un mercado de servicios. Es un espacio donde se construyen sentidos, memorias, identidades y poder social. La comunicación sostiene la vida democrática porque permite que las personas participen, expresen sus experiencias, compartan saberes y construyan proyectos colectivos.

Entendida como bien común social, la comunicación debe gestionarse bajo principios de:

  • -acceso equitativo,

  • -participación democrática,

  • -protección de la diversidad cultural y -lingüística,

  • -garantía de derechos,

  • -responsabilidad pública,

  • -y no mercantilización de lo esencial para la vida colectiva.

El espectro radioeléctrico, al ser un recurso limitado, define qué voces pueden circular en la esfera pública y cuáles quedan silenciadas. Cuando se gestiona como mercancía y no como bien común, se profundizan desigualdades, se debilita la pluralidad y se reduce la capacidad de la sociedad para generar diálogo, organización y cultura propia.

Estos enfoques democráticos subrayan que la comunicación forma parte de la construcción de identidad y de la afirmación cultural. Allí donde se restringe el acceso a la palabra, se restringe también la posibilidad de comprender, transformar y decidir sobre la propia vida. Por eso, un proceso de subasta sin criterios diferenciales, sin participación real y sin reconocer desigualdades históricas puede erosionar derechos fundamentales.

El lugar de los medios comunitarios: voces esenciales para la democracia

Los medios comunitarios ocupan un rol insustituible dentro del ecosistema comunicacional. Según organismos como la UNESCO y organizaciones sociales que trabajan y analizan sobre medios comunitarios y comunicación popular, estos espacios permiten que comunidades rurales, indígenas, urbanas populares, juveniles, culturales y territoriales produzcan y circulen sus propias narrativas, lejos de las lógicas centralizadas y comerciales.

Son plataformas de cohesión social, educación, identidad cultural y memoria colectiva. Son instrumentos para que las personas ejerzan el derecho a la palabra y para que sectores históricamente silenciados se expresen desde su propia perspectiva, con sus propias voces y códigos culturales.

Sin embargo, estos medios suelen operar con bajos recursos y modelos autogestionarios. Por eso, cuando el acceso al espectro se define por capacidad de pago, los medios comunitarios quedan excluidos, aún cuando cumplen funciones públicas esenciales que los medios comerciales no sustituyen.

Las relatorías de libertad de expresión del sistema interamericano han sido claras: los Estados deben garantizar acceso diferenciado y equitativo al espectro para medios comunitarios, públicos y privados. Esto implica no solo cupos, sino modelos de gestión, financiamiento y regulación que reconozcan su carácter social y las desigualdades existentes.

En Costa Rica, dejar por fuera a los medios comunitarios en una subasta diseñada bajo lógicas competitivas es debilitar la diversidad democrática del país y limitar el derecho a la comunicación de cientos de comunidades.

Defender el espectro como bien común es defender la democracia

La subasta del espectro, tal como está planteada, no es un simple proceso administrativo: es un punto de inflexión sobre el modelo de comunicación que Costa Rica quiere construir. Un modelo donde la competencia económica predomina sobre los derechos puede profundizar desigualdades, limitar la pluralidad y reducir la participación ciudadana en la esfera pública.

Por el contrario, un enfoque basado en bienes comunes sociales permitiría garantizar acceso equitativo, diversidad cultural, protección de identidades, fortalecimiento de medios comunitarios y promoción de una democracia comunicacional robusta.

El debate debería centrarse no solo en contratos y plazos, sino en una pregunta esencial:
¿cómo se asegura que la comunicación siga siendo un derecho y un bien colectivo, y no una mercancía accesible solo para quienes pueden pagar?

La respuesta a esa pregunta definirá el rumbo del país en materia de libertad de expresión, pluralismo y justicia comunicacional.

Diferenciación para la equidad: no se trata de defender sectores, sino de diseñar procesos públicos inclusivos

El debate sobre la reasignación del espectro suele reducirse a una disputa entre sectores económicos: grandes grupos mediáticos versus operadores pequeños, radiodifusores tradicionales versus nuevos competidores. Sin embargo, desde una perspectiva de comunicación como bien común social, esta es una visión limitada. El problema no es quién gana o pierde económicamente en la subasta; el problema es cómo se diseña un proceso público que reconozca las diferencias estructurales entre actores y garantice condiciones equitativas para sostener la diversidad comunicacional.

