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Participación Ambiental en Costa Rica – Dr. Fernando Cruz Pdte.Corte Suprema de Justicia Costa Rica

Nos acompaña en esta ocasión el Dr. Fernando Cruz Presidente de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica con quien conversamos sobre la situación de la Participación Ambiental en Costa Rica. Desde la Declaración de Río de 1992 la Participación Ambiental ha atravesado períodos de apoyo y otros de retrocesos ¿Cuál es la condición actual en Costa Rica? ¿Cuáles desafíos podemos identificar? y ¿Cómo afecta esto la democratización de nuestras sociedades? Estas son algunas de las cuestiones que abordamos en esta entrevista.

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¿Qué pasa con el Acuerdo de Escazú? | Especial Día de la Tierra (video) – Coproducción Era Verde-Palabra de Mujer-Observatorio-Kioscos

Les invitamos a ver este programa especial transmitido el 22 de abril en el marco del día Mundial de la Tierra, se conversó sobre la situación que afrontan los y las defensores ambientales en Costa Rica en el marco de la postergación por parte de Costa Rica de la ratificación del Acuerdo de Escazú.

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Explorando las venas abiertas de los bienes comunes: La tierra y la soberanía alimentaria – Artículo e infografía Semanario Universidad

 

¿Es lícito confundir la profundidad de una clase con el bienestar de un país?
Eduardo Galeano

Parece curioso hablar sobre la tierra en tiempos de la exacerbación tecnológica y la economía del conocimiento; sin embargo, reflexionar sobre la situación de la tierra en Costa Rica no es un asunto menor. La tierra es un bien común no renovable, que nos alberga y garantiza muchos otros (agua, bosques, biodiversidad, alimentos), que tiene un lazo intrínseco para el sostén de la vida. Por ello, resulta relevante cuestionarnos: ¿En qué situación se encuentra el uso y tenencia de la tierra?

Una de las principales dimensiones que nos ayudan a caracterizar la “salud” de la tierra en nuestras sociedades es la forma y modo en que se encuentra distribuida. Por esta razón, nos gustaría dar algunas pistas al respecto. Si miramos el Censo Agropecuario del 2014, nos enteramos de que el país cuenta con una extensión de 2,4 millones de hectáreas con fincas agropecuarias. Esto es casi el 47% de la superficie total del territorio nacional.

Según el Plan Nacional de Agricultura Familiar de Costa Rica 2020-2030, solamente el 26% de todas las fincas forma parte de la agricultura familiar. Estas se destinan a todos los usos (pasto, bosque, siembra) y su extensión promedia las 12.6 hectáreas. Otro 56% del total de la superficie con producción agropecuaria, corresponde a fincas de 100 o más hectáreas. Es significativo el número de fincas con tales dimensiones, en comparación con las de agricultura familiar, por lo que nos cuestionamos: ¿qué se está sembrando en esas grandes fincas?

Según el Censo del 2014, el 32% de la producción total corresponde tanto a cultivos agroindustriales (palma aceitera y caña azúcar) como a frutas frescas (piña, banano, melón, naranja). Ambas son actividades orientadas a la agroexportación y dependientes de grandes extensiones de tierra para su productividad y rentabilidad. En cambio, si sumamos arroz, maíz, frijol, papa y cebolla, a lo sumo se llega al 5% de la tierra sembrada, sin importar la extensión de la finca, lo cual nos permite afirmar que hay una presencia minoritaria de cultivos para el consumo local.

Si afinamos nuestra observación, nos damos cuenta de que la producción de alimentos en realidad es bastante reducida, ya que si sumamos la extensión de ganado vacuno y café, ambos representan el 50% de la producción total de estas fincas. Es así que la producción de alimentos se encuentra en una tendencia de disminución por la imposición del modelo de la agroindustria, colocando a la soberanía alimentaria en una alta vulnerabilidad.

Recordemos que con esta pandemia, la condición de las pequeñas producciones ha sido golpeada y se ha disminuido la demanda de su producción. Sus canales de distribución y comercialización se han visto perjudicados, agudizando esta tendencia a disminuir su presencia en la economía nacional, lo cual es preocupante.

