Las comunidades de Katira han compartido dos videos que muestran un fuerte contraste en la quebrada La Piladora: en uno se observa el cauce con agua limpia y corriente, mientras que en el otro aparecen líquidos oscuros y espumosos que, presuntamente, estarían relacionados con descargas de residuos provenientes de una actividad porcina cercana.
La diferencia entre ambos escenarios evidencia cómo la contaminación de las fuentes de agua tiene efectos inmediatos en la vida comunitaria y en los ecosistemas. Una quebrada limpia mantiene la calidad del agua, permite la existencia de peces, anfibios e insectos acuáticos, regula la temperatura y es parte del equilibrio de la biodiversidad. Por el contrario, cuando recibe descargas de residuos orgánicos sin tratamiento, se reduce el oxígeno en el agua, mueren especies sensibles, aumentan las plagas como moscas y mosquitos y se afecta la salud de las personas que viven cerca.
Vecinos de Katira afirman que la quebrada es parte fundamental de su entorno cotidiano y que, al deteriorarse, no solo se pierden especies de flora y fauna, sino también un espacio de vida comunitaria. Además, el impacto en la calidad del aire y del agua repercute directamente en la salud pública.
Expertos en temas ambientales han señalado que las aguas residuales sin tratamiento generan procesos de eutrofización (exceso de nutrientes en el agua), lo que ocasiona proliferación de algas, malos olores y pérdida de vida acuática. En el largo plazo, la recuperación de un cauce contaminado puede tomar años y requiere acciones de restauración costosas.

Las comunidades hacen un llamado a las instituciones a verificar el cumplimiento de la normativa nacional sobre vertido de aguas residuales y a garantizar que actividades productivas de este tipo cuenten con sistemas adecuados de tratamiento. Una quebrada contaminada no solo afecta a quienes viven a su alrededor, sino que compromete la salud de todo un ecosistema interconectado.
¿Qué significa una quebrada limpia y una quebrada contaminada?
Quebrada limpia | Quebrada contaminada |
Agua clara, con oxígeno suficiente para peces, anfibios e insectos acuáticos. | Agua turbia o con espuma, bajos niveles de oxígeno, muerte de organismos acuáticos. |
Mantiene la biodiversidad (plantas, aves, mamíferos que dependen del agua). | Pérdida de biodiversidad y desaparición de especies sensibles. |
Espacio de recreación y vida comunitaria (uso cotidiano de agua, cercanía al entorno). | Riesgo para la salud humana: malos olores, plagas, posibles enfermedades asociadas a aguas contaminadas. |
Regulación natural del ecosistema: absorción de nutrientes y purificación del agua. | Eutrofización (exceso de nutrientes), proliferación de algas y mosquitos. |
¿Quiénes deberían vigilar esta situación?
La legislación costarricense asigna competencias claras en la protección de la salud y el ambiente. En un caso como el de la quebrada La Piladora, deberían estar presentes:
- Ministerio de Salud: supervisar los posibles riesgos sanitarios y la afectación a la población.
- SENASA (Servicio Nacional de Salud Animal): regular el manejo de desechos en actividades porcinas y garantizar que no generen impactos ambientales.
- MINAE – Dirección de Aguas: fiscalizar los vertidos a cuerpos de agua y velar por el uso sostenible de los recursos hídricos.
- Municipalidad de Guatuso: dar seguimiento a los permisos otorgados y verificar que se cumpla la normativa ambiental local.
- Tribunal Ambiental Administrativo: investigar denuncias de daño ambiental y, en caso de comprobarse, aplicar sanciones.
Respuesta institucional en entredicho
Vecinos de Katira señalan que ya han acudido a distintas instancias para presentar sus denuncias. Tanto en las oficinas locales como en la sede regional de San Carlos, instituciones como el Ministerio de Salud y SENASA habrían indicado que “todo estaba en orden” y que no existía afectación a la quebrada.
Sin embargo, la realidad percibida por la comunidad es distinta: los olores persisten, la quebrada La Piladora presenta episodios de contaminación visibles y la vida cotidiana sigue marcada por la incomodidad y la preocupación. Esta contradicción entre lo que reportan las instituciones y lo que experimentan las personas alimenta una sensación de desprotección y de falta de imparcialidad en los procesos de fiscalización.
Los pobladores insisten en que no se trata de un hecho aislado, sino de una problemática constante que afecta su salud, su calidad de vida y el ecosistema que los rodea. Ante ello, reiteran la necesidad de que las autoridades realicen nuevas inspecciones exhaustivas y transparentes, que respondan a la evidencia y a la voz de las comunidades.
El derecho a un ambiente sano no puede esperar
El contraste entre los videos de la quebrada limpia y la quebrada contaminada resume la preocupación de los vecinos: un recurso vital que antes fluía con normalidad ahora muestra signos de deterioro. La situación exige que las instituciones competentes actúen con transparencia, imparcialidad y rigor técnico, para garantizar que las actividades productivas cumplan con las normas ambientales y no comprometan el bienestar de las comunidades ni el equilibrio de los ecosistemas.