Las políticas de comunicación no deben tratar a todos los actores como iguales porque no lo son. Existen asimetrías profundas entre medios comerciales consolidados, medios regionales, radios culturales, proyectos comunitarios, iniciativas educativas, comunicadores locales y medios indígenas. La igualdad formal —“las mismas reglas para todos”— en contextos desiguales produce injusticia. Los documentos de comunicación popular y participación social son claros: la democratización requiere reconocer las diferencias para poder garantizar derechos.

Esto no significa exonerar o proteger intereses empresariales. Los medios comerciales, especialmente los de gran escala, deben pagar según su capacidad económica y su modelo de negocio. Su actividad es lucrativa, por lo que es legítimo que contribuyan de manera proporcional al uso de un bien público limitado. Pero los medios comunitarios, culturales, educativos y territoriales no son negocios: son expresiones de participación social y de construcción de identidad colectiva. Tratar a ambos sectores bajo los mismos criterios económicos es desconocer sus funciones, capacidades y aportes a la democracia.

Por ello, un proceso de reasignación del espectro verdaderamente democrático debería:

  • -incorporar mecanismos de acceso diferenciado según el tipo de medio y su función social;

  • -asegurar cupos reservados y condiciones preferentes para medios comunitarios y culturales;

  • -establecer criterios de evaluación que reconozcan proyectos de valor público, no solo ofertas económicas;

  • -garantizar participación real de las comunidades afectadas en la definición del proceso;

  • -promover modelos de gestión equitativa y plural del espectro, no concentrados ni excluyentes.

Diferenciar no es privilegio: es una estrategia para ampliar derechos. Sin esta diferenciación, la subasta se vuelve una carrera en la que solo compiten quienes pueden pagar, mientras se empuja al silenciamiento a quienes cumplen funciones públicas esenciales.

La comunicación como bien común social exige procesos que reconozcan la pluralidad del país, que abran espacio a voces históricamente marginalizadas y que pongan en el centro el derecho colectivo a comunicar. Un concurso que ignore estas diferencias reproduce desigualdades; uno que las integre, fortalece la democracia.

Referencias:

Muñoz, Daniela (2016) Comunicación un derecho humano: Guía metodológica para reconocerlo y ejercerlo. Voces Nuestras.

Leis, Raúl. (s.f.). Comunicación popular para el desarrollo humano. En Educación popular y desarrollo local (Documento 011)

UNESCO. (s.f.). Guía por el derecho a la comunicación. UNESCO.

Ureña, Lauren. (2014)Periodismo comunitario en Costa Rica: la información en manos de la ciudadanía. Rev. Rupturas 4(1), Costa Rica, Ene-Jun, 2014. ISSN 2215-2466 pp 2-23.

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COP30: Entre la opacidad y la resistencia de los territorios

La COP30 en Belém prometía ser histórica: la primera cumbre climática en pleno corazón de la Amazonía, un territorio donde se cruzan biodiversidad, grandes luchas socioambientales y la urgencia de frenar la deforestación y el avance extractivo. Sin embargo, la expectativa chocó contra una realidad frustrante: esta terminó siendo, según observadores y delegaciones latinoamericanas, una de las COP más opacas y restrictivas de los últimos años.
Durante la primera semana, la presidencia brasileña cerró el acceso a los textos, eliminó discusiones abiertas y trasladó los temas más sensibles a espacios ministeriales sin observadores. A esto se sumó una metodología que varios países calificaron como “tómalo o déjalo”: documentos presentados tarde, con extractos nuevos sin debate previo y poco tiempo para revisar indicadores.

El resultado fue un cierre tenso y atropellado. Colombia, Panamá y Uruguay intentaron objetar los textos sobre mitigación y adaptación, denunciando incoherencias, falta de rigor científico y nula transparencia. Pese a las objeciones, la presidencia dio los acuerdos por adoptados, ignorando las solicitudes de palabra y profundizando la sensación de desconfianza en el proceso.

