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Trabajar no debe doler: por salud, seguridad y dignidad laboral

Nota elaborada por: Andrea Picado Morales

Miles de personas tomaron las calles de la capital para respeto a sus derechos laborales, exigir entornos de trabajos seguros y saludables,  y un alto a la precarización laboral

Dentro de la jornada, destacan las consignas en contra de la explotación laboral, el deterioro de la salud física y mental de quienes trabajan, y la falta de acción del institucional ante estas problemáticas. Carteles como “Trabajamos hasta que el cuerpo colapsa” y “¿Cuántas lágrimas caben en un contrato?” resumieron el clamor popular que se hizo sentir en la manifestación. Las personas trabajadoras denunciaron una creciente sobrecarga laboral que, lejos de ser reconocida, es normalizada por empresas que priorizan sus ganancias sobre la dignidad humana.

“Nos exigen como si fuéramos máquinas, y cuando ya no rendimos, nos desechan”, expresaban en su protesta, reflejando la percepción de ser tratados como recursos reemplazables y no como personas con derechos. La crítica se dirigió también a la inacción institucional, porque el papel aguanta lo que le escriban, pero ¿dónde están los mecanismos que deberían protegerles?, cuestionaron quienes participaron en la marcha.

Organizaciones sociales y sindicales coincidieron en la urgencia de garantizar entornos laborales seguros y saludables, donde el ejercicio del trabajo no implique sacrificar la salud ni la vida. Aseguran que la precarización laboral está alcanzando niveles alarmantes y que la indiferencia institucional solo agrava la crisis.

Este 1° de mayo se dejó en claro que las demandas no son simples reclamos: son derechos fundamentales que deben ser garantizados. La salud, la seguridad y el respeto en el trabajo no son privilegios, son condiciones básicas que toda persona merece. En un país que se dice democrático, justo y solidario, el trabajo digno no puede seguir siendo una promesa pendiente. Las personas trabajadoras alzaron la voz para recordarlo: sus derechos no se negocian, se respetan.

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Donde nadie una historia de indignación Conversamos con Carlos Villalobos

En este episodio de Sentires y Saberes conversamos con Carlos Villalobos, autor de la novela Donde nadie, una obra que da voz a las víctimas del nemagón, el agroquímico que marcó trágicamente la vida de muchas personas trabajadoras bananeras y sus familias. Hablamos sobre la injusticia social detrás de esta historia silenciada, la fragmentación de la memoria colectiva y el poder de la literatura para rescatar estos relatos del olvido y ponerlos en el centro del debate nacional.

El nemagón, cuyo nombre químico es dibromocloropropano (DBCP), fue utilizado ampliamente entre las décadas de 1960 y 1980 en plantaciones bananeras de América Latina, incluido Costa Rica. Aunque su uso fue prohibido en Estados Unidos en 1979 por los graves efectos en la salud de las personas trabajadoras agrícolas, continuó siendo aplicado en el sur global, afectando a miles de personas en Nicaragua, Honduras, Filipinas y también en las regiones bananeras costarricenses. En Costa Rica, se ha documentado que el nemagón causó infertilidad, cáncer, enfermedades dermatológicas y daños neurológicos, generando una tragedia sanitaria y ambiental de largo plazo.

A pesar de las múltiples denuncias y luchas judiciales, las víctimas del nemagón en Costa Rica enfrentaron un prolongado proceso de invisibilización y desamparo institucional. Muchas de ellas han muerto sin obtener justicia ni reparación, mientras sus historias apenas han sido reconocidas en los relatos oficiales. En ese contexto, la novela de Villalobos adquiere una profunda relevancia ética y política: no solo narra lo ocurrido desde las voces de quienes sufrieron directamente, sino que interpela a una sociedad que ha preferido olvidar.

