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8 N Lo que aprendimos en las calles: defender la Caja es defender la vida

A trece años de la represión del 8 de noviembre de 2012, las calles volvieron a llenarse de voces en defensa de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Lo que comenzó como una conmemoración se transformó en un acto de reafirmación política y ética: la salud pública es una conquista popular que hoy enfrenta una de las coyunturas más críticas desde su fundación.

En medio de consignas, banderas y testimonios, la marcha del 8 de noviembre fue también una lección. Nos recordó que la defensa de la Caja no es un asunto técnico ni institucional, sino una lucha profundamente política y moral: lo que está en juego no es solo la sostenibilidad financiera de una institución, sino la posibilidad de sostener la vida en común en un país que se pretende solidario.

Entre las voces que marcaron la jornada, destacó el testimonio de una trabajadora del cuidado que tomó el micrófono para hablar “por quienes están en la UCI cuidando a niños en fase terminal, a sus padres y abuelos”. Su intervención recordó que la defensa de la Caja es también la defensa de quienes sostienen la vida desde el trabajo cotidiano del cuidado. Denunció que el gobierno ha negado la autorización presupuestaria para continuar con el pago de licencias a estas personas, utilizándolas como instrumento de presión política y dejando en la incertidumbre a cientos de familias. “Esto no es política, esto es amor”, expresó con la voz quebrada, denunciando la estrategia gubernamental que castiga a quienes cuidan. Su mensaje condensó uno de los sentidos más profundos de la protesta: cuidar la salud pública es cuidar a quienes cuidan, y reconocer su trabajo es una deuda ética que el país no puede seguir postergando.

Un modelo en disputa: la salud como derecho o como negocio

Las organizaciones sociales coincidieron en que el deterioro institucional no es producto del azar, sino de una estrategia deliberada de desfinanciamiento y privatización. Mientras el Estado y los grandes empleadores acumulan deudas millonarias con la CCSS, los discursos oficiales insisten en que “la Caja está quebrada”. Los movimientos lo leen al revés: la Caja está siendo quebrada por decisiones políticas que facilitan la transferencia de recursos públicos hacia intereses privados.

La CCSS encarna uno de los pilares más concretos del Estado social costarricense y un ejemplo histórico de solidaridad intergeneracional y territorial. Sin embargo, desde los años noventa, la introducción de lógicas neoliberales ha intentado subordinar la salud al mercado. En este contexto, las organizaciones recalcan que no se trata de modernizar para competir, sino de recuperar su sentido de comunidad:

“La salud no es un gasto, es una inversión social”, repitieron, recordando que detrás de cada servicio hay un principio de justicia y de vida digna.

Crisis democrática y mercantilización de lo público

La protesta de este año se desarrolló en un escenario político de creciente autoritarismo. Desde el poder se deslegitima la protesta social, se ataca a las instituciones públicas y se desmantelan espacios de participación ciudadana. Ante ello, defender la Caja se ha convertido en un acto de defensa democrática: sostener la transparencia, la solidaridad y el bien común frente a un Estado cada vez más capturado por intereses empresariales.

Los movimientos alertaron sobre los intentos de fragmentar el régimen de pensiones, reducir la autonomía institucional y abrir espacios para la contratación privada. Todos estos procesos responden a una misma lógica: convertir derechos en mercancías, transformando a la ciudadanía en clientela. En palabras de una dirigenta sindical:

“Cuando se privatiza la salud, no solo se pierde un servicio; se pierde el sentido mismo de lo público, de lo que nos une como sociedad.”

Defender la Caja, en este contexto, es también resistir la cultura de la indiferencia que pretende naturalizar la desigualdad.

Unidad popular frente a la incertidumbre electoral

De cara a las elecciones de 2026, los movimientos hicieron un llamado a superar la apatía, el miedo y la fragmentación. En los discursos emergió una idea común: la defensa de la Caja no puede ser una causa aislada, sino parte de una estrategia más amplia por la justicia social y la democracia.

La unidad popular —entre sindicatos, juventudes, movimientos feministas, campesinos, indígenas y estudiantiles— se plantea como una tarea urgente para enfrentar el avance de proyectos autoritarios y ultraconservadores que amenazan los derechos conquistados.

