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Sentires y Saberes: Desconocimiento o mala fe: Los plagucidas en Costa Rica nos acompaña Elidier Vargas

En esta ocasión problematizamos los trayectos de los plaguicidas en nuestras sociedades. Reflexionamos sobre la importancia de conscientizar el efecto adverso de los plaguicidas y como esto nos atañe a todos los ciudadanos del país, de una forma u otra. Esto puede ser a partir del consumo de productos agrícolas que pueden estar contaminados, a partir del consumo de agua, o simplemente cuando nos desplazamos por las zonas agrícolas, donde están fumigando. Pueden descargar el informe de PNUD aquí https://impactoplaguicidas.cr/

Pueden conocer sobre el proyecto de ley aquí Proyecto de ley Expediente N° 23.783: LEY PARA EL CONTROL Y PROHIBICIÓN DEL USO DE PLAGUICIDAS ALTAMENTE PELIGROSOS Y PROMOCIÓN DE UNA AGRICULTURA SOSTENIBLE Y AMIGABLE CON LA SALUD, EL AMBIENTE Y LOS ESTÁNDARES DEL MERCADO INTERNACIONAL DE ALIMENTOS ¿Qué dice?

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Piña en expansión ¿Qué nos espera?

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Conversamos con Elena Trigueros sobre las quemas que están afectando las comunidades de Pital. ¿Qué implicaciones tiene esto para la calidad de vida? ¿Qué pasa con las autoridades? Son parte de las preocupaciones con las cuales Elena nos expone la situación.

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Educación y mercado: ¿Ministerio de Educación como empresa?

A través de las intervenciones de los funcionarios del gobierno de Costa Rica, se confirma cada vez más la afirmación de comprender la formulación y gestión de la política pública como una función de la administración empresarial, esto conlleva importantes cambios en la concepción de lo público y los alcances o límites de lo privado.

Entre estas dimensiones, encontramos la dimensión educativa, esta se caracteriza como ese proceso de formación que puede promover conocimientos, habilidades y formación ciudadana, pero también, puede posicionarse como un proceso de selección, capacitación y promoción de capacidades-habilidades para un mercado laboral dominado por intereses particulares.

En este punto nos encontramos, el gobierno de Costa Rica, ha posicionado la educación como un proceso de formación de capital humano, que pertenece a un tramo de algo mayor llamado mercado. Por esta razón les invitamos a reflexionar sobre las implicaciones de este enfoque de política pública.

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Implicaciones de la centralización en la política ambiental: Al respecto del Expediente 23.213 Ley para el fortalecimiento del MINAE

A partir de la análisis publicado por Edgar Gutiérrez,  Patricia Madrigal y Paola Vega, hemos aprovechado este insumo para destacar algunas ideas importantes que debemos tener en consideración para el debate público en torno al Expediente 23.213 Ley de fortalecimiento de competencias del Ministerio de Ambiente y Energía.

La centralización para esta propuesta se presenta como una solución para la buena gestión de la política pública ambiental sin embargo, esta postura carece de una reflexión crítica sobre las implicaciones que tiene la gestión administrativa-política cuando no se cuenta con una planificación, gestión y  toma de decisiones que carezca de una participación integral, representativa y vinculante de las personas, sus condiciones y las necesidades locales.

Por esta razón, se hace necesario poner en el centro del debate la participación ambiental, no sólo como requisito, sino como derecho humano que garantiza la defensa de un medio ambiente sano y ecológicamente equilibrado.

Pueden leer el análisis aquí.

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¿Cuál pandemia? Extractivismos recargados

“Las raciones fueron nuevamente reducidas para economizar petróleo. Pero los cerdos parecían estar bastante a gusto y, en realidad, aumentaban de peso.” George Orwell - Rebelión en la Granja

Por Luis Andrés Sanabria Zaniboni/Observatorio de Bienes Comunes

2 septiembre, 2020
En los últimos meses a raíz de las medidas económicas tomadas y no tomadas por el Gobierno ante la pandemia, hemos visto deterioradas las condiciones socioeconómicas de una gran parte de la población, agudizando las desigualdades de nuestra sociedad; pero como era de esperar algunos sectores no han sido impactados de la misma manera, entre ellos la industria extractiva. Podemos preguntarnos: ¿a qué tipo de cuarentena se han sujetado?

Lo primero que pensamos es: ¿qué son los extractivismos? Estos son parte de un modelo socioeconómico, productivo y político que se basa en la extracción de los bienes naturales (principalmente) con el fin de obtener materias primas con poco valor agregado y procesamiento sensibles a ser vendidas en los mercados. Para ello diversos actores sociales procuran facilitar su operación mediante exoneración fiscal, para optimizar sus ganancias. Entre algunas actividades están las conocidas tradicionalmente como la minería o exploración petrolera, pero en Costa Rica con más intensidad está la agroindustria a través de los monocultivos (piña, azúcar, banano, palma africana) o megaproyectos.

Estas actividades tienen profundas secuelas en nuestro país, su creciente intensidad y extensión ha impactado de forma irreversible en las comunidades y los ecosistemas. El uso indiscriminado de agroquímicos nocivos para la vida humana y el ambiente, así como la necesaria deforestación para su desarrollo son muestras de sus “externalidades en el agotamiento de los bienes naturales”.

Con la llegada del COVID-19 se mostró cómo los sectores extractivistas miraban para otro lado, y las autoridades refrendaron esto. Amparados en la “necesidad” de resguardar la economía, las implicaciones del “martillo y el baile” se diferenciaron entre lo urbano y rural, en uno se corre por cumplir con el cierre, pero en otros continúa el baile de la indiferencia y la explotación.

Si quisiéramos caracterizar las desigualdades presentes en el país, basta con retratar la división del trabajo y su manifestación a través de la clase y el género, cómo se entrelazan para mostrarnos a los perdedores y ganadores, donde el migrante o el pobre viven en carne propia las violencias de una actividad económica que no puede parar. Pero la acumulación de la riqueza sigue estando en manos de esas empresas opacas, casi ausentes hasta para tributar.

Pero su actividad no se mide solamente por su producción, sino también en las capacidades que generan para modificar a su favor las condiciones mediante las que operan. Por ejemplo, desde las cámaras empresariales hemos visto deseos expresos de una desregulación de la legislación ambiental (estudios de impacto ambiental, requisitos y otros) para hacerla más “amigable” con los negocios. Usando la excusa del ingreso en la OCDE se quiere modificar reglamentos para facilitar la introducción de paquetes tecnológicos que sirven de insumos a la producción agroindustrial, pero en definitiva son más agroquímicos, algunos restringidos en muchos países; pero también algunos reglamentos sobre las condiciones laborales de las personas, apostando a una normalización “legal” de la precarización a la que están expuestas.

¿Por qué hablar de esto? Porque les ha ido tan bien que son “punta de lanza” de la reactivación económica, coronados con el discurso presidencial con su apuesta al cultivo del cáñamo (monocultivo), pero también dio espacio para retomar las intenciones de algunos sectores por activar la minería de oro o la exploración petrolera, antes detenidas por decretos y leyes, pero hoy se perfilan como moneda de cambio en la política nacional. Es así como estamos siendo testigos que estos extractivismos sin cuarentena deterioran nuestro ambiente y atizan la desigualdad política y económica en el país.

Imagen carácter ilustrativo toma de Wikipedia 

Fuente: Semanario Universidad