crecimiento

Poder empresarial y concentración de la riqueza o Desigualdad S.A ¿cómo se relacionan?

Aprovechamos la publicación del Informe de Oxfam titulado «Desigualdad S.A. El poder empresarial y la fractura global» para reflexionar sobre las implicaciones que tiene la actual aceleración de la concentración de riqueza en el mundo, especialmente en torno a eso que llamamos los milmilloarios, y principalmente, cómo esto afecta a nuestras vidas.

Un sólo dato nos contextualiza, para inicios del 2024, 4 800 millones de personas son más pobres que en 2019, con este escenario, problematizamos la relación que existe entre la precarización de las condiciones de vida de la mayoría de las personas, con la contrastente época dorada de altas ganancias de las megaempresas ¿Cómo esto se relaciona?

A partir de esta infografía, colocamos algunas dinámcias que debemos tener en mente cuando observamos estos fenómenos, el poder de decisión que tienen las elites en las políticas públicas, pero tambien, en el mundo privado y  los negocios, que evidencian su capacidad de influencia y control, mismo mediante el cual, procuran garantizar sus condiciones de riqueza ¿Qué consecuencias tiene esto?

Pueden ver el Informe completo de OXFAM aquí.

Les invitamos a debatir sobre las implicaciones de estos fenómenos sobre nuestras vidas.

PDFImagen

portada redes

Bienes Comunes y criminalización de la protesta social

Como región centroamericana atravesamos importantes desafíos, no sólo en materia socioeconómica que erosiona la calidad de vida de millones de personas en nuestros países, sino también aquellas desigualdades socioambientales que provocan daños en nuestra salud, trabajos y nos obligan a plantearnos el abandono de nuestros territorios.

Sin embargo, estas desigualdades socioambientales vienen acompañadas de diversas actividades económicas que en muchos casos son las responsables directas de los procesos de despojo y sobrexplotación que viven nuestros territorios.

Muchas de nuestras comunidades deciden realizar procesos de denuncia a través de movilizaciones para evidenciar las afectaciones, pero también procesos para exigir que la institucionalidad responsable responda ante las afectaciones que vivimos.

La respuesta a esto ha sido la estigmatización y criminalización de nuestras acciones. Actores con mucho poder han generado mecanismos mediante los cuales nuestros líderes y lideresas resultan ser los culpables, provocando no sólo daño moral, sino peligrando sus vidas.

Ante esto, se hace necesario que reflexionemos sobre estos mecanismos y las implicaciones que tienen para nuestras organizaciones. Por esta razón les compartirnos este documento que procura aportarnos algunos elementos para problematizar esta realidad que nos atañe a todas y todos.

Pueden descargar el documento aquí.

elecciones

Boletín del Observatorio de Bienes Comunes: Desigualdades socioambientales y elecciones

Nos acercamos a un nuevo proceso electoral en Costa Rica, marcado por la continuidad de la Pandemia de la Covid-19 y la imperante necesidad de la reactivación económica.
Esta situación ha empujado a muchos sectores a utilizar su influencia para posicionar sus intereses en las diversas agendas: mediáticas, políticas, económicas y cómo no, electorales.

Este boletín les invita a reflexionar estos procesos en clave de desigualdades socioambientales, es decir ¿Cuáles son aquellas relaciones predominantes entre los diversos sectores y su estructuración al respecto de los bienes naturales presentes en el territorio? Jerarquías, influencias, despojos, explotación o marginalidad son temas que se visibilizan cuando pensamos desde la desigualdad.

Leer y reflexionar desde esta perspectiva enriquece nuestra interpretación individual, pero también colectiva al respecto de este ciclo electoral que está por iniciar. Nos ayuda a descifrar lo “no dicho” en los discursos, es decir los intereses encubiertos. A partir de esta reflexión y el descubrimiento de las diversas relaciones desiguales que estamos padeciendo, debe ser punto focal para posicionar nuestro descontento , pero también en la construcción de propuestas que partan desde nuestros territorios.

Esperamos que este boletín favorezca esa lectura crítica, y contribuya en sus procesos individuales y colectivos a repensar la política electoral desde nuestros territorios.

Pueden descargar el boletín aquí

Les ofrecemos esta infografía al respecto:

Para descargar PDF o Imagen

cultivo

Explorando las venas abiertas de los bienes comunes: La tierra y la soberanía alimentaria – Artículo e infografía Semanario Universidad

 

¿Es lícito confundir la profundidad de una clase con el bienestar de un país?
Eduardo Galeano

Parece curioso hablar sobre la tierra en tiempos de la exacerbación tecnológica y la economía del conocimiento; sin embargo, reflexionar sobre la situación de la tierra en Costa Rica no es un asunto menor. La tierra es un bien común no renovable, que nos alberga y garantiza muchos otros (agua, bosques, biodiversidad, alimentos), que tiene un lazo intrínseco para el sostén de la vida. Por ello, resulta relevante cuestionarnos: ¿En qué situación se encuentra el uso y tenencia de la tierra?

