Legado y actualidad del movimiento Antifa
A lo largo de los años, Antifa ha jugado un papel crucial en la resistencia contra la extrema derecha en Estados Unidos. Su presencia en manifestaciones y su capacidad de movilizar jóvenes activistas son elementos distintivos que han generado tanto reconocimiento como controversia.
Actualmente, el movimiento sigue siendo polarizador: mientras algunos lo consideran una fuerza necesaria para contrarrestar la extrema derecha, otros lo ven como un agente desestabilizador que, según ciertos medios, contribuye a la “violencia política”.
Repensando la “violencia política” en el contexto antifascista
Frecuentemente, los medios y algunos actores políticos califican las acciones de Antifa como “violencia política”, equiparándolas con las agresiones de grupos de extrema derecha. Sin embargo, esta comparación simplifica y distorsiona la naturaleza de sus acciones, que muchas veces buscan enfrentar ideologías y prácticas que ya son de por sí violentas, como el racismo, la xenofobia, el machismo y la homofobia.
El rechazo a la discriminación y la opresión constituye una defensa social y política: confrontar discursos y prácticas que violentan cuerpos y comunidades no puede ser equiparado automáticamente con violencia agresiva. Cuando Antifa organiza bloqueos, manifestaciones o intervenciones directas, lo hace muchas veces para proteger espacios públicos y denunciar riesgos de violencia estructural y simbólica, no para imponer daño unilateral.
En consecuencia, el concepto de “violencia política” requiere un análisis crítico de los contextos y objetivos: denunciar y enfrentar ideologías opresivas no constituye violencia en el mismo sentido que la promovida por grupos supremacistas o neonazis.
¿Qué es la extrema derecha según Steven Forti?
El historiador Steven Forti identifica una nueva ola de extrema derecha, denominada “extrema derecha 2.0”, que surge desde el año 2000. A diferencia de los fascismos clásicos, esta corriente:
Utiliza estrategias digitales y propaganda en redes sociales.
Emplea una estética sofisticada que apela a jóvenes y profesionales.
Opera dentro de sistemas democráticos para desmantelar sus principios desde adentro, lo que Forti llama “autocracias electorales”.
Forti también destaca el uso de discurso nativista y xenófobo, enfocándose en inmigración, seguridad e identidad nacional, y su capacidad de movilizar descontento social y político. Esta descripción permite entender por qué movimientos antifascistas como Antifa se consideran necesarios por muchos sectores de la sociedad para contrarrestar ideologías autoritarias.
La importancia de los movimientos antifascistas en la construcción de la democracia
Los movimientos antifascistas desempeñan un papel crucial en la defensa de las democracias contemporáneas. Históricamente, han sido fundamentales en la oposición a regímenes autoritarios y en la lucha contra la intolerancia, el racismo y la xenofobia.
Según Forti, la democracia ofrece la oportunidad de vivir en libertad y crear un proyecto de vida, algo que los sistemas autoritarios no garantizan. En este contexto, los movimientos antifascistas contribuyen a mantener viva la esencia democrática, resistiendo intentos de desmantelar sus principios fundamentales.
Además, promueven la participación ciudadana activa, fomentando una cultura política inclusiva y plural, y demostrando que la sociedad civil puede movilizarse en defensa de derechos humanos y libertades fundamentales.
Implicaciones de la designación de Antifa como organización terrorista
El 18 de septiembre de 2025, Donald Trump anunció su intención de designar a Antifa como “organización terrorista mayor” tras el asesinato del activista conservador Charlie Kirk. En su mensaje, calificó al movimiento como “enfermo” y “peligroso” y pidió investigaciones sobre sus fuentes de financiamiento.
Esta designación genera controversia porque Antifa es un movimiento descentralizado, lo que dificulta su clasificación legal bajo las leyes de terrorismo doméstico de Estados Unidos. Además, la legislación estadounidense no contempla una lista de organizaciones terroristas nacionales, y la Primera Enmienda protege la libertad de expresión y asociación.
Por otro lado, algunos analistas consideran esta medida como un intento de suprimir oposición política en un contexto de polarización social y política.
Repensar las implicaciones
La designación de Antifa como organización terrorista por parte de Donald Trump marca un punto álgido en la confrontación política estadounidense. Este movimiento continúa su lucha contra la extrema derecha, defendiendo valores democráticos frente a ideologías autoritarias.
Entender el rol de Antifa requiere distinguir entre la violencia de la opresión y la resistencia democrática, reconocer el impacto de la extrema derecha contemporánea y valorar la importancia de los movimientos antifascistas en la construcción de sociedades democráticas, inclusivas y libres de discriminación.