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Derecho de rectificación sobre el artículo “Nosara recupera la voz: Sala IV exige proteger bienes comunales frente a apropiaciones privadas”

En atención a la solicitud de rectificación presentada por la Asociación Cívica de Nosara, el Observatorio de Bienes Comunes de la Universidad de Costa Rica procede a ejercer el derecho de rectificación respecto al artículo titulado “Nosara recupera la voz: Sala IV exige proteger bienes comunales frente a apropiaciones privadas”, publicado el 23 de agosto de 2025.

Tras revisar de manera detallada la sentencia en firme Nº 25307-2025 de la Sala Constitucional, el Observatorio reconoce que el artículo original presentó serias inconsistencias en la interpretación del alcance jurídico real del fallo, así como un encuadre que no reflejó de forma adecuada su contenido literal, lo cual pudo inducir a interpretaciones incorrectas en el debate público.

  • -La Sala Constitucional no ordenó la paralización de obras, no dispuso la suspensión de trámites registrales ni dictó medidas cautelares de ningún tipo.
  • -La sentencia no declara apropiaciones indebidas, no analiza ni resuelve sobre titularidades registrales específicas, no se pronuncia sobre inscripciones irregulares ni ordena la recuperación de hectáreas o propiedades determinadas.
  • -El fallo no menciona ni atribuye responsabilidades a la Asociación Cívica de Nosara, no valida que bienes públicos se encuentren bajo su administración, ni solicita investigaciones sobre dicha organización u otros actores comunitarios.
  • -La resolución no remite el caso a otras instancias, como el Tribunal Supremo de Elecciones, ni establece consecuencias políticas.
  • -La Sala Constitucional no desarrolla doctrina general sobre la imprescriptibilidad de los bienes demaniales, sino que se pronuncia sobre un caso concreto, vinculado a una omisión administrativa específica.

Lo que sí establece la sentencia es que la Municipalidad de Nicoya incurrió en una omisión administrativa prolongada, razón por la cual se le ordena actualizar estudios técnicos, ambientales y registrales, coordinar interinstitucionalmente y, únicamente en caso de que dichos estudios lo justifiquen, iniciar las acciones administrativas o judiciales correspondientes, dentro de un plazo máximo de dieciocho meses.

Asimismo, resulta pertinente contextualizar esta rectificación. El artículo original fue publicado durante el mes de agosto de 2025, en un escenario en el que no se conocía el texto completo de la sentencia y estaba marcado por la circulación de contenidos anónimos y afirmaciones incorrectas en redes sociales y otros espacios digitales, relacionadas tanto con el fallo constitucional como con el rol de actores comunitarios en Nosara. A la luz de la revisión posterior, es razonable considerar que parte de la información disponible en ese momento pudo haber sido malinterpretada o amplificada sin una verificación suficiente de las fuentes primarias, contribuyendo a un clima de confusión informativa.

En ese marco, corresponde también aclarar que la Asociación Cívica de Nosara es una organización comunitaria sin fines de lucro con una trayectoria ampliamente documentada en la protección ambiental y la defensa de instrumentos de ordenamiento territorial en el distrito. En un territorio sometido a altas presiones inmobiliarias y turísticas, esta organización ha impulsado procesos de conservación que incluyen la protección de 250 hectáreas de bosque, actualmente en proceso de convertirse en Refugio Nacional de Vida Silvestre, así como la defensa de iniciativas de interés público como el Reglamento Temporal de Construcciones y el Plan Regulador.

Con esta publicación, el Observatorio de Bienes Comunes ajusta la información divulgada al alcance real del fallo constitucional y da por atendida la solicitud de rectificación presentada, reafirmando su compromiso con una comunicación pública rigurosa, responsable y respetuosa del derecho de respuesta.

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La pedagogía viva de Oscar Jara: educación popular, memoria y transformación

Oscar Jara Holliday es una de las voces más influyentes, rigurosas y queridas en la educación popular latinoamericana. Su aporte a la sistematización de experiencias —concebida no como técnica aislada, sino como proceso político-pedagógico profundamente articulado con la transformación social— se ha convertido en un referente continental para educadores, organizaciones, movimientos sociales y universidades.

Con enorme satisfacción compartimos este número especial de Diálogo entre Educadores, una edición que celebra su vida, su pensamiento y su legado colectivo, al tiempo que ofrece recursos formativos fundamentales para quienes trabajan desde la educación popular, la investigación crítica y los procesos comunitarios.

Un homenaje que es también una escuela

Este número no es solo un gesto de reconocimiento: funciona como una pequeña escuela de educación popular, donde el recorrido biográfico se entrelaza con conceptos, testimonios, herramientas y preguntas que han atravesado décadas de práctica pedagógica liberadora.

El homenaje recoge voces de Cuba y América Latina, reviviendo talleres, encuentros, procesos formativos y momentos de militancia pedagógica compartida con Oscar. En esos relatos, el lector encuentra lo que Jara siempre defendió: que el conocimiento es inseparable del afecto, la memoria y el compromiso con la vida de nuestros pueblos.

Un número cargado de recursos: herramientas, técnicas y aprendizajes

Desde ese cariño y reconocimiento a su legado, queremos compartir el nuevo número de Diálogo entre Educadores, una edición especialmente dedicada a la vida y los aportes de Oscar Jara. Este número reúne textos, herramientas, reflexiones y una entrevista que permiten acercarse a su manera tan humana y rigurosa de entender la educación popular y la sistematización de experiencias. Al ponerlo a disposición, buscamos que más personas, colectivos y procesos puedan seguir aprendiendo con él, desde la práctica y para la transformación.

El boletín recoge además:

  • Tarjetas pedagógicas (Tarjete-Ando) basadas en textos de Jara.

  • El Mosaico de la Praxis, una técnica participativa inspirada en su método.

  • Comparaciones claras entre sistematización, evaluación e investigación, uno de los aportes más citados del libro.

  • La ruta metodológica completa de la sistematización, con fases, preguntas clave y errores frecuentes.

  • Extractos del histórico debate del PLAS del CEAAL, donde se formaron las bases de la sistematización latinoamericana contemporánea.

  • Testimonios de educadores populares, que revelan el impacto humano y político de su pedagogía.

Cada sección funciona como un puente entre teoría, acción y memoria, algo que constituye el corazón de la propuesta de Oscar Jara.

Una invitación a seguir sistematizando para transformar

Este número especial recoge el espíritu profundo del libro de Jara: sistematizar es un acto de conciencia crítica y también un acto de esperanza.

Esperanza entendida no como espera pasiva, sino como potencia colectiva que se renueva cada vez que reconstruimos lo vivido, aprendemos de la experiencia y proyectamos futuros distintos.

Invitamos a leer, estudiar, compartir y poner en práctica este número. Es un homenaje, pero también un llamado: seguir aprendiendo con Oscar, seguir construyendo educación popular, y seguir sistematizando para abrir caminos hacia otros mundos posibles.

Aportes metodológicos y políticos de gran profundidad

Gracias a los aportes que Oscar Jara ha construido a lo largo de décadas —en diálogo con movimientos sociales, organizaciones y procesos formativos— este número recupera elementos esenciales de su propuesta pedagógica y metodológica. Su enfoque sobre la sistematización de experiencias, su mirada dialéctica de los procesos, y su insistencia en la articulación entre práctica, teoría y acción colectiva permiten comprender la profundidad política y transformadora de su trabajo.

1. La sistematización como producción de conocimiento situado

Oscar Jara insiste en que la sistematización no describe, sino que interpreta críticamente los procesos vividos, reconstruyendo sus relaciones, tensiones, etapas y sentidos. En su enfoque:

  • -La práctica es punto de partida y de llegada.

  • -El conocimiento emerge del diálogo entre sujetos colectivos.