Una de las principales dimensiones que nos ayudan a caracterizar la “salud” de la tierra en nuestras sociedades es la forma y modo en que se encuentra distribuida. Por esta razón, nos gustaría dar algunas pistas al respecto. Si miramos el Censo Agropecuario del 2014, nos enteramos de que el país cuenta con una extensión de 2,4 millones de hectáreas con fincas agropecuarias. Esto es casi el 47% de la superficie total del territorio nacional.

Según el Plan Nacional de Agricultura Familiar de Costa Rica 2020-2030, solamente el 26% de todas las fincas forma parte de la agricultura familiar. Estas se destinan a todos los usos (pasto, bosque, siembra) y su extensión promedia las 12.6 hectáreas. Otro 56% del total de la superficie con producción agropecuaria, corresponde a fincas de 100 o más hectáreas. Es significativo el número de fincas con tales dimensiones, en comparación con las de agricultura familiar, por lo que nos cuestionamos: ¿qué se está sembrando en esas grandes fincas?

Según el Censo del 2014, el 32% de la producción total corresponde tanto a cultivos agroindustriales (palma aceitera y caña azúcar) como a frutas frescas (piña, banano, melón, naranja). Ambas son actividades orientadas a la agroexportación y dependientes de grandes extensiones de tierra para su productividad y rentabilidad. En cambio, si sumamos arroz, maíz, frijol, papa y cebolla, a lo sumo se llega al 5% de la tierra sembrada, sin importar la extensión de la finca, lo cual nos permite afirmar que hay una presencia minoritaria de cultivos para el consumo local.

Si afinamos nuestra observación, nos damos cuenta de que la producción de alimentos en realidad es bastante reducida, ya que si sumamos la extensión de ganado vacuno y café, ambos representan el 50% de la producción total de estas fincas. Es así que la producción de alimentos se encuentra en una tendencia de disminución por la imposición del modelo de la agroindustria, colocando a la soberanía alimentaria en una alta vulnerabilidad.

Recordemos que con esta pandemia, la condición de las pequeñas producciones ha sido golpeada y se ha disminuido la demanda de su producción. Sus canales de distribución y comercialización se han visto perjudicados, agudizando esta tendencia a disminuir su presencia en la economía nacional, lo cual es preocupante.

Aquí encontramos dos tendencias: por un lado tenemos una mayor concentración de la tierra en pocas manos bajo producción agroindustrial, y por otro lado un modelo de agricultura familiar que se ha visto obligado a competir con la producción agroindustrial, desplazando otros cultivos y profundizando las desigualdades socioeconómicas.

Esta tendencia histórica hacia la agroindustria profundiza el uso de agroquímicos para el sostenimiento de la producción, haciendo caso omiso al impacto ambiental y las externalidades negativas. Finalmente, han sido las comunidades que viven alrededor de estas grandes plantaciones, las que se han visto directamente afectadas por la contaminación de sus fuentes de agua, o enfermedades en la piel, respiratorias y digestivas.

¿Qué nos dice todo esto? Hay una creciente desigualdad en el acceso y el tipo de actividades agropecuarias. La situación se vincula estrechamente con los extractivismos, ya que es un modelo productivo basado en la agroindustria y la ganadería de grandes extensiones, que impregnan y redefinen el sentido de las prácticas sobre la tierra, sin importar de qué tipo de extensión hablemos.

Cuando veamos las estadísticas del comercio exterior alegrándose de las grandes exportaciones de la agroindustria, recuerden que la salud de la democracia pasa también por la tierra, y como dice el dicho “quien por mucho deja lo poco, suele perder lo uno y lo otro”. La agricultura familiar campesina representa una forma de propiedad y gestión más equitativa y democrática de la tierra, si continúa esta posiciòn minoritaria y al margen de sistemas agroecológicos, seguiremos vulnerando nuestros bienes comunes naturales, y con esto el sostén de nuestra vida.

Observatorio de Bienes Comunes Agua y Tierra

Luis Andrés Sanabria Zaniboni

Puede descargar el artículo aquí.

 

Tomado de: https://semanariouniversidad.com/opinion/explorando-las-venas-abiertas-de-los-bienes-comunes-la-tierra-y-la-soberania-alimentaria/