Este episodio es una invitación a conocer una parte dolorosa de nuestra historia reciente, a escuchar lo que por mucho tiempo se ha callado y a reflexionar sobre las responsabilidades que persisten tanto en el presente como en el futuro. La literatura, en este caso, se convierte en un acto de memoria y resistencia.

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¿Qué ha pasado con el Proyecto de Ley 24109 Pago de las indemnizaciones para los exmuelleros? ¿Cómo ha avanzado su discusión?

Conversamos con Victor Araya líder social de Limón y del grupo de los exmuelleros que ha venido representando al colectivo en las diversas instancias de negociación del Proyecto de Ley 24109 para el pago de las indemnizaciones. Nos comparte el estado de las negociaciones de cara al próximo 25 de junio que tendrán sesión en la Comisión Caribe de la Asamblea Legislativa.

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Cadenas: Sobre la piña, las personas y los procesos.

Autora: Ross Salazar Vargas  / Estudiante de piscología. 

21 Mayo 2024

El domingo 12 de mayo El observatorio de Bienes Comunales se dirigió a Rio Cuarto con la intención de conocer mejor la ruta de la piña, así como compartir y escuchar las experiencias de las personas de la comunidad.

A partir de las anécdotas de líderes sindicales y personas de la comunidad, se nos presenta no solo la ruta misma, sino también las implicaciones que hay para el ambiente y las personas trabajadoras en cada paso desde la preparación del terreno para la siembra hasta la extracción de la cosecha.

La gira dio inicio en casa de Hector Dávila, Helena Trigero y su familia, quienes nos recibieron y a quienes escuchamos contar diversas historias respecto a su experiencia sindical pasada, tras lo cual nos dirigimos a conocer a una finca en donde tuvimos la oportunidad de comprender el ciclo de la piña y las problemáticas presentes en cada parte del ciclo.

El primer elemento notorio al llegar al lugar es que la piña se mantiene al margen del bosque que aún resiste, lo suficientemente cerca como para que la actividad afecte directamente las zonas que habitan estos animales que incluso se acercan a las plantaciones. Algunos de registros mencionados fueron serpientes, arañas, felinos y aves.

Además de la fauna, también hay una afectación en el agua, pues tuvimos la oportunidad de observar lugares en donde alguna vez hubo cuerpos de agua y que ahora están llenos de piña. La preocupación expresada al respecto es que el agua no desaparece, sino que se encuentra allí abajo mientras los químicos se rocían arriba y fluye hacia otras zonas contaminando así el resto de las aguas que eventualmente llegan a los ríos o se consumen.

Iniciando el recorrido Ávila nos muestra una planta con una flor y explica las diferentes fases que estas flores tienen antes de volverse un fruto. Además, señala la diferencia entre una piña natural y una no natural: La piña natural es aquella cuyo fruto se desarrolla en condiciones naturales, mientras a la piña no natural se le genera estrés por cambio de temperatura para que esta desarrolle el cuerpo fructífero.

Además de esto, explica que de las plantaciones anteriores se adquieren nuevas piñas. Algunas nacen a partir de la base, otras del medio o del tallo y la corona. Este último al crecer más lento no es la parte generalmente utilizada.

Mientras tanto, la fruta que se encuentra en crecimiento es constantemente cuidada por las personas trabajadoras, quienes inspeccionan que estas se encuentren en buen estado, es decir, que la planta no muestra señales de encontrarse enferma y que la fruta no muestre evidencia de estar quemada o invadida por algún insecto.

Como se menciona anteriormente, la fruta se quema, especialmente durante verano. En ese caso, es fácil inferir que las personas trabajadoras también se ven expuestas a quemaduras, insolación y otras afectaciones debido al sol y al caliente equipo que deben utilizar para protegerse.

Además de la constante atención a las plantas, las quemaduras son contraladas por el uso de químicos que son regados con un vehículo conocido como Sprayboom, el cual posee largos brazos con una cañería por la cual se distribuyen los pesticidas y otros productos químicos. Respecto a esto Ávila expone que otras opciones más amigables con el ambiente y las personas trabajadoras para proteger el producto del sol son posibles, no obstante, tienen un precio elevado teniendo en cuenta la cantidad de terreno que se destina para las plantaciones.