  • -La teoría no es un decorado externo, sino un instrumento para profundizar la comprensión crítica.

  • -La sistematización produce saberes que vuelven a la comunidad para fortalecer su acción.

Esta perspectiva, ampliamente desarrollada en su libro, aparece aquí explicada a través de gráficos, herramientas, testimonios y debates históricos.

2. El enfoque dialéctico como columna vertebral

El libro y este número especial destacan cómo Oscar articula una epistemología dialéctica, donde el movimiento, la contradicción, el conflicto y la historicidad de los procesos son claves para comprender la experiencia social.

Por eso, en su texto La Concepción Metodológica Dialéctica, los Métodos y las Técnicas Participativas en la Educación Popular  Jara explica con claridad cómo:

  • -el método se vincula al horizonte político,

  • -las técnicas no pueden separarse del sentido ético y del proyecto emancipador,

  • -la participación es parte constitutiva del acto de conocer.

3. La sistematización como práctica transformadora

Una de sus afirmaciones centrales —reiterada tanto en su libro como en este número— es contundente:

“La sistematización convierte la práctica en fuente de conocimiento y la teoría en herramienta de acción.”

Desde esta perspectiva, sistematizar no es un cierre, sino una apertura: un acto de lectura crítica que ilumina nuevos caminos de lucha, de organización y de acción colectiva.

Queremos aprovechar para compartir algunos materiales que realizamos junto a Oscar Jara

1. La Concepción Metodológica Dialéctica, los Métodos y las Técnicas Participativas en la Educación Popular

Un texto imprescindible para comprender la articulación entre método, opción política y práctica participativa. Ofrece criterios para trabajar procesos educativos desde una perspectiva crítica y dialógica.

2. Entrevista que realizamos junto a Oscar Jara en Sentires y Saberes sobre educación popular y participación

Una conversación rica que aborda:

  • -los retos contemporáneos de la educación popular,

  • -el papel de la participación,

  • -la importancia de la memoria colectiva,

  • -las tensiones entre teoría y práctica,

  • -el potencial democratizador de la sistematización.

Es un material ideal para espacios de formación, talleres y procesos organizativos.

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Hospital sin Paredes: una historia vigente de salud comunitaria

El Hospital sin Paredes no es solo un capítulo destacado en la historia de la salud pública costarricense: es una lección viva sobre cómo una comunidad puede construir bienestar cuando la salud se entiende como un proceso social, participativo y profundamente humano. Hoy, compartimos una reedición del documento Nuestra Historia sin Paredes —preparada para poner nuevamente en circulación la memoria de esta experiencia— junto con dos entrevistas a Enid Cruz, quien vivió de cerca la construcción de este proyecto y el legado del Dr. Juan Guillermo Ortiz.

Un modelo de salud adelantado a su tiempo

El Hospital sin Paredes surgió como respuesta a las necesidades de comunidades rurales que permanecían excluidas de la atención médica tradicional. La experiencia innovó al romper —literalmente— las paredes que separaban al hospital de la vida cotidiana de la gente.

Esta propuesta acercó la salud a los hogares, formó auxiliares de enfermería elegidas por la comunidad, impulsó equipos interdisciplinarios, creó puestos de salud y organizó responsables de salud que articulaban la participación popular con el conocimiento técnico.

El hospital caminaba a la par de la comunidad: acompañaba, prevenía, enseñaba y construía soluciones colectivas frente a los problemas ambientales, sociales y económicos que afectaban la vida.

La voz de Enid Cruz: memoria y compromiso

En el video principal, Enid Cruz comparte su experiencia dentro del Hospital sin Paredes, recordando cómo el programa puso en práctica un enfoque integral y cercano con las comunidades. Sus vivencias revelan el espíritu de trabajo solidario que caracterizó al programa: un modelo donde escuchar, comprender y acompañar eran tan importantes como diagnosticar o tratar.

En un segundo video, Enid habla del Dr. Juan Guillermo Ortiz, figura central del proyecto. Su visión social de la salud permitió que el hospital se transformara en un espacio abierto, democrático y participativo, donde cada persona tenía algo que aportar para el bienestar común.

Leer el documento histórico

Como parte de esta conmemoración, ponemos a disposición la reedición de Nuestra Historia sin Paredes, un documento que recopila testimonios, datos, poemas de las comunidades, fotografías y análisis de un proceso que marcó un antes y un después para la salud en San Ramón y la región.

Es una invitación a volver sobre esa memoria desde el presente:
¿Qué podemos aprender hoy del Hospital sin Paredes?
¿Qué elementos de esa experiencia siguen siendo urgentes?

Un legado para los bienes comunes sociales

El Hospital sin Paredes ofrece aprendizajes muy valiosos para pensar los bienes comunes sociales —aquellos ámbitos esenciales para la vida que solo pueden sostenerse mediante prácticas colectivas de cuidado, acceso equitativo y responsabilidad compartida.

Tres enseñanzas centrales destacan:

1. La salud como construcción comunitaria: El programa mostró que la salud no se limita a la consulta médica. Requiere caminos, agua potable, organización, educación, alimentación, vivienda y participación. Es decir: la salud depende de los bienes comunes que sostienen la vida cotidiana.

2. La participación como derecho y como método: El lema “la salud es un derecho del pueblo y su participación un deber” expresaba algo fundamental: las comunidades no son beneficiarias pasivas, sino protagonistas del diseño y sostenimiento del sistema de salud. Esta visión sigue siendo crucial en tiempos donde la participación se fragmenta o reduce a trámites institucionales.

3. El vínculo entre conocimiento técnico y saberes populares: La experiencia de San Ramón demostró que profesionales y comunidades pueden construir soluciones juntos, reconociendo saberes locales, registrando datos, investigando causas y devolviendo la información a la población. Hoy, este diálogo es indispensable para cualquier gestión de bienes comunes.

Una historia viva

Aunque el programa enfrentó resistencias y fue debilitado por decisiones institucionales, su legado permanece. Es una memoria necesaria para seguir imaginando sistemas de salud más cercanos, participativos y justos.

Con esta nota, los videos y la reedición del documento original, invitamos a reconocer la vigencia del Hospital sin Paredes como un patrimonio social, un ejemplo de innovación pública y un recordatorio de que la salud —como la educación, el agua o el territorio— se sostiene mejor cuando se construye desde la comunidad.

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Monitoreos de Philippe: registro de impactos ambientales

Como parte de su trabajo de monitoreo ambiental, Philippe Vangoidsenhoven ha documentado diversas prácticas que generan preocupación tanto en zonas boscosas como en áreas públicas. Sus observaciones permiten visibilizar conflictos y daños potenciales al entorno, evidenciando la vulnerabilidad de estos territorios ante intervenciones humanas desordenadas. A continuación se presentan dos casos recientes que ilustran estas problemáticas.

Caso 1 — Chapeo de bosque privado y agresión a observador

Philippe registró la intervención en un bosque que hasta ahora no había sido tocado. Durante siete u ocho días, un grupo de cuatro o cinco personas realizó labores de chapeo. El terreno pertenece a una empresa ampliamente reconocida por la extracción de material de río y que, además, ha sido denunciada por extraer material de una loma en el cantón de Talamanca.

Tras denuncias previas, los responsables retiraron los rótulos de los camiones para evitar problemas legales. Al consultar a uno de los trabajadores sobre la razón del chapeo, este no ofreció una explicación clara. Philippe advierte que, en muchos casos, este tipo de acciones precede a la tala y posterior loteo de terrenos. En este caso, el bosque es montañoso y se desconoce el objetivo de la intervención.

Durante el monitoreo, Philippe también sufrió un incidente de violencia: mientras tomaba fotografías y registraba la situación con su celular, un hombre del lugar le gritó e intentó intimidarlo desde unos 100 metros, exigiéndole que dejara de tomar fotos. Philippe documentó el evento con la cámara de su carro y su celular, señalando que la percepción de la ley por parte de los responsables parece basarse más en caprichos que en la normativa vigente, lo que dificulta la protección ambiental.