“Defender la Caja es defender la vida, el trabajo y la dignidad del pueblo costarricense”, afirmaron desde el Frente Nacional por la Seguridad Social.

Esa dignidad implica también denunciar el discurso que intenta dividir al país entre quienes “producen” y quienes “reciben”. La seguridad social, recordaron, es un pacto colectivo que garantiza que nadie quede fuera, y no una dádiva del poder.

Horizonte común: volver a colocar la vida en el centro

La seguridad social en Costa Rica se encuentra en una encrucijada. Entre la tecnocracia que la reduce a cifras actuariales y la política que la usa como botín, los movimientos sociales plantean otro horizonte: recuperar la confianza en lo público, fortalecer la participación social en la gestión institucional y exigir que el Estado asuma plenamente sus obligaciones financieras.

Defender la Caja hoy es también repensar el modelo de país. Es preguntarnos si queremos una sociedad donde la salud, la educación y la vejez estén determinadas por la capacidad de pago o por el derecho a vivir con dignidad.

El 8 de noviembre nos recordó que los derechos se conquistan y se sostienen colectivamente. Que la calle sigue siendo el espacio donde la democracia respira. Y que mientras haya un pueblo dispuesto a levantar la voz, seguirá viva la promesa de justicia social que dio origen a la Caja Costarricense de Seguro Social.

Porque en Costa Rica, como se volvió a escuchar con fuerza:
“La Caja no se vende, la Caja se defiende.”

Palestina en las calles de Costa Rica: la solidaridad como principio

Entre las voces que se alzaron el 8 de noviembre, también resonó con fuerza la solidaridad con el pueblo palestino y en denuncia del genocidio en curso. En medio de las banderas y las consignas en defensa de la Caja, surgieron palabras de denuncia frente al genocidio en Gaza y de apoyo a quienes hoy resisten la ocupación y la violencia.

Las y los manifestantes recordaron que la defensa de la vida no conoce fronteras: que no se puede luchar por la salud pública y la justicia social sin alzar la voz ante la muerte injusta de otros pueblos. Desde esa conciencia, la causa palestina fue abrazada como parte de una misma lucha global por la dignidad humana y los derechos colectivos.

Esa conexión reafirma un principio que atraviesa toda la jornada: la solidaridad como bien común. En las calles de San José, Palestina se hizo presente no solo como consigna internacionalista, sino como recordatorio de que defender la vida, en cualquier territorio, es una responsabilidad compartida.

La protesta social: un bien común que sostiene la democracia

Entre las voces que recorrieron las calles, una frase quedó grabada en la memoria colectiva:

“La protesta social es un derecho; la represión, un delito.”

Esa afirmación resume con claridad lo que está en juego en momentos como este. La protesta no es un desorden que interrumpe la vida pública, sino una de sus expresiones más genuinas. Es el espacio donde el pueblo defiende lo que le pertenece y recuerda al poder que la soberanía no se delega por completo.

En Costa Rica, donde las conquistas sociales nacieron de la organización y la calle, la protesta sigue siendo un bien común social: una práctica colectiva que mantiene viva la democracia, permite disputar el sentido de lo público y afirmar que los derechos no se mendigan, se ejercen.

Frente a la criminalización de la disidencia y los intentos de reducir la política a la obediencia, salir a las calles es una forma de cuidar lo común. Porque cuando el pueblo se organiza y se hace escuchar, no solo defiende instituciones como la Caja: defiende el derecho mismo a tener voz, a construir futuro y a decidir en colectivo.

La protesta como memoria viva

El 8 de noviembre no solo convoca a la defensa de la Caja, sino también a la memoria de quienes resistieron la represión de 2012. A trece años de aquel episodio, las calles siguen siendo un espacio donde el recuerdo se transforma en acción. Las personas que marcharon este año no lo hicieron solo para reclamar derechos, sino para rendir homenaje a quienes fueron golpeados, judicializados y perseguidos por ejercer el suyo.

