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¿Otro observatorio?….¡pero de bienes comunes!

Nuestro contexto está siendo remodelado por una de las mayores crisis de las que podamos tener memoria, tanto por sus afectaciones inmediatas, como por las consecuencias que llegará a extender en nuestras formas de relacionarnos. Sin embargo, algo desafía las condiciones actuales, lo común se muestra como un pilar que está defendiendo la vida, por esta razón es importante pensar cómo lo común está presente en nuestras relaciones y espacios.

Podemos empezar visitando nuestras memorias socioecológicas, ahí recordamos escuchar historias sobre los bosques, los ríos, los parques y cómo a partir del vínculo con esos entornos surgieron saberes y prácticas que enriquecieron nuestras experiencias. También en nuestro contexto ante la incertidumbre que nos envuelve o las amenazas que aparecen ante la escasez, lo común se presenta como fundamental para garantizar la vida. Una de sus dimensiones son los bienes comunes, que se evidencian como indispensables para la reproducción de la vida misma.

Los bienes comunes son lugares y relaciones que procuran medios que nos permiten vivir, alimentarnos, comunicarnos, educarnos o transportarnos entre muchas otras cosas, pero es importante tomar en cuenta que no están dados, por lo tanto están en disputa; es decir, están presentes nuestras relaciones sociales.

Esto que planteamos es parte de una discusión mayor que viene trabajando la academia y los movimientos sociales en América Latina y el mundo, la intención de construir una mirada de la naturaleza no como recurso, sino como bienes naturales, para profundizar un paradigma menos utilitario y más integral donde contemple dimensiones ecológicas, culturales y sociales.

Tal vez nos preguntemos dónde podemos encontrarlos. La respuesta es que son todas aquellas relaciones en donde nos vinculamos con la tierra, el agua, los bosques, las playas, el mar o la biodiversidad, que hoy se ven amenazadas ante la voracidad de la mercantilización centrada en su privatización, deterioro y agotamiento.

Esta erosión de los bienes comunes provoca afectaciones directas en la vida, donde sensiblemente se ve trastornado el entorno ecológico, algunos sectores interesados en el lucro tratan de aminorar esto bajos el eufemismo de “externalidades” (ecológicas, sociales y culturales), otros a su conveniencia invisibilizan estas “externalidades”, o en el peor de los casos se unen y se lo atribuyen al cambio climático para escapar de su responsabilidad.

No es menor apuntar lo anterior, es la muestra de formas y modos de despojo que permiten a sectores dominantes garantizar la concentración y reproducción de su riqueza mediante la explotación y la privatización de lo común, ya sea porque se apropian de ello o porque utilizan los espacios comunes para resolver de manera “gratuita” sus externalidades.

Por esta razón el Programa Kioscos Socioambientales y el CIEP nos invitan a conocer y ser parte del Observatorio de Bienes Comunes: Agua y Tierra para problematizar este contexto que nos interpela a todos y todas, a través de la generación de información y espacios de diálogo sobre las dimensiones y relaciones presentes en los conflictos socioambientales relacionados con el origen, propiedad y gestión de los bienes comunes.

Este proyecto que comienza pretende —a través de monitoreos, talleres en comunidades, articulación con proyectos similares de acción social e investigación— generar información oportuna y vínculos de articulación para evidenciar el estado de los bienes comunes en Costa Rica, y favorecer una mayor conciencia sobre los desafíos que representa la gestión democrática de estos bienes para nuestra sociedad.

A manera de resumen, los bienes comunes nos plantean desafíos en distintas dimensiones; políticas, sociales, culturales y económicas, por esta razón es necesario cuestionar y replantear nuestros conceptos y prácticas. La universidad nos ofrece una posibilidad de abordarlo desde una ecología de saberes, que involucre la universidad y la sociedad, ante esto queda una cuestión a responder… ¿qué desafíos nos plantean los bienes comunes a nuestros procesos organizativos?

Por Luis Sanabria / 27 mayo, 2020

Fuente: Semanario Universidad.