Caso 2 — Uso desordenado de áreas públicas y playas

En otro monitoreo, Philippe observó que, especialmente durante los periodos de vacaciones, la zona pública y las playas sufren un uso desordenado y dañino. Personas que llegan a la zona realizan actividades de parqueo y ocupación de espacios públicos, incluyendo áreas que deberían ser refugio de fauna o patrimonio comunitario.

Philippe describe la situación como un “desastre total”, en la que el control por parte de las autoridades es limitado y la presión social y ambiental se intensifica. Este caso evidencia un problema recurrente en la gestión de espacios públicos y en la protección del litoral costarricense.

Caribe Sur bajo presión

Estos dos casos muestran patrones recurrentes de intervención humana en territorios sensibles, donde tanto la acción privada como el uso desordenado del espacio público generan riesgos significativos para los ecosistemas y la gestión comunitaria. En el Caso 1, el chapeo de un bosque montañoso, acompañado de agresión a un observador, evidencia la vulnerabilidad de los bosques ante prácticas no reguladas y caprichos individuales que pueden anticipar la tala y el loteo de terrenos. La falta de claridad sobre la finalidad de estas intervenciones refleja la debilidad institucional y la dificultad de aplicar la normativa ambiental en contextos de presión extractiva.

En el Caso 2, la ocupación descontrolada de playas y zonas públicas durante periodos de mayor afluencia demuestra cómo la presión social sobre espacios comunes contribuye al deterioro ambiental y al conflicto de usos. La incapacidad de las autoridades para regular estas prácticas refuerza la idea de que los territorios más frágiles —ya sea por su valor ecológico, social o cultural— requieren mecanismos de control y vigilancia más efectivos.

En conjunto, ambos casos revelan cómo actividades aparentemente dispersas o aisladas tienen efectos acumulativos sobre ecosistemas y comunidades. Bosques, ríos y playas son territorios vulnerables que no solo sufren daños físicos, sino también tensiones legales, sociales y éticas. La experiencia de Philippe muestra que la defensa ambiental exige monitoreo constante, visibilización de agresiones, y la construcción de capacidades comunitarias para resistir prácticas que ponen en riesgo bienes comunes y patrimonios naturales.

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Cuando el río habla más fuerte que las carrozas: del lema a la acción en el Río Frío

Este texto es un aporte del Grupo Defensa de la Cuenca Río Frío – Caño Negro para invitar a la reflexión sobre la distancia que existe entre las buenas intenciones y las palabras frente a las acciones en territorios donde el extractivismo avanza y se intenta ocultar los daños que se producen.

El sábado 6 de diciembre, Guatuso se llenó de luces, música y celebración durante el Festival de la Luz. Entre las carrozas que recorrieron el centro del cantón, una llamó especialmente la atención: la de la ASADA de San Rafael, que llevaba el mensaje “El agua nace en la naturaleza, cuidemos sus raíces”.

Un lema necesario, inspirador y absolutamente cierto. Pero también un llamado que, en el contexto actual del Río Frío, exige algo más que aplausos y fotografías: exige coherencia.

Mientras las carrozas desfilaban, el Río Frío —uno de los afluentes vitales para la región— continúa enfrentando un proceso acelerado de deterioro. La pérdida de piedras en su cauce, la erosión, la desaparición de pozas y los impactos de la extracción de materiales muestran un panorama que contrasta con la imagen festiva. Aparte de la erosión, gran parte del río donde antes se podía acceder fácilmente por pequeñas rampas hoy presenta paredes de entre 7 y 8 metros. Esto preocupa profundamente a los vecinos que protegen el río, sobre todo porque la extracción actual se realiza a apenas un kilómetro del Parque Nacional.

La comunidad se pregunta con indignación: ¿dónde está la gran estima al Río Frío que el cantón celebra en su himno, en festividades y en nombres de salones, restaurantes y comercios? La ASADA cuenta con un salón de reuniones llamado Río Frío y un letrero frente al Banco Nacional que lo identifica, mientras restaurantes y comercios llevan su nombre como orgullo del pueblo. Sin embargo, frente a la realidad del cauce, estos símbolos parecen decorativos: un enorme muro intenta contener la furia del río cuando crece, mientras los daños se acumulan silenciosamente. Además, el río forma parte de un corredor biológico, la ruta de los Maleku, lo que suma valor ecológico a esta historia de degradación.

La mirada comunitaria es clara y profunda: el Río Frío, que alimentó familias, fue ruta de transporte y espacio de recreación, está siendo matado por la mano del hombre, la avaricia y la falta de conciencia ambiental. Durante casi 40 años, tanto la cuenca alta como la baja han sufrido extracción, dragado, pérdida de lagunas y humedales para dar paso a pastizales y cultivos de tubérculos. A pesar de ello, los grandes empresarios turísticos en las partes bajas aún explotan el río para turismo de lanchas, ignorando que su caudal está compuesto por nueve afluentes —Frío, Quéquer, Cote, Venado, Muerto, Samen, Treminio, Celeste, Quebradón, Pejibaye, Cucaracha y Venado— y que la sedimentación ha reducido drásticamente su flujo.

Los vecinos, con la ayuda de Kioscos Socioambientales de la UCR y redes sociales, saben que el río está en estado crítico, como si tuviera “metástasis” o se encontrara en etapa terminal. Ni todo el dinero del mundo, ni las instituciones que se presentan como protectoras del ambiente, pueden devolverlo a su estado original según la evidencia que arroja la Contraloría Ambiental. El daño al pueblo de Maquengal y sus alrededores es irreparable, y la tristeza y desaliento de ver cómo se pierde un río que los vio nacer es profundo y compartido.

¿Por qué tanto lema hacia el río, pero tan poca acción real para defenderlo?

El monitoreo comunitario confirma que el Río Frío está perdiendo su capacidad natural de autorregularse y su equilibrio ecológico. En los tramos intervenidos, la remoción de piedras ha provocado cambios profundos: el cauce se vuelve más angosto y, aunque transporta menos agua, las riberas se han hecho mucho más profundas, formando paredones de hasta 8 metros donde antes había rampas naturales. Este estrechamiento, sumado a la pérdida de estructura en el fondo del río, ha generado corrientes más fuertes y peligrosas, aumentando el riesgo de desbordes y representando una amenaza directa para Guatuso centro, especialmente en época lluviosa.

Allí donde la comunidad ha resistido la venta de terrenos o la entrada de maquinaria, el río se mantiene vivo; donde no, el daño es evidente. Muchos habitantes expresan una mezcla de desesperanza y falsa tranquilidad, como si el río fuera indestructible. Pero el deterioro observado demuestra lo contrario: el Río Frío sí puede desaparecer tal como lo conocimos.

El mensaje de la carroza —aunque valioso— debe convertirse en un punto de partida, no en un cierre decorativo. Guatuso necesita que sus instituciones, organizaciones y ASADAS asuman un rol activo y coherente en la defensa del Río Frío, promoviendo transparencia, vigilancia y una gestión responsable del agua como bien común. En un tiempo donde los lemas se iluminan en las calles, el desafío es lograr que también iluminen las decisiones.

Lo que el Festival no mostró, el río sí

La distancia entre los mensajes festivos y la realidad que vive el Río Frío nos recuerda por qué el monitoreo comunitario es tan necesario. Mientras los lemas invitan a cuidar el agua, el cauce muestra otra historia: desgaste, silencios institucionales y procesos extractivos que avanzan más rápido que la protección.