Conmemorar en la calle es una manera de decir que la historia sigue abierta. La protesta se convierte así en un acto de memoria social, donde las experiencias del pasado alimentan la conciencia colectiva y fortalecen la resistencia frente a nuevas formas de autoritarismo. Cada pancarta y cada consigna recuerdan que los derechos sociales —como la salud, la educación y la seguridad social— fueron conquistados por la organización popular y solo se mantienen vivos cuando el pueblo los defiende.

El 8 de noviembre es, por tanto, una fecha de lucha, pero también de gratitud: un recordatorio de que la memoria no pertenece a los archivos, sino a las calles donde sigue latiendo la esperanza.

🎧 Escuchá las voces del 8 de noviembre

El Observatorio de Bienes Comunes acompañó la manifestación y registró el pulso vivo de la jornada: consignas, discursos y emociones que dieron forma a un testimonio colectivo en defensa de la Caja y de la vida. Este registro sonoro es una invitación a volver a las calles con el oído y el corazón, a escuchar lo que se dijo, lo que se sintió y lo que aún resuena. Porque la memoria también se construye con sonido, y cada voz grabada recuerda que los bienes comunes se defienden juntas, desde la palabra y desde la calle. Pueden escucharlo aquí.

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“La Caja no se vende, la Caja se defiende”: voces desde la calle en defensa de la vida

El Observatorio de Bienes Comunes acompañó la manifestación del 8 de noviembre, una jornada donde miles de personas volvieron a ocupar las calles para defender la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), símbolo de la solidaridad y de la justicia social en el país.

El audio compartido —un collage de voces y consignas— recoge la fuerza de un movimiento diverso que reunió a sindicatos del magisterio, organizaciones estudiantiles, feministas, campesinas e indígenas, así como personas usuarias y trabajadoras de la Caja. En cada intervención resonó la memoria del 8 de noviembre de 2012, cuando la represión estatal intentó acallar una protesta en defensa de la CCSS. Trece años después, la herida sigue viva, pero también la convicción de que la salud no es un negocio, sino un derecho.

Entre las voces se insistió en que la deuda del Estado y las políticas neoliberales amenazan la sostenibilidad de la institución, mientras crece la tentación de privatizar lo público. En el marco de un nuevo proceso electoral, las organizaciones alertaron sobre el riesgo de que la caja, la educación y las universidades públicas se conviertan nuevamente en botín político o terreno de ajuste.

Defender la Caja —recordaron desde el Frente Nacional por la Seguridad Social— es defender la vida digna, el trabajo decente, el derecho a la salud y la memoria de quienes, desde hace más de ocho décadas, hicieron posible un modelo solidario.

🎧 Escuchá aquí el testimonio sonoro de la jornada: un eco colectivo que recuerda que los bienes comunes también se defienden desde la calle.

 

Palestina también resuena en las calles de Costa Rica

Durante la manifestación del 8 de noviembre, entre las consignas en defensa de la Caja Costarricense de Seguro Social, también se alzaron voces solidarias con el pueblo palestino. En medio de tambores, banderas y discursos, la causa por la salud pública se entrelazó con la denuncia del genocidio en Gaza, recordando que la defensa de la vida no tiene fronteras.

Estas intervenciones afirmaron que la lucha por la justicia social y los bienes comunes es inseparable de la solidaridad internacionalista: cuando un pueblo es atacado, todos los pueblos que resisten sienten la herida. Desde Costa Rica, las voces que defienden la Caja se sumaron al clamor global por un alto al fuego y por el respeto a la dignidad del pueblo palestino, reafirmando que la vida —en cualquier territorio— nunca debe ser una mercancía ni un objetivo de guerra.

La memoria sonora de la protesta

Registrar y compartir los sonidos de una manifestación es también una forma de hacer memoria. Cada consigna, cada tambor y cada voz guardada en estos archivos sonoros reconstruye la historia viva de las luchas sociales y permite que las generaciones futuras escuchen lo que se quiso silenciar. Estos testimonios son parte del patrimonio político y afectivo del país: resguardan la emoción colectiva, la resistencia y la palabra de quienes defienden lo común. Escuchar es, también, una forma de cuidar la memoria.