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Por la defensa de los bienes comunes: conversatorio “Por el agua de Cipreses”

El pasado 17 de noviembre en el salón Parroquial de la comunidad de Cipreses de Oreamuno, Cartago, se llevó a cabo el conversatorio “Por el agua de Cipreses” que contó con la participación del Frente EcoCipreses, representantes de la presidencia ejecutiva y la Subgerencia de Sistemas Comunales del AyA, y con la muy denotada ausencia de las personas representantes de la ASADA de Cipreses. Además, en esta actividad asistió el Observatorio de Bienes Comunes del Programa Kioscos Socioambientales y Centro de Investigaciones y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica como observador, invitado por el Frente EcoCipreses, que durante estos meses han trabajado en conjunto para la sistematización de la experiencia organizativa en torno a la defensa del agua en la comunidad de Cipreses de Oreamuno. Este foro se planteó como una instancia de diálogo entre el Frente EcoCipreses y la Junta directiva de la ASADA, en el contexto de abordar la situación actual que atraviesa las nacientes de agua que abastecen a esta comunidad de cerca de 2500 usuarios, destacan irregularidades en torno al manejo administrativo, pero también una compleja situación ambiental caracterizada por la sobreexplotación de la naciente que ha llevado a constantes suspensiones del servicio en lapsos de 6 horas o más al día, la invasión de una agricultura intensiva con agroquímicos violentando la zona de protección establecida por la ley de Aguas, por citar algunas afectaciones concretas que el Frente EcoCirpreses ha venido poniendo en debate público (http://kioscosambientales.ucr.ac.cr/docs/ecocipreses/comunicado1.pdf). El conversatorio dio inicio con un breve recuento de las afectaciones que ha sufrido la Comunidad de Cipreses en los últimos 6 años, donde la gestión de la ASADA se ha caracterizado por presencia de irregularidades administrativas, pero destacando también una situación preocupante, que de tener a disposición 4 nacientes de agua, ante situaciones aún poco claras de permisos de construcción de tanques sépticos, se tuvieron que clausurar dos de las nacientes por contaminación. Además las presiones existentes por el desarrollo urbanístico ha dado una situación de aumento de entrega de tomas de agua, teniendo conocimiento que la disponibilidad hídrica está en índices críticos desde 2014. Las intervenciones del frente Eco Cipreses se caracterizaron por posiciones bien informadas y documentadas por varios informes del AyA (http://kioscosambientales.ucr.ac.cr/docs/ecocipreses/AYA2.pdf) y el IRET-UNA (http://kioscosambientales.ucr.ac.cr/docs/ecocipreses/IRET3.pdf), que han permitido ir caracterizando de manera más sistemática las afectaciones en la gestión del recurso hídrico tanto en su dimensión administrativa, pero principalmente la gestión ambiental del mismo. La constante desmejora en el servicio de agua, se puede contextualizar a través de algunas de las situaciones denunciadas:
  • Manejo de fondos públicos sin los controles correspondientes y los procesos de rendición de cuentas adecuados.
  • Deterioro de la capacidad hídrica ante la mala gestión de la concesión de nuevas tomas de agua.
Estas afectaciones se intensifican ante la presencia de procesos de desarrollo desiguales y desordenados: construcciones urbanísticas y la presión ante la extensión de las áreas cultivables entorno a la naciente (http://kioscosambientales.ucr.ac.cr/docs/ecocipreses/MINAE4.pdf). Ante las autoridades del AyA en Frente EcoCipreses fue muy claro, no buscan el conflicto en sí, sino este como un potenciador de espacios de participación inclusiva de la comunidad para la búsqueda de soluciones dignas para las personas habitantes de Cipreses, partiendo del cuido de las nacientes de agua, para el bienestar público presente y futuro. Dentro de las propuestas mencionadas ante la amenaza ecológica que podría significar la profundización de la situación actual, se planteó:
  • Desarrollo de un estudio hidrogeológico
  • Incluir a los y las productores en procesos de manejo sostenible de la producción agrícola.
  • Mayor participación ciudadana en el monitoreo y protección de la naciente.
Ante los argumentos y a pesar de la ausencia de las autoridades de la ASADA (principales responsables ante el AyA de las irregularidades expuestas), señalaron que tenían conocimiento de las diversas denuncias expuestas, y que agradecían y reconocían el papel protagónico de la ciudadanía en la defensa de la transparencia y el cuido del recurso hídrico, y que sin estos esfuerzos, difícilmente el AyA pueda dar abasto. Adicionalmente confirmaron que ante las evidencias del mal funcionamiento y de gestión del recurso hídrico, se estaba procediendo en los últimos meses a la formalización ante la Junta Directiva del AyA del retiro de la delegación a la ASADA de Cipreses, y que esta misma sea asumida por la vecina comunidad de Santa Rosa. También confirmaron el interés siempre presente en el AyA de apoyar los procesos de participación comunitaria, por este motivo instaban al Frente EcoCipreses a seguir impulsando actividades que permitan estos debates y la puesta común en la comunidad de los temas de gestión del recurso hídrico. De parte del público asistente cuestionaban la decisión de retirar la ASADA de Cipreses sin los debidos procesos de consulta y participación de la comunidad, sin embargo ante el escenario ecológico crítico y la falta de participación más activa de la comunidad en los últimos años, se comprendía que existía poco margen, ya que el riesgo de postergar es muy alto.  ¿Capacidad de gestión? ¿Modos de participación? Si algo aprendimos los que asistimos al conversatorio “Por el agua de Cipreses” es que las acciones en defensa del agua y el involucramiento de la comunidad, no pasan necesariamente por las instancias formales, sino por el interés real y solidario de las personas de las comunidades que toman para sí el compromiso por denunciar y proponer alternativas cuando los modos de participación de las instancias responsables muestran señales de debilitamiento. La defensa de los bienes comunes como el agua es atravesada por nuestras relaciones de manera integral, es así que aún cuando la institucionalidad muestre incapacidades para abordar las situaciones de riesgo, es nuestro deber actuar en la denuncia, pero como nos enseña el Frente EcoCipreses también la labor de exigir la rendición de cuentas de estas mismas instituciones es un elemento central para construir mejores formas de gestión y participación.