Hallazgos principales del monitoreo comunitario:

  • Desaparición progresiva de piedras en el cauce: las piedras grandes, medianas y pequeñas han disminuido significativamente en las partes bajas, mientras que en las zonas altas —donde la comunidad no ha permitido maquinaria ni venta de terrenos— aún se conservan.
  • Alteración profunda del cauce y debilitamiento del río: el cauce se ha desplazado hasta 80 metros y el fondo se ha llenado de material suelto, impidiendo la formación de pozas y remolinos.
  • Erosión acelerada y pérdida de estabilidad en las orillas: paredes de hasta 8 metros, suelos expuestos y vegetación ribereña en decadencia, afectando la seguridad de la comunidad.
  • Desaparición de pozas tradicionales y afectación a la vida silvestre: pozas como la Poza del Remolino han desaparecido o cambiado de lugar; la fauna acuática se desplaza hacia las partes altas, señal de un desequilibrio creciente.
  • Pérdida del espacio público y del paisaje comunitario: limita recreación, turismo local y convivencia.
  • Incongruencias con los informes técnicos: el Estudio de Impacto Ambiental de Maquengal minimiza los impactos, mientras la observación comunitaria evidencia daños acumulativos y sostenidos.
  • Fortaleza de la memoria y la observación comunitaria: la comunidad conserva la memoria de un río fuerte, sonoro y lleno de vida; su conocimiento es indispensable para la gestión de los bienes comunes.
  • Una historia de abandono y explotación sostenida: los vecinos recuerdan que durante casi 40 años, la cuenca alta y baja ha sufrido extracción, dragado, pérdida de lagunas y humedales para pastizales y cultivos de tubérculos. La institucionalidad, los concesionarios turísticos y la propia comunidad han visto cómo se degrada un río que alimentó familias, sirvió de transporte y fue espacio de recreación. Hoy, muchos temen que el Río Frío se encuentre en etapa terminal, víctima de la avaricia y la falta de conciencia ambiental.

Esta historia es larga, triste y educativa: un río que durante décadas alimentó familias, sirvió de ruta y espacio de encuentro, hoy nos recuerda que los lemas no bastan. Para el Río Frío, la coherencia, la vigilancia y la acción real son urgentes.

Grupo Defensa de la Cuenca Río Frío – Caño Negro

Diciembre, 2025

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“¿Cómo es posible?”: la pregunta que revela la inconsistencia institucional en Calle Álvarez

La pasada visita del Observatorio de Bienes Comunes a la comunidad de Calle Álvarez, en Guatuso, sigue generando hallazgos que confirman la dimensión estructural del abandono institucional. Tras la publicación del caso —donde se evidenció la falta de inversión pública, la contradicción en la planificación territorial y la persistente extracción de materiales del Río Frío— nuevos testimonios refuerzan la pregunta central: ¿cómo es posible que una comunidad ubicada a menos de 500 metros del centro del cantón reciba respuestas que parecen más excusas que criterios técnicos?

Una lógica que no cierra

Durante una conversación reciente, un vecino de Calle Álvarez expresó con claridad la contradicción que vive la comunidad:

“Aquí lo que se escucha es que las instituciones no pueden hacer nada por nosotros, porque lo que hagan aquí —si rellenan o arreglan— afecta al centro. Pero uno se queda asustado… ¿Cómo es posible? Si somos parte del centro. ¿Cómo han rellenado y pavimentado San Rafael de Guatuso y nunca han tomado en cuenta que nosotros somos afectados?”

Este testimonio expone una situación que trasciende el deterioro físico de la calle. Se trata de una decisión institucional basada en criterios poco consistentes, donde las razones técnicas se invocan de manera selectiva: sirven para bloquear intervenciones en unos sectores, pero desaparecen cuando se avalan obras en otros.

El barrio más antiguo… y el menos atendido

La comunidad recuerda que Calle Álvarez es el barrio más antiguo de San Rafael de Guatuso. Sin embargo, cuando solicitan soluciones para el aislamiento que enfrentan en cada inundación, la respuesta es un “no se puede” constante.

Paradójicamente, mientras se niegan intervenciones en esta zona argumentando posibles afectaciones aguas abajo, otros barrios sí han recibido rellenos, pavimentación e intervenciones completas, sin que las instituciones planteen los mismos reparos hidráulicos.

La pregunta del vecino resume el sentimiento colectivo:
¿Cómo es posible que se use el argumento del riesgo solo cuando conviene, pero no para garantizar condiciones básicas de seguridad y movilidad?

¿Dónde están los estudios técnicos?

La comunidad también señala la ausencia de información clara:

“¿Dónde están los ingenieros hidráulicos de la Comisión de Emergencias? ¿Dónde están los estudios reales que digan qué se puede hacer para minimizar inundaciones y permitir que quienes quedamos incomunicados podamos salir en una emergencia?”

Esta ausencia de criterios actualizados y transparentes refuerza la percepción de improvisación y desigualdad institucional. Sin estudios sólidos, las restricciones parecen más una barrera política que una consideración técnica.

Aislamiento no es destino: es decisión

Lo que vive Calle Álvarez no es un hecho “natural” ni un problema inevitable. Es el resultado de una cadena de decisiones públicas que ha permitido:

  • -La extracción de materiales del río sin considerar los impactos acumulados.
  • -La autorización de proyectos en zonas vulnerables.
  • -La falta de inversión en infraestructura mínima para garantizar acceso.
  • -La ausencia de criterios uniformes y coherentes para planificar el territorio.

La vulnerabilidad, en este caso, no es una condición del territorio, sino una condición producida.

Seguimiento y llamado a la responsabilidad pública

Desde el Observatorio de Bienes Comunes continuaremos documentando y acompañando este caso. El testimonio del vecino no es una anécdota: es una evidencia clara de las contradicciones institucionales que profundizan las desigualdades territoriales.

Calle Álvarez exige —y merece— respuestas técnicas reales, decisiones transparentes y, sobre todo, la garantía de que ninguna comunidad quede aislada en emergencias por falta de voluntad política.

Galería

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Entre Mordor e Isengard: una lectura crítica de los planes de gobierno desde los bienes comunes – Cuaderno de Estudio

Costa Rica entra en una nueva contienda electoral, y entre las promesas y los discursos, hay una dimensión clave que pocas veces se examina con lupa: cómo los partidos entienden la naturaleza, el territorio y la vida común. Ese es el corazón del debate ambiental, aunque muchas veces quede escondido bajo tecnicismos o frases de campaña.

El nuevo Cuaderno de Estudio: Entre Mordor e Isengard propone entrar en ese debate desde otro lugar. Analizamos los capítulos de ambiente, recursos naturales, medio ambiente y temas afines presentes en los 20 planes de gobierno. Y cuando esos capítulos no existían o eran mínimos —como ocurre en varios casos— examinamos propuestas ubicadas en economía, desarrollo, infraestructura, promoción de actividades, turismo y sectores productivos, para interpretar lo que los partidos realmente plantean sobre el territorio y los bienes comunes.

La intención no es señalar partidos ni repetir sus promesas, sino interpelar la política: examinar los marcos, silencios y tensiones que atraviesan la manera en que el país se imagina su futuro ecológico.

Inspirado en la metáfora de Las Dos Torres, el cuaderno revela dos grandes fuerzas que ordenan el discurso ambiental electoral:

  • -Mordor: extractivismo clásico, desregulación, megaproyectos avanzando con mínima deliberación.

  • -Isengard: soluciones verdes que maquillan mercados, pagos por servicios ecosistémicos, economía azul y discursos de innovación que no cuestionan la lógica de fondo.

Ambas torres, aunque con ropajes distintos, comparten un mismo punto de partida: la naturaleza como recurso.

¿Qué hallamos al revisar los planes?
  • -En la mayoría de propuestas, el mar aparece como territorio vacío, listo para ser ocupado por marinas, turismo e infraestructura logística.

  • -La conservación se narra como “activo económico”, sin reconocer tejido comunitario ni gobernanza local.