Aquí encontramos dos tendencias: por un lado tenemos una mayor concentración de la tierra en pocas manos bajo producción agroindustrial, y por otro lado un modelo de agricultura familiar que se ha visto obligado a competir con la producción agroindustrial, desplazando otros cultivos y profundizando las desigualdades socioeconómicas.

Esta tendencia histórica hacia la agroindustria profundiza el uso de agroquímicos para el sostenimiento de la producción, haciendo caso omiso al impacto ambiental y las externalidades negativas. Finalmente, han sido las comunidades que viven alrededor de estas grandes plantaciones, las que se han visto directamente afectadas por la contaminación de sus fuentes de agua, o enfermedades en la piel, respiratorias y digestivas.

¿Qué nos dice todo esto? Hay una creciente desigualdad en el acceso y el tipo de actividades agropecuarias. La situación se vincula estrechamente con los extractivismos, ya que es un modelo productivo basado en la agroindustria y la ganadería de grandes extensiones, que impregnan y redefinen el sentido de las prácticas sobre la tierra, sin importar de qué tipo de extensión hablemos.

Cuando veamos las estadísticas del comercio exterior alegrándose de las grandes exportaciones de la agroindustria, recuerden que la salud de la democracia pasa también por la tierra, y como dice el dicho “quien por mucho deja lo poco, suele perder lo uno y lo otro”. La agricultura familiar campesina representa una forma de propiedad y gestión más equitativa y democrática de la tierra, si continúa esta posiciòn minoritaria y al margen de sistemas agroecológicos, seguiremos vulnerando nuestros bienes comunes naturales, y con esto el sostén de nuestra vida.

Observatorio de Bienes Comunes Agua y Tierra

Luis Andrés Sanabria Zaniboni

Puede descargar el artículo aquí.

 

Tomado de: https://semanariouniversidad.com/opinion/explorando-las-venas-abiertas-de-los-bienes-comunes-la-tierra-y-la-soberania-alimentaria/

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¿Otro observatorio?….¡pero de bienes comunes!

Nuestro contexto está siendo remodelado por una de las mayores crisis de las que podamos tener memoria, tanto por sus afectaciones inmediatas, como por las consecuencias que llegará a extender en nuestras formas de relacionarnos. Sin embargo, algo desafía las condiciones actuales, lo común se muestra como un pilar que está defendiendo la vida, por esta razón es importante pensar cómo lo común está presente en nuestras relaciones y espacios.

Podemos empezar visitando nuestras memorias socioecológicas, ahí recordamos escuchar historias sobre los bosques, los ríos, los parques y cómo a partir del vínculo con esos entornos surgieron saberes y prácticas que enriquecieron nuestras experiencias. También en nuestro contexto ante la incertidumbre que nos envuelve o las amenazas que aparecen ante la escasez, lo común se presenta como fundamental para garantizar la vida. Una de sus dimensiones son los bienes comunes, que se evidencian como indispensables para la reproducción de la vida misma.

Los bienes comunes son lugares y relaciones que procuran medios que nos permiten vivir, alimentarnos, comunicarnos, educarnos o transportarnos entre muchas otras cosas, pero es importante tomar en cuenta que no están dados, por lo tanto están en disputa; es decir, están presentes nuestras relaciones sociales.

Esto que planteamos es parte de una discusión mayor que viene trabajando la academia y los movimientos sociales en América Latina y el mundo, la intención de construir una mirada de la naturaleza no como recurso, sino como bienes naturales, para profundizar un paradigma menos utilitario y más integral donde contemple dimensiones ecológicas, culturales y sociales.

Tal vez nos preguntemos dónde podemos encontrarlos. La respuesta es que son todas aquellas relaciones en donde nos vinculamos con la tierra, el agua, los bosques, las playas, el mar o la biodiversidad, que hoy se ven amenazadas ante la voracidad de la mercantilización centrada en su privatización, deterioro y agotamiento.