Las tensiones que marcaron la cumbre

Uno de los puntos más críticos fue, de nuevo, la imposibilidad de avanzar en lo esencial: mencionar explícitamente la eliminación de los combustibles fósiles. Pese al esfuerzo de Colombia y otros países latinoamericanos, la presión de las petromonarquías y de varios estados del bloque LMDC terminó por borrar del texto cualquier referencia directa a dejar atrás los hidrocarburos.
La presidencia, consciente del vacío, anunció una “hoja de ruta” propia para la transición energética y otra para frenar la deforestación, pero estas iniciativas quedan fuera del proceso oficial de la Convención, sin obligatoriedad ni supervisión multilateral.

En el área de adaptación, que debería ser central para las naciones más vulnerables, se aprobaron 59 indicadores ampliamente cuestionados. Países como Panamá y Uruguay señalaron que llegaron demasiado tarde, sin tiempo para analizarlos y sin las metodologías o metadatos necesarios para medir avances reales. Además, el texto aclara que esos indicadores no generan obligaciones financieras, debilitando aún más la capacidad de adaptación de países empobrecidos.

La agenda ecológica tampoco logró los avances esperados. Este era el año en que debía consolidarse el mecanismo de sinergias entre las tres convenciones de Río —clima, biodiversidad y desertificación—, pero nuevamente se postergó. La propuesta de acordar objetivos cuantitativos de reducción de deforestación tampoco prosperó, pese a celebrarse la cumbre en la Amazonía.

FOTODELDIA BELÉM (BRASIL), 15/11/2025. - Personas participan en la Marcha Global por el Clima en protesta por la defensa de los bosques, los derechos territoriales indígenas y la responsabilidad climática global, en Belém (Brasil) este sábado. EFE/Andre Borges
Los (pocos) acuerdos alcanzados

Ante un panorama tan limitado, el único avance real que emergió con fuerza fue el Belém Action Mechanism (BAM): un mecanismo impulsado por sociedad civil, sindicatos, organizaciones de justicia climática y pueblos indígenas para consolidar la transición justa a nivel global.

La aprobación del BAM representa una conquista significativa, especialmente porque fue respaldado por países que representan alrededor del 80% de la población mundial. Su objetivo es claro: asegurar que la transición energética no deje atrás a trabajadores, comunidades y territorios que hoy sostienen el peso de sistemas extractivos contaminantes.
Sin embargo, su mandato quedó debilitado por presiones de la Unión Europea, lo que significa que necesitará al menos dos años más de discusiones antes de ponerse plenamente en marcha.

A nivel financiero, la COP30 se limitó a repetir lo acordado en Bakú: urgir a los países del Norte a mantener el rumbo hacia los 300 mil millones de dólares anuales, sin especificar cuánto se destinará realmente a adaptación, pérdidas y daños, o transición justa.

Centroamérica: la región más vulnerable… y la menos escuchada

Aunque la visibilidad latinoamericana fue alta, Centroamérica volvió a quedar rezagada, pese a su enorme vulnerabilidad. Su pabellón regional permitió mayor articulación, pero las necesidades del istmo continúan diluyéndose en la geopolítica de bloques donde Sudamérica concentra mayor peso.

Centroamérica vive una combinación devastadora:

  • -niveles de pobreza superiores al 50% en algunos países,

  • -alta exposición simultánea a huracanes, sequías y lluvias extremas,

  • -dependencia de economías agrícolas sensibles al clima,

  • -infraestructura precaria que amplifica cada evento extremo,

  • -y una limitada producción científica que visibilice adecuadamente su realidad en los informes globales.

A esto se suma la necesidad urgente de financiamiento no basado en deuda, dado que los impactos climáticos ya generan pérdidas humanas, agrícolas y económicas que la región no puede absorber.

Organizaciones como La Ruta del Clima, redes regionales y comunidades locales están empujando una agenda de reparaciones climáticas que exige que los países más responsables financien procesos de restauración, protección de derechos humanos y adaptación territorial. En la COP30 se lanzó incluso una coalición centroamericana y caribeña para avanzar en estos reclamos.

El BAM: una apuesta por una transición justa global

El Belém Action Mechanism ganó protagonismo porque responde a una pregunta simple:
¿cómo asegurar que la transición ecológica no repita las desigualdades del modelo extractivo actual?