  • -La desregulación se presenta como “modernización” para acelerar proyectos, debilitando controles ambientales.

  • -El crimen organizado se aborda sin conectar con el territorio, pese a su incidencia en costas, zonas turísticas y fronterizas.

  • -El sistema eléctrico se discute sin mencionar democracia energética, transiciones justas ni riesgos de privatización.

  • -El cambio climático se reduce a listados de obras, sin justicia climática ni reconocimiento de vulnerabilidades diferenciales.

  • -La agroindustria y los agroquímicos se normalizan, pese a los impactos sobre agua, salud y suelos.

  • -Los megaproyectos se tratan como “impulso al desarrollo”, sin análisis de acumulación de impactos ni participación ciudadana.

¿Qué es lo más llamativo?

Muchos planes comparten la misma matriz conceptual: territorios vistos como espacios disponibles, comunidades reducidas a “beneficiarios” y bienes comunes transformados en categorías económicas.

¿Qué aporta este cuaderno?
  • -Lecturas críticas de nociones ambientales presentes (y ausentes) en los planes.

  • -Actividades pedagógicas para analizar discursos sin caer en lógicas partidistas.

  • -Una revisión de megaproyectos y sus impactos esperados.

  • -Secciones sobre costas, crimen organizado, agroindustria, energía, cambio climático y desregulación.

  • -Un enfoque basado en ecología política, bienes comunes y el Acuerdo de Escazú.

  • -Una guía de uso para que cada lector contraste, cuestione y reinterprete las propuestas según sus valores y su territorio.

Este cuaderno no pide adhesiones.
Pide pensamiento crítico.
Pide mirar más allá de las torres y reconocer la fuerza de la Comunidad del Anillo: las personas, comunidades y territorios que sostienen la vida.

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Un decreto a la medida de nuestro modelo agroindustrial: agroquímicos y discursos simplificados

El Decreto Ejecutivo N.° 45310, publicado el 26 de noviembre de 2025, establece el nuevo Reglamento General para las Condiciones de Aplicaciones Terrestres de Agroquímicos. La narrativa oficial lo presenta como una normativa moderna, técnica, rigurosa y necesaria para ordenar la actividad agrícola. Sin embargo, visto desde los bienes comunes y la ecología política, el decreto revela algo distinto: una actualización operativa que mantiene intacta la estructura del modelo agroquímico nacional.

Costa Rica no enfrenta una crisis ambiental por falta de “procedimientos”. La enfrenta por la expansión de un régimen agroexportador intensivo, basado en monocultivos, altas cargas químicas y una gobernanza que históricamente ha priorizado la productividad sobre la sostenibilidad ecosistémica.

Por eso, esta nota plantea una lectura crítica del decreto: no para negar la necesidad de regulación, sino para evidenciar lo que regula, lo que omite y lo que profundiza.

¿Qué regula realmente el Decreto 45310?

El corazón del decreto está en definir cómo se deben aplicar los agroquímicos. Esto incluye criterios operativos, roles, sanciones y condiciones técnico-meteorológicas. Pero una lectura detallada muestra que el instrumento se centra en hacer «más eficiente la aplicación», no en reducir su uso ni en proteger bienes comunes.

Lo que sí regula

El decreto establece:

  • -distancias mínimas de no aplicación (entre 1 y 5 metros),

  • -procedimientos para calibración y uso de equipos,

  • -parámetros de velocidad del viento, temperatura y técnicas operativas,

  • -clasificación de equipos terrestres, incluyendo drones,

  • -obligaciones de aplicadores y patronos,

  • -procesos sancionatorios y administrativos.

En apariencia, se trata de un ordenamiento técnico.

Pero cuando se mira con atención, un patrón se vuelve evidente: las reglas están diseñadas para habilitar una aplicación más ágil, precisa y continua —no para limitarla.

Impactos sobre bienes comunes: lo que el decreto no mira

Aunque el decreto cita leyes ambientales, sus medidas no protegen de forma efectiva los bienes comunes esenciales. Las omisiones son tan importantes como lo que regula.

Agua: el bien común más vulnerable

El reglamento no establece distancias ni protecciones especiales para:

  • -ríos,

  • -arroyos,

  • -quebradas,

  • -nacientes,

  • -acuíferos,

  • -zonas de recarga.

Esto es especialmente grave en regiones donde las fuentes de agua han sido contaminadas históricamente por agroquímicos.

Suelo: la base silenciosa que sostiene la vida

El decreto no menciona:

  • -acumulación de residuos,

  • -persistencia de moléculas,

  • -pérdida de fertilidad,

  • -alteraciones microbianas.

El suelo es tratado únicamente como superficie de cultivo, no como ecosistema vivo.

Biodiversidad: invisibilizada en el reglamento

No se contemplan salvaguardas específicas para:

  • -fauna silvestre,

  • -polinizadores,

  • -corredores biológicos,

  • -zonas de alta fragilidad ecológica.

El ambiente aparece citado como un principio, pero no como un sujeto de protección concreta.

 

¿Qué revela este decreto sobre nuestro modelo agrícola?

Al analizarlo en conjunto, el Decreto 45310 deja ver las prioridades que organizan la política agrícola del país:

  • -el problema no es reducir químicos, sino aplicarlos “correctamente”;

  • -la competitividad agroexportadora pesa más que el principio precautorio;

  • -la regulación pertenece al ámbito técnico, no al participativo;

  • -las comunidades que viven la exposición diaria no están contempladas;

  • -los bienes comunes quedan subordinados a la operatividad productiva.

En otras palabras: se fortalece un modelo que necesita estos químicos para sostenerse. El decreto moderniza y legitima su aplicación, pero no cuestiona su razón de ser.

Impactos sobre bienes comunes: lo que el decreto no mira

Aunque el decreto cita leyes ambientales, sus medidas no protegen de forma efectiva los bienes comunes esenciales. Las omisiones son tan importantes como lo que regula.

La discusión pendiente: ¿cómo transitar hacia otro modelo?

Una política agrícola verdaderamente protectora debería contemplar:

  • -metas concretas para reducir el uso de plaguicidas,

  • -impulso real a la agroecología y la diversificación,

  • -zonas de amortiguamiento amplias y efectivas,

  • -monitoreo de mezclas y efectos acumulativos,

  • -participación de comunidades afectadas en la regulación,

  • -y una visión de los bienes comunes como base de vida, no como límite productivo.

Este decreto no inicia esa transición.
Más bien, hace más eficiente el modelo que ya mostró sus límites.

Sigue la tendencia

El Decreto 45310  confirma una tendencia preocupante: la regulación ambiental en Costa Rica continúa subordinada a la lógica del agronegocio. No transforma nada esencial; apenas ajusta la maquinaria para que el modelo agroquímico funcione con menos fricción y más eficiencia. En lugar de cuestionar la dependencia estructural de los plaguicidas, la norma normaliza y tecnifica esa dependencia, convirtiendo la gestión del riesgo en una serie de verificaciones operativas que ocultan el problema de fondo.

Este decreto es un recordatorio de algo fundamental: cuando una política pública solo ordena procedimientos sin tocar las causas, termina protegiendo el modelo, no a las personas ni a los ecosistemas. Los bienes comunes —el agua, los suelos, la biodiversidad y la salud de las comunidades— quedan relegados a notas de pie de página en un marco regulatorio que privilegia la competitividad y la continuidad productiva.

Si realmente queremos proteger la vida en los territorios, necesitamos asumir preguntas incómodas y estructurales:
-¿Qué agricultura queremos sostener?
-¿A quién beneficia este modelo?
-¿Quién absorbe sus costos?
-¿Y qué territorios quedan en la línea de fuego?