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Rebelión Popular en Panamá: Voces desde la Resistencia

El pasado sábado 5 de julio, el Partido Revolucionario de las y los Trabajadores (PRT) organizó un conversatorio virtual e híbrido para analizar la crítica situación social y política que atraviesa Panamá. La actividad reunió a destacadas voces del pensamiento y la militancia latinoamericana: Giovanni Beluche (académico y dirigente sindical), Priscilla Vásquez (Propuesta Socialista Panamá – UIT-CI), David Morera (PRT Costa Rica – Sección de la Liga Internacional Socialista), y Paola Zeledón (Pan y Rosas / La Izquierda Diario).

El evento abordó el contexto de movilización social panameña que ha estallado en respuesta al intento de reinstalar un proyecto minero rechazado por el pueblo, la criminalización de luchadores sociales, la crisis del sistema de pensiones, y la represión brutal encabezada por el gobierno de José Raúl Mulino. Las ponencias destacaron la valentía del pueblo panameño frente a un modelo neoliberal autoritario, apoyado por el imperialismo estadounidense y respaldado por sectores empresariales locales.

Los y las expositoras señalaron que la ofensiva represiva no ha logrado apagar la llama de una rebelión que articula a trabajadores bananeros, docentes, estudiantes, pueblos indígenas y sectores urbanos en lucha. También se enfatizó el papel de la solidaridad internacional, la importancia de rechazar cualquier salida burguesa a la crisis y la necesidad de construir alternativas políticas desde abajo, con independencia de clase.

Durante la actividad, se recordó el legado de resistencia de Panamá y se denunció la instalación encubierta de bases militares, la impunidad de la clase política y la violencia ejercida contra mujeres y comunidades originarias. En un ambiente de análisis crítico y compromiso militante, se reiteró el llamado a romper el cerco mediático y a sostener activamente la solidaridad desde Centroamérica y más allá.

Este encuentro fue una muestra clara de que las luchas en Panamá no son locales ni aisladas: son parte de una batalla continental contra el autoritarismo, el saqueo y la subordinación imperialista. Y como afirmó uno de los panelistas, “la clase trabajadora panameña ha dado un ejemplo a todo el continente: la lucha no ha terminado, apenas comienza”.

Panamá hoy: entre la resistencia popular y el endurecimiento autoritario

La situación actual en Panamá es el resultado de una profunda crisis del modelo neoliberal impuesto desde hace décadas, agudizada por un gobierno que responde a los intereses del capital transnacional y del imperialismo estadounidense. Bajo la administración de José Raúl Mulino, el país ha entrado en una etapa de represión abierta, concentración del poder y despojo de derechos sociales, especialmente contra quienes se movilizan.

En los últimos meses, Panamá ha vivido un levantamiento popular multisectorial sin precedentes recientes. Las calles han sido ocupadas por educadores, estudiantes, comunidades indígenas, trabajadores bananeros, movimientos feministas y ambientalistas. Las demandas han sido claras: derogación de la Ley 421 que precariza las pensiones, rechazo a la reapertura del proyecto minero Cerro Colorado, defensa del río Indio frente a la amenaza de embalses, y oposición a la instalación de nuevas bases militares estadounidenses en suelo panameño.

Estas luchas, sin embargo, han sido enfrentadas con una brutal represión de Estado. Se han documentado detenciones arbitrarias, agresiones sexuales, desapariciones y asesinatos, especialmente contra mujeres, jóvenes y personas indígenas. Sindicatos combativos como el SUNTRACS han sido criminalizados, y líderes sociales enfrentan persecución, exilio o prisión. La represión no solo busca desarticular las protestas, sino también imponer miedo como estrategia política.

A pesar de este contexto, la lucha panameña ha demostrado una resiliencia histórica. Las raíces de esta resistencia se hunden en procesos previos: la gesta por la recuperación del Canal, la lucha contra la invasión militar estadounidense de 1989, y las huelgas sindicales de las últimas décadas. Hoy, esa memoria vuelve a florecer en un pueblo que no está dispuesto a ser silenciado.

Esta crisis también expone el agotamiento del modelo político panameño: un sistema profundamente desigual, sin garantías democráticas reales, y con una economía que favorece a una élite oligárquica mientras más del 50% de la población vive en condiciones de informalidad y pobreza. La supuesta “prosperidad panameña”, muchas veces mostrada como ejemplo por organismos financieros, esconde una profunda fractura social, especialmente en las zonas rurales, indígenas y empobrecidas.