Este vehículo, que además de proteger del sol también rocía insecticidas, tiene como recurso unas banderas que señalan la toxicidad del producto que está siendo aplicado, no obstante, mientras el Sprayboon riega las plantaciones las personas trabajadoras muchas veces se encuentran allí, pues no hay una coordinación clara entre ambas partes. Además, se nos comenta que quienes laburan en el campo desconocen el significado de los colores presentes en las banderas, ignorando si se encuentran el peligro.

Una vez que la fruta esté lista la piña se arranca, la corona se corta de una en una y se clasifican en 1, 2, 3, 4 o 5 según el tamaño de la piña, siendo la 1 la de mejor calidad y tamaño más grande, según lo establece el mercado para la exportación del producto.

Cabe recalcar que la ruptura de la corona se hace a mano, por tanto, el peso y el movimiento continuo y repetido puede llevar a lesiones. En tanto a posibles accidentes o enfermedades laborales, se comentó el problema a acceder a los servicios del INS, pues muchas veces estos casos se llevan con doctores de la empresa, quienes no escalan el caso a las instancias que se debería, y este derecho no es reclamado por algunos trabajadores debido al desconocimiento.

A la realidad de las personas trabajadoras se le agrega un fenómeno llamado contratismo, una figura no legal en Costa Rica en donde, en este caso, se labura por acuerdo de ambas partes sin ninguna garantía laboral por parte de la empresa piñera que contrata. Esta figura ocasiona que se trabaje en condiciones en donde los derechos laborales no son respetados. Esos trabajadores muchas veces deciden no accionar al respecto, pues una parte se trata de personas inmigrante cuya condición les lleva al miedo a la denuncia de estas acciones.

Una vez recogida la cosecha llega el momento de reiniciar el ciclo. Las plantas viejas se queman utilizando un químico con el fin de limpiar la zona. No obstante, ha habido casos en donde, a pesar de no ser permitido, esta limpieza se ha hecho por medio de quemas que afectan la salud de las personas de quienes viven cerca, no solo por la inhalación de humo sino también por los químicos que se encuentran en las plantas e interactúan con el fuego, según comenta una de las personas locales.

Tras la quema, el terreno se prepara para la siembra a mano de las nuevas piñas, a las cuales se les pone enraizador y constantemente se revisan para asegurar que no haya daños, dando así inicio a una nueva temporada de siembra y cosecha.

Entonces, ¿por qué luchan las personas locales?

Como se puede inferir a partir del ciclo de la piña y las implicaciones que cada parte tiene para las personas trabajadores, la producción masiva de piña para exportación afecta significativamente la salud de las personas y el ambiente. Esta es una preocupación constante para quienes trabajan o viven en estas zonas, sin embargo, también es una parte central en su vida y la principal actividad económica de la zona. Es un área en la cual han desarrollado un gran conocimiento no solo en su ciclo y su cuido, sino también a las realidades implícitas en este modo de producción. Estas personas se han sensibilizado con las consecuencias de las prácticas que se deben llevar a cabo para realizar exportación de calidad y en masa, no solo a nivel personal como trabajadores, sino también como parte de un ecosistema interdependiente. Por tanto, eliminar la piña y su cultivo no forma parte de las principales preocupaciones de las personas que conviven y laburan con ella, no obstante, la comunidad lucha por la regulación en los agroquímicos y la expansión piñera, por condiciones laborales dignas en donde las personas supervisoras no temas a señalar aquello que la empresa debe mejorar y las personas trabajadoras puedan hacer uso de todos sus derechos laborales y conozcan claramente a lo que se encuentran expuestas. Luchan por una producción de piña más justa.

Galería de fotos (Tomadas por Ross Salazar Vargas)