El BAM propone:

  • -coordinar globalmente los esfuerzos de transición justa,

  • -generar estándares y seguimiento,

  • -compartir buenas prácticas,

  • -apoyar con financiamiento y asistencia técnica a los países con menos capacidades,

  • -y asegurar que los trabajadores y comunidades afectadas participen y sean protegidos.

Lo que ocurrió en Belém demuestra que, sin un mecanismo de este tipo, la transición energética corre el riesgo de convertirse en un proceso tecnocrático que beneficie a unos pocos mientras desplaza a miles.

Una lectura desde la justicia socioecológica

Mirar la COP30 desde la justicia socioecológica revela la distancia entre la retórica climática y la realidad de los territorios. Aunque se celebró en la Amazonía, uno de los epicentros de resistencia socioambiental más importantes del mundo, los acuerdos no reflejan las demandas de quienes defienden el bosque, los ríos y los ecosistemas de los que dependen millones de personas.

La justicia socioecológica exige integrar clima, biodiversidad y derechos humanos. Sin embargo, ni la deforestación, ni las sinergias ecológicas, ni los riesgos para los territorios fueron tratados con la ambición requerida.
La masiva movilización de pueblos indígenas, mujeres, trabajadores y organizaciones sociales en la Cúpula dos Povos mostró que las comunidades sí están a la altura del desafío. Pero su agenda no logró permear los textos finales, atrapados en la geopolítica y en los vetos de los defensores de los combustibles fósiles.

Un cierre necesario: derechos humanos, defensores y el bloqueo fósil

La COP30 deja en evidencia una tensión estructural del multilateralismo climático: las negociaciones se vuelven cada vez más técnicas para evitar discutir lo esencial, mientras el poder de las petromonarquías y los países con intereses fósiles congela cualquier avance real.

En ese vacío, los derechos humanos siguen invisibles. Las decisiones no incluyen mecanismos para proteger a quienes defienden los territorios, pese a que América Latina es una de las regiones más peligrosas del mundo para las personas defensoras del ambiente. La omisión no es casual: reconocer estos derechos obligaría a enfrentar directamente a los actores que hoy bloquean la transición ecológica.

La COP30 evidencia que la crisis climática ya no es solo una crisis ambiental: es una crisis política, una crisis de desigualdad y una crisis de derechos humanos.
Mientras los gobiernos siguen atrapados en la negociación mínima, las comunidades continúan sosteniendo las luchas esenciales por la vida digna y por los bienes comunes que permiten habitar este planeta.

Belém deja más preguntas que respuestas, pero también un recordatorio: si la justicia climática no entra por la puerta del multilateralismo, lo hará desde los territorios, desde los pueblos y desde las resistencias que no se rinden ante la opacidad ni los vetos de siempre.

Referencias

Alonso Gonzalbez, Judith. (2025). Centroamérica, la gran olvidada de la COP30. Deutsche Welle (DW). https://www.dw.com/es/centroam%C3%A9rica-la-gran-olvidada-de-la-cop30/a-74848046

Ecologistas en Acción. (2025, 22 de noviembre). COP30: la Cumbre del Clima más opaca de la historia es incapaz de cumplir sus promesas. Ecologistas en Acción. https://www.ecologistasenaccion.org/351846/cop30-la-cumbre-del-clima-mas-opaca-de-la-historia-es-incapaz-de-cumplir-sus-promesas/

Climática / El Salto. (2025, 22 de noviembre). La COP30 se cierra con un texto sin mención al fin de los combustibles fósiles ante la objeción de varios países. Climática. https://climatica.coop/video-dia-10-cop30/

Gadea Lara, Tais. (2025, 23 de noviembre). COP30: Un resumen de las conclusiones. Climática. https://climatica.coop/video-10-cop30-un-resumen-de-las-conclusiones/

Lakhani, Nina (2025, 18 de noviembre). Bam! What is the acronym everyone is talking about at Cop30? The Guardian. https://www.theguardian.com/environment/2025/nov/18/bam-belem-action-mechanism-explainer-cop30

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Minería en Abangares, bienes comunes y una gobernanza ambiental en crisis: una mirada crítica al Proyecto de Ley 24.932

La reciente discusión legislativa sobre el Proyecto de Ley para la protección de la actividad minera de Abangares (Exp. 24.932) vuelve a colocar en primer plano uno de los debates más complejos del país: la relación entre economías locales históricamente dependientes de la extracción y la necesidad de proteger los bienes comunes naturales que sostienen la vida en los territorios.
Si bien la minería artesanal en Abangares forma parte de un tejido social y productivo centenario, las condiciones actuales exigen una reflexión más amplia sobre sus impactos, la capacidad del Estado para regularla y los riesgos que enfrentan los ecosistemas.