En este contexto, las movilizaciones no solo son un acto de defensa: son una apuesta por un nuevo horizonte democrático y popular. La lucha en Panamá interpela al resto de Centroamérica y del continente, recordándonos que frente al avance del autoritarismo y el capital, la unidad, la solidaridad y la organización desde abajo son la clave para sostener la esperanza y abrir caminos nuevos.

La protesta social: bien común que teje comunidad e identidad

Más allá de la coyuntura panameña, el encuentro impulsado por el PRT permitió reflexionar sobre un aspecto fundamental para los pueblos de Nuestra América: la protesta social como un bien común. En un contexto de creciente autoritarismo y criminalización de la disidencia, la protesta no es solo un derecho: es una práctica colectiva que crea vínculos, fortalece identidades populares y reconstruye lo común en medio de la fragmentación impuesta por el modelo neoliberal.

Las voces participantes en el conversatorio subrayaron que las luchas que hoy movilizan a docentes, comunidades indígenas, trabajadores bananeros, juventudes y mujeres en Panamá no surgen del vacío: brotan de una memoria colectiva de dignidad y organización que se actualiza en cada marcha, huelga o bloqueo. Así, la protesta se convierte en territorio simbólico y afectivo, donde el pueblo se reconoce, se encuentra, y reafirma su potencia transformadora.

Proteger y acompañar estas expresiones es fundamental. No solo porque enfrentan regímenes autoritarios, sino porque son semillas de otro mundo posible, donde los pueblos no se resignan al despojo ni a la obediencia, sino que reafirman su derecho a decidir sobre su destino y sobre los bienes comunes que sostienen la vida.

Desde esta mirada, la protesta social es parte del patrimonio vivo de los pueblos, una fuente de aprendizaje democrático, un acto de cuidado mutuo y una herramienta esencial para la defensa de la justicia social, ambiental y territorial.

Tejiendo puentes: el valor político de los conversatorios internacionales

La realización de este tipo de encuentros por parte del Partido Revolucionario de las y los Trabajadores (PRT) de Costa Rica no es un gesto menor. En medio de un contexto regional marcado por el avance de proyectos autoritarios, la fragmentación social y la criminalización de la protesta, generar espacios de diálogo entre pueblos y organizaciones representa un acto profundamente político y necesario.

Este conversatorio sobre la situación en Panamá no solo brindó información y análisis de coyuntura. También permitió fortalecer la identidad latinoamericana y caribeña de las resistencias, haciendo visibles las conexiones que existen entre las luchas sociales en ambos países y en toda la región. En un momento en que el capital y el autoritarismo avanzan de manera transnacional, la solidaridad y la articulación desde abajo también deben ser internacionales.

El hecho de que una organización costarricense convoque y escuche activamente a voces panameñas en lucha –y que lo haga con una perspectiva crítica, desde la independencia de clase y el internacionalismo– es una apuesta por construir tejidos de confianza, memoria compartida y acción común. Estos espacios permiten que quienes resisten en un territorio sepan que no están solos ni aislados, y que su lucha resuena más allá de las fronteras impuestas.

Además, fortalecen la pedagogía política popular: invitan a reflexionar, a cuestionar el modelo dominante, y a ensayar nuevas formas de organización y acompañamiento entre pueblos. Son, en sí mismos, actos de construcción de lo común continental, donde la palabra, la escucha y la reflexión se convierten en herramientas para la emancipación colectiva.

En tiempos donde los gobiernos endurecen sus fronteras y los medios silencian la protesta, la iniciativa de espacios como estos se vuelve un gesto urgente de cuidado político, de memoria viva y de apuesta estratégica por una América Latina unida desde sus luchas, no desde los discursos institucionales.

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Hacer ruido es un derecho: la protesta como acto de resistencia

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Advertencia: Ante los hechos vividos este 5 de febrero, recordamos: En una democracia, el derecho a la protesta es una herramienta fundamental para que la ciudadanía exprese su descontento, exija justicia y defienda sus derechos. En Costa Rica, donde la historia ha demostrado el poder de la movilización social, manifestarse no solo es legítimo, sino necesario para frenar retrocesos y visibilizar problemáticas que el gobierno pretende ignorar. Callar ante la injusticia fortalece la impunidad; alzar la voz, en cambio, es un acto de resistencia que mantiene viva la esencia de una sociedad verdaderamente democrática.