El Decreto 45310 ordena la superficie, pero no toca la raíz. Por eso, la discusión no puede cerrarse aquí.
Lo urgente —y lo honesto— es mantener abierta la mirada crítica sobre el modelo que da forma a estas normas, y sobre las relaciones de poder que deciden qué se regula y qué se deja sin proteger.

La discusión pública ya no puede seguir girando en torno a procedimientos. Es momento de hablar de la estructura, porque es ahí donde se decide el futuro de los territorios y de los bienes comunes

La política agrícola sigue subordinada a la competitividad

El Decreto 45310 incorpora una frase clave: proteger el ambiente siempre que no se obstaculice la competitividad.

Este principio, presentado como razonable, define las prioridades del país: la salud, los ecosistemas y la biodiversidad quedan condicionados al desempeño del sector agroexportador.

Esto refleja:

  • -el peso político del lobby agroindustrial (banano, piña, hortalizas intensivas);

  • -la continuidad de un modelo extractivo-exportador basado en agroquímicos;

  • -una visión tecnocrática que despolitiza el riesgo;

  • -y la marginación de comunidades afectadas en la toma de decisiones.

La protección ambiental no puede depender del rendimiento del modelo químico-productivo. Cuando así ocurre, la regulación se convierte en una herramienta al servicio de la productividad, no del bien común.

¿Qué requiere realmente Costa Rica?

Transformar el modelo requiere más que decretos que optimizan aplicaciones. Necesita una conversación honesta, profunda y participativa sobre:

  • -una reducción sostenida del uso de plaguicidas;

  • -el impulso real a la agroecología y la soberanía alimentaria;

  • -la protección estricta de ríos, nacientes, suelos y corredores biológicos;

  • -la regulación específica de mezclas y sinergias químicas;

  • -la participación activa de las comunidades rurales afectadas;

  • -y un enfoque de bienes comunes que reconozca que la salud de los ecosistemas es condición para la vida, no un obstáculo para la productividad.

Proteger la vida no se logra eliminando una molécula: se logra transformando el sistema que hace necesaria su aplicación continua.

El anuncio sobre el fipronil fue mediáticamente atractivo, pero desvió la atención del punto central: el Decreto 45310 consolida y agiliza un modelo agrícola altamente dependiente de químicos.

Si Costa Rica quiere cuidar a las personas, los territorios y la biodiversidad, necesita mucho más que gestos simbólicos. Necesita una política pública que vaya a la raíz del problema: un modelo que privilegia la competitividad y la aceleración productiva por encima del bienestar y los bienes comunes.

El debate está abierto.
Lo urgente es no perder de vista la estructura.

La participación ausente: una dimensión crítica del Decreto 45310

Un elemento que pasa desapercibido en la discusión pública —pero que resulta crucial desde la ecología política y la justicia socioecológica— es la ausencia total de mecanismos de participación social en la elaboración, aplicación o evaluación del Decreto 45310.

A lo largo del texto normativo, ni una sola vez aparecen conceptos como:

  • -participación ciudadana,

  • -consulta pública,

  • -comunidades afectadas,

  • -transparencia,

  • -rendición de cuentas,

  • -monitoreo comunitario,

  • -denuncias territoriales,

  • -información accesible.

Esto no es una omisión menor: revela la forma en que se construye la política agrícola y ambiental en Costa Rica cuando el tema son los agroquímicos.

Muestra un patrón histórico: las decisiones se toman en espacios cerrados, entre instituciones técnicas y sectores productivos, mientras las comunidades rurales —las que viven la exposición cotidiana— quedan fuera de la mesa. La regulación se formula como asunto estrictamente operativo, donde la eficiencia productiva pesa más que el derecho a participar, a saber y a decidir sobre aquello que afecta la salud y los territorios. Esta forma de gobernar convierte los bienes comunes en simples variables de gestión y reduce la democracia ambiental a un requisito secundario. En el fondo, el decreto reafirma un modelo donde el riesgo se define desde arriba, sin las voces que lo experimentan desde abajo.

 
Una regulación sin territorios ni voces comunitarias

El decreto define con extremo detalle:

  • -requisitos técnicos,

  • -procedimientos operativos,

  • -parámetros meteorológicos,

  • -obligaciones de aplicadores,

  • -sanciones administrativas.

Pero calla completamente sobre las poblaciones rurales que conviven diariamente con las aspersiones, sobre las escuelas rodeadas de monocultivos, sobre las comunidades que han denunciado contaminación del agua y sobre las personas trabajadoras agrícolas más expuestas.

Desde una perspectiva de participación ambiental, esto significa que el decreto:

  • -centraliza el poder regulatorio en el Estado y el sector productivo,

  • -deja fuera a quienes padecen los impactos,

  • -convierte lo ambiental en un asunto de calibración técnica,

  • -y despolitiza la gestión del riesgo, tratándola como un problema de eficiencia operativa.

Sin espacios para la democracia ambiental

Aunque Costa Rica decidió no ratificar el Acuerdo de Escazú, este decreto confirma por qué: su diseño es coherente con una institucionalidad que evita la participación, limita la transparencia y reduce la justicia ambiental a un trámite técnico. La no ratificación no es un accidente político; es parte de la misma lógica que hoy produce una regulación hecha sin comunidades, sin debate público y sin estándares de democracia ambiental:

  • -acceso a la información,

  • -participación pública en decisiones ambientales,

  • -justicia en casos de afectación.

Sin embargo, el Decreto 45310:

  • -no establece instancias de consulta para comunidades rurales,

  • -no contempla mecanismos para que las personas afectadas denuncien violaciones,

  • -no incorpora auditorías sociales territoriales,

  • -no garantiza transparencia sobre aplicaciones, sustancias o mezclas,

  • -no reconoce los conflictos socioambientales vinculados al uso de plaguicidas.

La regulación se formula sin democracia ambiental, y al hacerlo, reproduce las asimetrías de poder que sostienen el modelo agroexportador.

Participación ambiental como condición para una transición real

Una política agrícola que busque proteger la vida y los bienes comunes debería incluir:

  • -monitoreo comunitario del agua y de los agroquímicos aplicados,

  • -consultas públicas previas a emitir normas y excepciones técnicas,

  • -transparencia obligatoria sobre sustancias, volúmenes y zonas de aplicación,

  • -protocolos de participación para escuelas y centros de salud cercanos a cultivos,

  • -comités locales de seguimiento con voz vinculante,

  • -acceso a la información en tiempo real sobre condiciones de aspersión,

  • -mecanismos de denuncia y acompañamiento jurídico para comunidades afectadas.

Nada de esto está presente en el decreto.

La pregunta que queda abierta

Si la regulación agrícola se diseña sin las voces de quienes viven en los territorios y sin mecanismos efectivos de democracia ambiental, ¿a quién sirve realmente?

El Decreto 45310 ordena procedimientos, pero no abre espacios para que las comunidades definan sus prioridades, su seguridad, su salud o el futuro de sus bienes comunes.

Y sin participación ambiental, no hay posibilidad real de transición agroecológica, ni de justicia territorial, ni de protección efectiva de la vida.

Cómo leer esta tabla y por qué importa

Para cerrar el análisis del Decreto 45310, es útil detenerse en las tensiones estructurales que atraviesan la regulación del uso de agroquímicos en Costa Rica. La siguiente tabla ofrece una lectura crítica que condensa los principales elementos discutidos en la nota: el peso de la competitividad, la influencia del agronegocio, la despolitización del riesgo, la exposición desigual de comunidades y el impacto en los bienes comunes.

No busca repetir lo dicho, sino organizar las ideas clave para facilitar su comprensión, permitir comparaciones y abrir preguntas sobre el modelo agrícola que el país sigue reproduciendo. Es una herramienta para mirar el decreto no solo como un texto técnico, sino como el reflejo de decisiones políticas que afectan territorios, ecosistemas y formas de vida.