Este análisis integra los contenidos del proyecto de ley con los hallazgos más recientes de la Contraloría General de la República (Informe DFOE-SOS-IAD-00010-2025), que advierten graves debilidades en la gobernanza ambiental del MINAE. El cruce entre ambos elementos permite comprender que el problema no es solamente minero, sino estructural: Costa Rica atraviesa un deterioro progresivo de su rectoría ambiental en un momento en que las presiones extractivas se incrementan.

Un proyecto enfocado en proteger la actividad, no el territorio

El Proyecto de Ley 24.932 busca garantizar la continuidad de la minería artesanal, otorgando un nuevo marco temporal para que las cooperativas completen la formalización, implementen tecnologías sin mercurio y mantengan activa la economía local.
Sin embargo, el texto se centra en proteger la actividad extractiva, sin crear mecanismos equivalentes que protejan los bienes comunes naturales afectados por ella: el agua, los suelos, las cuencas y los ecosistemas que han resentido la presión extractiva histórica de la zona.

La minería artesanal no es neutra. Aunque opera en menor escala que la industrial, también genera sedimentación, impactos sobre ríos, uso de sustancias contaminantes y afectación de los territorios colindantes. El proyecto no incorpora evaluaciones ecológicas, líneas base ni salvaguardas para asegurar que la continuidad de la actividad no profundice estos impactos.

Una transición tecnológica que se menciona, pero no se garantiza

El proyecto exige a las cooperativas migrar del uso de mercurio a tecnologías amigables con el ambiente, conforme al Convenio de Minamata. Sin embargo:

  • -no define mecanismos de verificación,

  • -no establece responsabilidades ni consecuencias,

  • -no determina plazos ni acompañamiento estatal efectivo,

  • -ni evalúa la viabilidad técnica o económica de la transición.

En un país donde el mercurio ha sido uno de los contaminantes más difíciles de erradicar, y donde la minería artesanal opera con márgenes estrechos de sostenibilidad económica, la ausencia de herramientas concretas abre el riesgo de que la transición quede solo en el papel.

El contexto nacional: un MINAE sin liderazgo, sin estrategia y sin control

El ingrediente más crítico aparece al revisar el informe reciente de la Contraloría General, que concluye que la gobernanza ambiental ejercida por el MINAE incumple el marco normativo y técnico aplicable.

La CGR identifica problemas estructurales que afectan directamente la capacidad del Estado para regular actividades de alto impacto como la minería:

  • -Falta de liderazgo estratégico por parte del ministro rector: no coordina, no articula y no dirige una visión ambiental común para el país.

  • -Fragmentación institucional y traslapes de funciones entre direcciones clave.

  • -Ausencia de una estrategia nacional de implementación de política ambiental, con metas, indicadores y objetivos interrelacionados.

  • -Inexistencia de un sistema de valoración de riesgos ambientales, indispensable en sectores como minería, agua y bosques.

  • -Falta de controles y de rendición de cuentas, incluyendo la ausencia de un sistema integrado de transparencia.

  • -Debilidad ética institucional, sin un código de ética aprobado ni mecanismos robustos para promover integridad pública.

La Contraloría advierte que esta situación pone en riesgo el cumplimiento de los compromisos ambientales del país, y podría conducir al deterioro progresivo de los recursos naturales.

Esto significa que, en la práctica, el MINAE no cuenta hoy con la capacidad institucional necesaria para supervisar, fiscalizar o acompañar adecuadamente una actividad tan sensible como la minería artesanal.

Cuando un proyecto extractivo se apoya en un Estado ambiental debilitado

La combinación entre un proyecto que habilita más extracción y una institucionalidad ambiental incapaz de ejercer su rectoría genera una condición profundamente riesgosa para los territorios.