Activistas y estudiantes denuncian persecución policial tras marcha e invasión al campus de la UCR

Asistimos este 5 de febrero a la manifestación “Vamos a hacerle ruido al presi” y compartimos el caminar con muchas personas que decidieron ejercer su derecho a la protesta social. En las calles, buscamos recordarle a la sociedad costarricense las tensas líneas que estamos atravesando: la insensibilidad y falta de acción de las autoridades ante el aumento de feminicidios, el despropósito de un Ministerio de Educación que se deslinda de la protección de los derechos humanos de las personas LGTBI+ y, en definitiva, el abandono de una propuesta de educación inclusiva.

En este escenario, nos enfrentamos a un Gobierno Ejecutivo que ningunea la protesta y busca criminalizarla a la menor “oportunidad”, como sucedió con la persona que manejaba la “tumbacocos”. Lejos de desmentir los serios cuestionamientos planteados frente a Casa Presidencial, el gobierno confirmó con sus actitudes y acciones las preocupaciones sobre su deriva autoritaria, que tanto parece acomodar al presidente.

Dejamos este tejido de voces en protesta para que todas las personas que no pudieron asistir tengan de primera mano las principales demandas y cuestionamientos expuestos ante la indiferencia de las autoridades. Porque la protesta social no es solo un acto de resistencia, sino un derecho humano fundamental que permite visibilizar injusticias, exigir cambios y defender la dignidad de todas las personas.

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Desde el Observatorio de Bienes Comunes revindacamos que la protesta social es un pilar fundamental de cualquier sociedad democrática, un espacio donde las voces colectivas se unen para exigir justicia y defender derechos. Más que un acto individual, es un bien común que permite visibilizar problemáticas, presionar por cambios y fortalecer el tejido social. Criminalizarla no solo atenta contra la libertad de expresión, sino que debilita la democracia misma. Protestar es construir un futuro más justo para todas las personas.
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Organizaciones sociales marchan en San José por el derecho al agua y en defensa de la CCSS

El miércoles 24 de abril miles de personas marcharon en San José, principalmente por el derecho al agua y la defensa de la Caja Costarricense de Seguro Social, la misma en términos generales puso en cuestionamiento la línea neoliberal y recortista de este gobierno.

Una de las manifestantes de las comunidades que salieron a marchar por el acceso al agua (Alajuelita, Hatillo, Moravia, Guadalupe, Tibás) indicó lo siguiente “… todos los pueblos debemos de unirnos y el pueblo de Alajuelita se tiene que unir para poder recibir agua potable como tiene que ser, sin sentirnos que nos están marginando”.

Representantes de enfermería se manifestaron por “atrasos salariales, pagos de dos, tres, cuatro meses, inclusive; además de eso tenemos un terrible problema de subcontratación (…) estamos exigiendo condiciones laborales dignas”.

Por su parte, personal de la Universidad (AFITEC) “es importante que las universidades se sumen ya que estamos luchando por una mejor educación pública (…) la gente de Cartago necesita un hospital ya, exigimos que el gobierno construya ya un hospital para Cartago”. Mientras del movimiento estudiantil (FEUNA) se expresó “hoy 24 de abril se cumplen 54 años desde la vez que el movimiento estudiantil frena un proyecto de Ley en la Asamblea Legislativa, debe ser obligatorio que las personas estudiantes de universidades públicas salgamos a las calles a defender ese legado de lucha frente a un gobierno neoliberal y recortista”.

En cuanto al sector campesino (Comisión Sureña) “por el derecho al agua, no es posible que el gobierno quiera construir un aeropuerto en Osa cuando las comunidades no tienen agua, no es posible que el campesino no pueda tener tierra porque el INDER no sea Capaz de atender nuestras necesidades” y quienes marcharon de los pueblos indígenas, “nuestras demandas son tierra, dignidad, cultura propia, autonomía y apoyamos las luchas de los compañeros de la Caja, del sector salud, los compañeros del agua”.