Eje de análisisQué muestra el decretoLectura crítica desde ecología política y bienes comunes
1. Competitividad como criterio centralLa protección ambiental queda condicionada a “no obstaculizar la competitividad”.La salud y el ambiente se subordinan al rendimiento agroexportador. Se prioriza la viabilidad del agronegocio, no el principio precautorio.
2. Influencia del lobby agroindustrialFlexibiliza distancias, incorpora drones y agiliza aplicaciones.Sectores bananeros y piñeros han impulsado históricamente regulaciones más permisivas; el decreto consolida esa agenda.
3. Modelo extractivo-exportadorReproduce un esquema agrícola dependiente de insumos químicos.El decreto no discute cómo reducir el uso de tóxicos; moderniza la infraestructura para seguir aplicándolos.
4. Agroquímicos como “tecnología inevitable”Enfatiza la precisión técnica como solución (equipos, condiciones, calibración).Reafirma el paradigma químico-productivista: el problema no son los tóxicos, sino cómo se aplican. No abre espacio para agroecología.
5. Despolitización del riesgoSustenta la norma en modelos técnicos, cálculos y estándares internacionales.El riesgo se presenta como asunto técnico, no de justicia ambiental. Se ocultan las desigualdades territoriales.
6. Invisibilización de los procesos acumulativosRegula eventos puntuales (una aplicación, una distancia, una condición).Las crisis ambientales responden a acumulación, sinergias químicas y exposición continua: nada de esto está contemplado.
7. Afectación de bienes comunesNo incluye medidas diferenciadas para agua, suelos o biodiversidad.El agua, el suelo y los polinizadores quedan desprotegidos. Se nombran como “recursos”, no como bienes comunes.
8. Exposición desigual de comunidadesDistancias mínimas (1–5 m), sin participación comunitaria en el diseño.Poblaciones rurales absorben los impactos sin voz en la regulación. Se reproduce la inequidad territorial.
9. Falta de horizonte de transiciónNormativa centrada en eficiencia operativa.No plantea caminos hacia modelos que reduzcan agroquímicos; se limita a hacer más eficiente su uso.
10. Preguntas estructurales abiertasLa norma no aborda el modelo agrícola a largo plazo.El país debe discutir qué agricultura quiere: ¿más intensificación química o transiciones agroecológicas reales?
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Cuando la rectoría ambiental pierde el rumbo: hallazgos críticos sobre la gobernanza del MINAE (2024-2025)

El reciente informe de la Contraloría General de la República (CGR) sobre la gobernanza de la política ambiental en el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) presenta un panorama que exige atención urgente. No se trata únicamente de debilidades administrativas; se expone una crisis estructural en la rectoría ambiental del país, justo cuando las tensiones territoriales, extractivas y climáticas son más severas que nunca.

El documento revela una institucionalidad ambiental sin dirección estratégica, sin una visión integral de los recursos naturales, sin mecanismos adecuados de monitoreo y con capacidades mermadas. Las funciones esenciales del Ministerio —liderar, coordinar, orientar, supervisar— se encuentran fragmentadas o delegadas en otras instituciones con mandatos distintos (como MIDEPLAN o Hacienda). Esto genera un vacío de gobernanza que termina dejando las decisiones ambientales sin brújula ni responsabilidad clara.

Las contradicciones internas también son profundas: traslape de funciones entre dependencias clave, ausencia de un marco ético, carencia de herramientas para gestionar riesgos, falta de transparencia, y nula evaluación de la satisfacción de las comunidades y sectores afectados por las políticas ambientales. Todo esto ocurre mientras las metas nacionales de biodiversidad, conservación y manejo de humedales presentan rezagos significativos.

El resultado es claro: una rectoría ambiental debilitada en un país cuya narrativa histórica de liderazgo verde ya no corresponde con la realidad institucional.

Dimensiones críticas de la política ambiental en un escenario de agotamiento, extractivismo y crisis climática

El informe no solo muestra fallas internas; también deja en evidencia cómo estas debilidades chocan con un contexto donde las tensiones ambientales son más complejas y profundas. En Costa Rica convergen hoy al menos cinco dimensiones críticas que exigen una rectoría ambiental fuerte, coherente y articulada:

1. El agotamiento de los bienes naturales como límite del modelo de desarrollo

Los territorios viven presiones crecientes sobre los bienes comunes: sobreexplotación del agua para agroindustrias, expansión inmobiliaria en cuencas y zonas costeras, pérdida acelerada de bosques secundarios, fragmentación de hábitats y degradación de humedales. La ausencia de políticas claras permite que el mercado, las presiones locales o los intereses económicos marquen el rumbo, debilitando la resiliencia ecológica y social del país.

2. La expansión de actividades extractivas “legales” y “a-legales”

Minería no metálica, turismo depredador, urbanizaciones en ZMT, monocultivos intensivos, acaparamiento de territorios, y en algunos casos captura territorial por crimen organizado. La falta de dirección del MINAE abre espacios para:

  • -permisología discrecional,

  • -licencias sin evaluación integral,

  • -omisiones de fiscalización, o

  • -uso instrumental de vacíos normativos.
    Es un escenario donde el extractivismo se abre paso “por ausencia” del Estado.

  • 3. La vulnerabilidad frente al cambio climático

    Inundaciones, sequías prolongadas, erosión costera, elevación del nivel del mar y pérdida de suelos agrícolas exigen políticas robustas de adaptación y mitigación. Sin embargo:

    • -no existe una estrategia ambiental integral,

    • -los riesgos no son evaluados,

    • -no hay indicadores unificados,

    • -y la planificación está desconectada entre dependencias.

    Una institucionalidad frágil simplemente no puede liderar procesos de adaptación territorial con la urgencia que exige la crisis climática.

4. La creciente conflictividad socioambiental

Comunidades enteras enfrentan proyectos que afectan sus ríos, bosques, acuíferos y formas de vida. La falta de rectoría provoca:

  • -indefensión jurídica,

  • -falta de información oportuna,

  • -procesos de participación simbólica,

  • -decisiones sin transparencia,

  • -y desgaste en la confianza hacia el Estado.

La desarticulación institucional fomenta escenarios donde las comunidades deben suplir tareas de monitoreo, fiscalización y denuncia.

5. La fragilidad institucional ante la captura y la opacidad

La CGR señala la ausencia de un sistema de rendición de cuentas, la inexistencia de un código de ética y la falta de control interno. Esto abre la puerta a:

  • -discrecionalidad,

  • -riesgos de corrupción,

  • -debilitamiento del control público,

  • -y pérdida de credibilidad.

En un contexto marcado por grandes intereses económicos, estos vacíos pueden convertirse en puntos de entrada para influencias indebidas.

Hallazgos y desafíos
Hallazgo clave del informeQué significaDesafío para defensoras, comunidades y organizaciones
Rectoría ambiental fragmentadaNo hay liderazgo estratégico del Ministro; las direcciones y órganos desconcentrados funcionan como islas.Exigir coherencia interinstitucional y fortalecer articulaciones locales que compensen la falta de coordinación estatal.
Ausencia de una estrategia integral de política ambientalNo existe un plan que integre temáticas como mares, humedales, agua potable o biodiversidad.Visibilizar vacíos de política y presionar por planificación basada en ciencia y participación comunitaria.
Seguimiento de la política ambiental delegado a MIDEPLAN y no al MINAEEl órgano rector no monitorea los avances ambientales, lo hace otra institución con fines distintos.Generar monitoreo ciudadano y comunitario que complemente o cuestione el seguimiento oficial.
Traslape y falta de coordinación entre SEPLASA y la Dirección de PlanificaciónFunciones duplicadas o reactivas, falta de claridad en roles y responsabilidades.Documentar casos donde la descoordinación genera afectaciones en territorios o ecosistemas.
Carencia de un sistema de valoración de riesgos (SEVRI)La institución no identifica ni gestiona riesgos ambientales o institucionales.Señalar riesgos emergentes (crimen organizado, turismo depredador, expansión inmobiliaria, minería, etc.).
Falta de controles de transparencia y rendición de cuentasNo existe sistema unificado de información; los reportes dependen de órganos desconcentrados.Demandar acceso a datos, trazabilidad y apertura de decisiones ambientales.
No se evalúa la satisfacción de partes interesadasLas comunidades y organizaciones no son escuchadas ni consideradas en el ciclo de política.Fortalecer espacios de participación y exigir mecanismos vinculantes.
Inexistencia de un código de ética institucionalNo hay marco de valores que oriente la gestión pública ambiental.Insistir en la probidad, independencia técnica y ética pública como pilares de la rectoría ambiental.
Dependencia excesiva de cooperación internacional por falta de capacidades internasDebilidad estructural para ejecutar funciones básicas.Plantear la urgencia de fortalecer recursos técnicos y humanos nacionales.
Cuidar los bienes comunes cuando la institucionalidad se debilita