La ley supone que el MINAE podrá:

  • -tramitar concesiones,

  • -fiscalizar procesos,

  • -acompañar a cooperativas,

  • -verificar el origen del oro,

  • -garantizar la transición tecnológica,

  • -controlar exportaciones y operaciones,

  • -y proteger los ecosistemas afectados.

Pero los hallazgos de la Contraloría muestran exactamente lo contrario: el ministerio no tiene, hoy, los mecanismos mínimos para ejercer estas funciones.

Aprobado tal como está, el proyecto podría profundizar una “zona gris” donde la minería se expande más rápido que la capacidad estatal para regularla.

Condiciones sociales y socioeconómicas: una comunidad entre la dependencia y la vulnerabilidad

El derrame de la Planta La Luz ocurrido en 2022 volvió a revelar lo que muchas instituciones prefieren no ver: la profunda vulnerabilidad social y económica que atraviesa Abangares. A pesar de la gravedad del evento —que contaminó ríos, afectó fauna y generó temor en las comunidades cercanas— muchas personas prefirieron denunciar de forma anónima por miedo a represalias, reflejando la dependencia histórica del cantón respecto de la minería artesanal y del procesamiento privado de sus desechos.

Esta actividad sostiene a miles de familias en el territorio, pero lo hace en condiciones marcadas por alternativas productivas limitadas, desigualdad, riesgos ambientales normalizados y una exposición cotidiana a posibles afectaciones en la salud. El silencio comunitario no es indiferencia: es el resultado de un modelo económico que coloca a las personas entre la necesidad y el riesgo.

El episodio mostró, una vez más, que la discusión sobre la minería en Abangares trasciende lo técnico o lo legal. Es un tema de justicia social y territorial, en el que las comunidades asumen los costos de una actividad de la que dependen, pero sobre la cual tienen muy poco control.

Bienes comunes naturales: tensiones y riesgos

Desde el enfoque de bienes comunes, los ecosistemas —cuencas, ríos, humedales, suelos, biodiversidad— son tejidos que sostienen la vida, no recursos discretos aislados. El proyecto, sin embargo, trata la minería como un asunto sectorial, sin integrar su impacto sobre los otros bienes comunes en el territorio.

Esta omisión profundiza tensiones como:

  • -la relación entre minería y disponibilidad hídrica,

  • -la calidad del agua y la exposición a mercurio,

  • -la sedimentación en ríos y quebradas,

  • -el aumento del riesgo socioambiental en zonas vulnerables,

  • -la falta de participación real de comunidades más allá de las cooperativas mineras.

En un contexto donde la Contraloría ya alertó sobre el rezago en el cumplimiento de la Estrategia Nacional de Biodiversidad, estos riesgos se agravan.

Hacia una discusión más amplia y honesta

El debate sobre Abangares no se resuelve entre “prohibir” y “permitir”.

Lo que el país necesita es un enfoque de gobernanza robusto que permita considerar:

  • -la justicia territorial y económica de las comunidades mineras,

  • -la protección de los bienes comunes naturales como base de la vida,

  • -el fortalecimiento institucional del MINAE desde una perspectiva de justicia ambiental,

  • -el replanteamiento de las actividades económicas en los territorios

  • -la participación comunitaria amplia,

  • -el reconocimiento y la reparación de los daños socioambientales acumulados por la actividad minera,
  • -y la planificación de largo plazo, no solo la administración de urgencias.

Mientras la institucionalidad ambiental siga debilitada, cualquier proyecto que amplíe o flexibilice actividades extractivas corre el riesgo de profundizar desigualdades y deteriorar los ecosistemas.

La encrucijada de Costa Rica frente a la minería

La discusión sobre la minería en Abangares no es únicamente un conflicto local: expone una tensión estructural que Costa Rica no ha logrado resolver desde hace décadas. El país se ha construido internacionalmente como un referente ambiental, basado en la conservación, la protección de cuencas, la descarbonización y una narrativa de bienes comunes ligados al bosque, el agua y la biodiversidad. Sin embargo, en paralelo, enfrenta presiones persistentes para habilitar o flexibilizar actividades extractivas —incluida la minería metálica— que chocan con ese mismo proyecto ambiental.