Esta erosión de los bienes comunes provoca afectaciones directas en la vida, donde sensiblemente se ve trastornado el entorno ecológico, algunos sectores interesados en el lucro tratan de aminorar esto bajos el eufemismo de “externalidades” (ecológicas, sociales y culturales), otros a su conveniencia invisibilizan estas “externalidades”, o en el peor de los casos se unen y se lo atribuyen al cambio climático para escapar de su responsabilidad.

No es menor apuntar lo anterior, es la muestra de formas y modos de despojo que permiten a sectores dominantes garantizar la concentración y reproducción de su riqueza mediante la explotación y la privatización de lo común, ya sea porque se apropian de ello o porque utilizan los espacios comunes para resolver de manera “gratuita” sus externalidades.

Por esta razón el Programa Kioscos Socioambientales y el CIEP nos invitan a conocer y ser parte del Observatorio de Bienes Comunes: Agua y Tierra para problematizar este contexto que nos interpela a todos y todas, a través de la generación de información y espacios de diálogo sobre las dimensiones y relaciones presentes en los conflictos socioambientales relacionados con el origen, propiedad y gestión de los bienes comunes.

Este proyecto que comienza pretende —a través de monitoreos, talleres en comunidades, articulación con proyectos similares de acción social e investigación— generar información oportuna y vínculos de articulación para evidenciar el estado de los bienes comunes en Costa Rica, y favorecer una mayor conciencia sobre los desafíos que representa la gestión democrática de estos bienes para nuestra sociedad.

A manera de resumen, los bienes comunes nos plantean desafíos en distintas dimensiones; políticas, sociales, culturales y económicas, por esta razón es necesario cuestionar y replantear nuestros conceptos y prácticas. La universidad nos ofrece una posibilidad de abordarlo desde una ecología de saberes, que involucre la universidad y la sociedad, ante esto queda una cuestión a responder… ¿qué desafíos nos plantean los bienes comunes a nuestros procesos organizativos?

Por Luis Sanabria / 27 mayo, 2020

Fuente: Semanario Universidad.

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Por la defensa de los bienes comunes: conversatorio “Por el agua de Cipreses”