La defensa de los bienes comunes naturales —agua, bosques, humedales, mares y biodiversidad— depende de un Estado capaz de orientar, regular y proteger. El informe de la CGR muestra que hoy esa capacidad se encuentra gravemente comprometida. Esta fragilidad institucional tiene efectos directos en los territorios: más conflictos, más presiones extractivas, menos capacidad de control, mayor desprotección para quienes defienden la vida.

En este escenario, el reto para las comunidades, organizaciones y personas defensoras es doble:
sostener la vigilancia y la organización territorial, y exigir la reconstrucción de una institucionalidad ambiental fuerte, ética, transparente y participativa que pueda enfrentar la crisis ecológica y climática del presente.

Los palestinos se reúnen para protestar contra la guerra en curso entre Israel y Hamas y el bloqueo israelí de la Franja de Gaza, en la ciudad de Gaza, 26 de marzo de 2025. Más de 50,000 palestinos y más de 1,400 israelíes han sido asesinados, según el Ministerio de Salud de Palestina y las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), desde que militantes de Hamas lanzaron un ataque contra Israel desde la Franja de Gaza el 07 de octubre de 2023, y las operaciones israelíes en Gaza y Cisjordania que le siguieron. (Protestas) EFE/EPA/MOHAMMED SABER

La revolución palestina de Rodolfo Walsh: un libro necesario para este tiempo

Este libro forma parte del catálogo de Dyskolo, un proyecto editorial sin ánimo de lucro que busca establecer una nueva relación entre quienes escriben y quienes disfrutan de la lectura. Su trabajo apuesta por la circulación libre, solidaria y cooperativa del conocimiento. Más información en dyskolo.cc.

Un libro que vuelve cuando más falta hace

En un momento histórico en el que la violencia y el desplazamiento forzado vuelven a atravesar al pueblo palestino, recuperar La revolución palestina de Rodolfo Walsh es más que un acto de lectura: es un gesto necesario. Publicado originalmente en 1974, el libro reúne las crónicas que Walsh escribió como enviado especial a Medio Oriente, donde cubrió la situación de los refugiados palestinos, la organización de la resistencia y el impacto regional de un conflicto que el mundo intentaba simplificar.

Walsh viajó a Beirut, recorrió campamentos devastados, entrevistó a líderes de la resistencia e, incluso en medio de la guerra, conversó con familias que habían perdido todo. Del periodista que desnudó la masacre de José León Suárez y la maquinaria represiva de la dictadura argentina, emerge aquí una mirada que combina rigor, sensibilidad y una profunda ética política.

Una lectura desde América Latina, con ojos abiertos

La gran potencia del libro es que se sitúa lejos de los discursos oficiales y las narrativas que buscaban reducir a los palestinos a meros actores secundarios. Walsh escribe desde la perspectiva del pueblo expulsado, desde la tierra bombardeada, desde la precariedad material y moral de quienes luchan por existir. No es una crónica “neutral”—porque Walsh entendía que la neutralidad ante la injusticia es una forma de complicidad—pero tampoco es un panfleto.

Su escritura revela, explica y contextualiza: reconstruye la historia del desplazamiento palestino, desmonta la propaganda colonial, explica los intereses imperiales en la región y, sobre todo, escucha. Hay niños, campesinos, combatientes, madres en duelo y jóvenes que se organizan porque ya no tienen otro camino.

Una pieza periodística imprescindible

Las crónicas incluidas en La revolución palestina son testimonios de una época y, al mismo tiempo, documentos que dialogan con el presente. Walsh describe el funcionamiento interno de las organizaciones palestinas, la importancia de la batalla de Karameh como punto de inflexión, y la vida cotidiana en campamentos donde el exilio se transformó en identidad colectiva. Hoy, esa historia vuelve a resonar con fuerza ante el genocidio que está siendo perpetrado contra el pueblo palestino, una violencia sistemática que prolonga décadas de despojo y ocupación.

La fuerza del texto reside en la claridad con la que el autor expone la relación entre colonización, expulsión y resistencia. Lo hace sin tecnicismos innecesarios y sin romantizar la guerra: escribe sobre personas reales enfrentadas a decisiones extremas, abandonadas por gran parte del mundo, tal como continúa ocurriendo en la actualidad, cuando la destrucción masiva de vidas y territorios confirma la urgencia de nombrar y denunciar el genocidio en curso.

El valor de volver a leer a Walsh hoy

Leer este libro en 2025 ilumina no solo el pasado, sino también los mecanismos contemporáneos de despojo, ocupación y violencia estatal. Walsh nos recuerda que detrás de cada cifra y cada titular hay historias, rostros y memorias que merecen ser contadas. Su mirada latinoamericana aporta un contrapunto fundamental: establece analogías con las luchas de la región, vincula las experiencias de dominación y argumenta por qué Palestina debe entenderse como una causa global.

En tiempos de desinformación y superficialidad mediática, la escritura de Walsh recupera la integridad del periodismo que interpela, incomoda y resiste.

Compartir lectura, compartir memoria

Gracias al trabajo de Dyskolo, este libro puede circular libremente y llegar a manos que quizás nunca lo hubieran conocido. Publicarlo bajo licencias abiertas no solo democratiza el acceso: también honra el espíritu crítico y emancipador que atraviesa toda la obra de Walsh.

Invitamos a leerlo, discutirlo y compartirlo.

Porque La revolución palestina no es solo un libro: es una puerta para comprender un conflicto que sigue marcando la historia del mundo.

¿Quién fue Rodolfo Walsh y por qué importa leerlo hoy?

Rodolfo Walsh (1927–1977) fue uno de los periodistas y escritores más influyentes de América Latina. Desde Operación Masacre hasta su labor en Prensa Latina y su militancia política, desarrolló una ética de la palabra comprometida con las luchas populares y con el derecho de los pueblos a conocer la verdad. Su escritura combinó rigor, investigación y una profunda sensibilidad hacia quienes la historia suele dejar fuera del relato oficial.

Walsh entendió la comunicación como un campo de disputa frente a la injusticia. Por eso, en plena dictadura argentina, decidió escribir y difundir su Carta Abierta a la Junta Militar, uno de los documentos más contundentes contra el terrorismo de Estado, donde denunció desapariciones, torturas, persecuciones y el modelo económico que sustentaba la represión. Ese acto de denuncia pública lo convirtió en un objetivo para la dictadura: fue asesinado y desaparecido en marzo de 1977, al día siguiente de hacer circular la Carta, como represalia directa a su valentía y compromiso con la verdad.

Su obra sobre Palestina forma parte de la misma coherencia ética: mirar de frente la violencia, comprender sus causas y narrarla desde el lado de quienes luchan por existir. Leerlo hoy es recuperar una práctica periodística y política basada en la memoria, la honestidad y la defensa innegociable de la dignidad humana.