Esta contradicción atraviesa tanto la política pública como la institucionalidad: Costa Rica mantiene un marco legal restrictivo en minería metálica a cielo abierto, pero al mismo tiempo genera excepciones, prórrogas o mecanismos de continuidad para actividades extractivas que operan en zonas de alta fragilidad ecológica. Es un modelo que intenta convivir con dos lógicas opuestas: la del país “verde” y la del país “extractivo de subsistencia”. Y esa convivencia nunca ha sido resuelta de forma plena, transparente ni participativa.

El Proyecto de Ley 24.932 se inserta exactamente en ese punto de tensión. Busca proteger una actividad económica históricamente relevante para Abangares, pero lo hace dentro de una institucionalidad ambiental debilitada —como lo demuestra la Contraloría— y sin un marco estratégico que permita armonizar la urgencia económica con la protección de los bienes comunes naturales. En este escenario, aprobar más extracción sin fortalecer primero la gobernanza ambiental equivale a profundizar una contradicción ya existente: un país que se declara defensor de la naturaleza, pero carece de las herramientas para resguardar efectivamente sus territorios cuando las presiones económicas se incrementan.

La minería puede tener un lugar en la economía de ciertos territorios, pero ese lugar solo es sostenible si se construye desde un Estado ambiental fuerte, con participación social amplia, mecanismos de control robustos y una visión de país que reconozca que los bienes comunes no pueden ser sacrificados en nombre de la urgencia. Mientras Costa Rica no enfrente de manera honesta esta tensión estructural, la política ambiental seguirá atrapada entre la promesa de conservación y la realidad de un extractivismo que avanza más rápido que la capacidad estatal para regularlo.

Un pronunciamiento colectivo que alerta sobre los riesgos estructurales del Proyecto de Ley 24.932

Un amplio grupo de organizaciones socioambientales, comunitarias, académicas y culturales publicó un pronunciamiento que advierte sobre los riesgos del Proyecto de Ley N.º 24.932. El documento señala que, por más de una década, Abangares ha operado bajo excepciones legales, controles débiles y mecanismos que permiten la legitimación de oro de origen incierto. También alerta sobre la flexibilización del marco normativo, la falta de trazabilidad en las exportaciones, la presencia de economías criminales asociadas a la minería ilegal y los impactos ambientales y de salud vinculados al uso de sustancias tóxicas.

Las organizaciones sostienen que la figura de “minería artesanal” ha sido utilizada para encubrir operaciones de mayor escala y exigen trazabilidad real, auditorías socioambientales, licencias ambientales previas, sanciones efectivas y una coordinación institucional más fuerte. Este pronunciamiento aporta evidencia clave y refuerza la necesidad de revisar a fondo el proyecto de ley, así como abrir un debate nacional serio y participativo sobre el futuro de la minería en Costa Rica.

Pueden ver el pronunciamiento aquí.

Referencia

Asamblea Legislativa de Costa Rica. (2025). Proyecto de Ley N.º 24.932: Ley para la Protección de la Actividad Minera de Abangares. Asamblea Legislativa.

Contraloría General de la República. (2025). Informe DFOE-SOS-IAD-00010-2025: Auditoría de carácter especial sobre la rectoría ambiental del Ministerio de Ambiente y Energía. CGR.

Delfino.cr. (2025, noviembre). Organizaciones advierten sobre proyecto de ley que amplía los portillos normativos y favorece prácticas ilegales camufladas en minería de Abangares. Delfino.cr. 

Diversas organizaciones y personas firmantes. (2025). Pronunciamiento sobre el Proyecto de Ley N.º 24.932 y los riesgos socioambientales, económicos y jurídicos asociados a la minería en Abangares

Semanario Universidad. (2022, julio). Abangares enfrenta, temerosa, una tragedia ambiental que desnuda riesgos de la minería. Semanario Universidad.

Crédito de imágenes: La voz de Guanacaste y Semanario Universidad.

Te invitamos a profundizar en un tema clave para el país: la minería en Abangares. ¿Qué la caracteriza realmente? ¿Qué tensiones atraviesa? Conversamos con Cristin Torres, quien explica la dimensión histórica, social y ambiental de esta actividad, así como las contradicciones de un “desarrollo” que las comunidades siguen esperando.


Una entrevista imprescindible para comprender el presente y el futuro del territorio.