El pasado 17 de noviembre en el salón Parroquial de la comunidad de Cipreses de Oreamuno, Cartago, se llevó a cabo el conversatorio “Por el agua de Cipreses” que contó con la participación del Frente EcoCipreses, representantes de la presidencia ejecutiva y la Subgerencia de Sistemas Comunales del AyA, y con la muy denotada ausencia de las personas representantes de la ASADA de Cipreses. Además, en esta actividad asistió el Observatorio de Bienes Comunes del Programa Kioscos Socioambientales y Centro de Investigaciones y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica como observador, invitado por el Frente EcoCipreses, que durante estos meses han trabajado en conjunto para la sistematización de la experiencia organizativa en torno a la defensa del agua en la comunidad de Cipreses de Oreamuno. Este foro se planteó como una instancia de diálogo entre el Frente EcoCipreses y la Junta directiva de la ASADA, en el contexto de abordar la situación actual que atraviesa las nacientes de agua que abastecen a esta comunidad de cerca de 2500 usuarios, destacan irregularidades en torno al manejo administrativo, pero también una compleja situación ambiental caracterizada por la sobreexplotación de la naciente que ha llevado a constantes suspensiones del servicio en lapsos de 6 horas o más al día, la invasión de una agricultura intensiva con agroquímicos violentando la zona de protección establecida por la ley de Aguas, por citar algunas afectaciones concretas que el Frente EcoCirpreses ha venido poniendo en debate público (http://kioscosambientales.ucr.ac.cr/docs/ecocipreses/comunicado1.pdf). El conversatorio dio inicio con un breve recuento de las afectaciones que ha sufrido la Comunidad de Cipreses en los últimos 6 años, donde la gestión de la ASADA se ha caracterizado por presencia de irregularidades administrativas, pero destacando también una situación preocupante, que de tener a disposición 4 nacientes de agua, ante situaciones aún poco claras de permisos de construcción de tanques sépticos, se tuvieron que clausurar dos de las nacientes por contaminación. Además las presiones existentes por el desarrollo urbanístico ha dado una situación de aumento de entrega de tomas de agua, teniendo conocimiento que la disponibilidad hídrica está en índices críticos desde 2014. Las intervenciones del frente Eco Cipreses se caracterizaron por posiciones bien informadas y documentadas por varios informes del AyA (http://kioscosambientales.ucr.ac.cr/docs/ecocipreses/AYA2.pdf) y el IRET-UNA (http://kioscosambientales.ucr.ac.cr/docs/ecocipreses/IRET3.pdf), que han permitido ir caracterizando de manera más sistemática las afectaciones en la gestión del recurso hídrico tanto en su dimensión administrativa, pero principalmente la gestión ambiental del mismo. La constante desmejora en el servicio de agua, se puede contextualizar a través de algunas de las situaciones denunciadas:
  • Manejo de fondos públicos sin los controles correspondientes y los procesos de rendición de cuentas adecuados.
  • Deterioro de la capacidad hídrica ante la mala gestión de la concesión de nuevas tomas de agua.
Estas afectaciones se intensifican ante la presencia de procesos de desarrollo desiguales y desordenados: construcciones urbanísticas y la presión ante la extensión de las áreas cultivables entorno a la naciente (http://kioscosambientales.ucr.ac.cr/docs/ecocipreses/MINAE4.pdf). Ante las autoridades del AyA en Frente EcoCipreses fue muy claro, no buscan el conflicto en sí, sino este como un potenciador de espacios de participación inclusiva de la comunidad para la búsqueda de soluciones dignas para las personas habitantes de Cipreses, partiendo del cuido de las nacientes de agua, para el bienestar público presente y futuro. Dentro de las propuestas mencionadas ante la amenaza ecológica que podría significar la profundización de la situación actual, se planteó:
  • Desarrollo de un estudio hidrogeológico
  • Incluir a los y las productores en procesos de manejo sostenible de la producción agrícola.
  • Mayor participación ciudadana en el monitoreo y protección de la naciente.
Ante los argumentos y a pesar de la ausencia de las autoridades de la ASADA (principales responsables ante el AyA de las irregularidades expuestas), señalaron que tenían conocimiento de las diversas denuncias expuestas, y que agradecían y reconocían el papel protagónico de la ciudadanía en la defensa de la transparencia y el cuido del recurso hídrico, y que sin estos esfuerzos, difícilmente el AyA pueda dar abasto. Adicionalmente confirmaron que ante las evidencias del mal funcionamiento y de gestión del recurso hídrico, se estaba procediendo en los últimos meses a la formalización ante la Junta Directiva del AyA del retiro de la delegación a la ASADA de Cipreses, y que esta misma sea asumida por la vecina comunidad de Santa Rosa. También confirmaron el interés siempre presente en el AyA de apoyar los procesos de participación comunitaria, por este motivo instaban al Frente EcoCipreses a seguir impulsando actividades que permitan estos debates y la puesta común en la comunidad de los temas de gestión del recurso hídrico. De parte del público asistente cuestionaban la decisión de retirar la ASADA de Cipreses sin los debidos procesos de consulta y participación de la comunidad, sin embargo ante el escenario ecológico crítico y la falta de participación más activa de la comunidad en los últimos años, se comprendía que existía poco margen, ya que el riesgo de postergar es muy alto.  ¿Capacidad de gestión? ¿Modos de participación? Si algo aprendimos los que asistimos al conversatorio “Por el agua de Cipreses” es que las acciones en defensa del agua y el involucramiento de la comunidad, no pasan necesariamente por las instancias formales, sino por el interés real y solidario de las personas de las comunidades que toman para sí el compromiso por denunciar y proponer alternativas cuando los modos de participación de las instancias responsables muestran señales de debilitamiento. La defensa de los bienes comunes como el agua es atravesada por nuestras relaciones de manera integral, es así que aún cuando la institucionalidad muestre incapacidades para abordar las situaciones de riesgo, es nuestro deber actuar en la denuncia, pero como nos enseña el Frente EcoCipreses también la labor de exigir la rendición de cuentas de estas mismas instituciones es un elemento central para construir mejores formas de gestión y participación.

Si desean ver el conversatorio completo pueden acceder al siguiente enlace: https://cutt.ly/2hsxq9p