La importancia de esta marcha radica en la unión de distintos sectores y la expresión de querer luchar por proteger un bien común, como lo es el agua frente a la crisis que atraviesa el país, además de defender el derecho a la salud frente a las distintas problemáticas que existen en la Caja, eso junto a las muestras de apoyar otras luchas, más allá de las propias.

Reportaje realizado por Sthefanny Jara Asistente Observatorio BC

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Sentires y Saberes: Protesta social en Limón conversamos con Eduardo Sanabria

 

Conversamos con el comunicador social Eduardo Sanabria sobre la importancia de la manifestación del 25 de octubre del 2023 y qué desafíos representa la protesta social ante los incumplimientos continuos del gobierno para con la provincia de Limón y en particula con las demandas del Bloque Cívico (nota prensa de referencia). ¿Cómo se vivieron las manifestaciones del 25 de octubre en Limón? ¿Por qué sigue vigente la protesta social? ¿cuáles son los desafíos que tiene la manifestación social en el contexto actual?

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Mosaico de voces en protesta: 25 de octubre

Asistimos a la manifestación del 25 de octubre del 2023, en esta ocasión confluyeron los más diversos sujetos sociales con el fin de expresar al actual Gobierno de Costa Rica el descontento acumulado ante las políticas que viene implmentando en los diversos sectores, desde la producción hasta la salud pública.

Con este telón de fondo, compartimos este collage de voces de los diversos participantes para revindicar la urgencia y la diversidad de las luchas que hoy aglutinan a muy diversos sectores, pero también la importancia de seguir defendiendo y promoviendo el derecho a la protesta social como forma de expresión de los sujetos populares de una sociedad.

Les invitamos a escuchar, debatir y compartir este mosaico de voces, que es una invitación a la escucha de la diversidad.

 

 

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A 53 años de ALCOA: ¿Cuales son las amenazas a la protesta estudiantil latinomaericana y caribeña?

Aprovechamos este aniversario de las protestas en Costa Rica contra la extracción de bauxita por parte de la Aluminum Company of America (Alcoa) en Peréz Zeledón, dónde el estudiantado tuve un papel protagónico, por esta razón creemos importante reflexionar sobre ¿cómo se encuentra la protesta social despúes de 53 años?

En el 2021 CLADE publicó el informe “Criminalización y violación a los derechos humanos de estudiantes en América Latina y el Caribe. Reflexiones a partir de los casos de estudiantes secundarios y universitarios en Chile, Colombia, Nicaragua y Honduras”, gracias al cual compartirmos algunas de las tendencias regionales que están presentes en América Latina y el Caribe.

Les invitamos a reflexionar sobre ¿Qué papel tiene las manifestaciones de protesta en nuestras sociedades?  ¿Qué está pasando con el derecho a la protesta social? ¿Cuales son los riesgos que estamos enfretando?

Les compartirmos esta infografía para provocar la reflexión sobre el contexto que enfrenta la protesta social para nuestros procesos organizativos.

Pueden descargar el informe aquí.

Para más información sobre los 53 años de ALCOA pueden ver la nota publicada en UCR: «24 de abril: Día del Movimiento Estudiantil Costarricense Alcoa: el despertar de la juventud nacional».

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Imagen tomada de: Vida UCR (2023) Alcoa: el despertar de la juventud nacional. Dirección: https://www.ucr.ac.cr/noticias/2023/4/24/alcoa-el-despertar-de-la-juventud-nacional.html

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Sentires y Saberes – Saberes En Lucha – La Escuela de la Protesta Social

 

El pasado 31 de marzo del 2023 el Bloque Cívico de Limón convocó junto al movimiento de los Muelleros y otras fuerzas vivas de Limón a una manifestación en protesta de las decisiones tomadas por el gobierno de la República de Costa Rica que vienen a profundizar las distintas desigualdades estructurales que siguen marginando a la provincia y generan los espacios de marginalidad y exclusión, pero también de ningueno de las personas que habitan y comparten en estos territorios caribeños.

Les dejemos con todas estas voces que nos ayudan y guían para comprender un poco más de cerca ese Limón que protesta y se rebela ante tantas injusticias históricas que siguen profundizándose.