Si desean ver el conversatorio completo pueden acceder al siguiente enlace: https://cutt.ly/2hsxq9p

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Primer Cuaderno de Estudio: Bienes Comunes de que hablamos

Los cuadernos tienen como objetivo problematizar el concepto de bienes comunes desde tres dimensiones: origen, propiedad y gestión. Asimismo, propone una reflexión crítica para generar aportes relevantes en la construcción del concepto desde la práctica de las personas interesadas en la democratización de sus espacios de reflexión y comprometidas con la transformación de sus realidades (por ejemplo, pueblos indígenas, comunidades campesinas y comunidades defensoras del agua).

El primer cuaderno titulado “Bienes comunes… de qué hablamos” expone el concepto, las características, una línea histórica con las discusiones sobre los bienes comunes y los tipos (naturales, sociales y culturales).

En dicha publicación se enfatiza en los bienes comunes naturales, es decir, aquellos relacionados con nuestro entorno y la biodiversidad, tales como los bosques, el agua, la tierra, las semillas. El cuaderno de estudio introduce preguntas para la reflexión como: bienes comunes naturales, ¿qué los amenaza?, ¿cuáles otros procesos de agotamiento están afectandolos?, ¿qué actores son responsables?, ¿qué rol tienen nuestras comunidades en la defensa de estos bienes comunes?

Pueden descargar aquí el documento.

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Observatorio Bienes Comunes: Segundo Boletín Sentires y Saberes Defensoras y defensores ambientales ¿Quién les cuida?

El Acuerdo de Escazú se conocerá esta semana en el congreso (octubre 2020), durante dos años no ha sido mucha su difusión en el país, ¿A qué se puede deber esto? El Observatorio de Bienes Comunes Agua y Tierra del Programa Kioscos Socioambientales y del Centro de Investigaciones y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica les queremos compartir a través de este Boletín algunas claves de lectura para esta situación, ¿De qué habla este acuerdo? ¿A quiénes defiende?

El pasado 28 de septiembre del 2018, 23 países firmaron el Acuerdo Regional Sobre El Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe, inaugurando así el camino de ratificaciones por parte de los Estados.

Cumplido el período de dos años, el pasado 28 de septiembre del 2020, el Acuerdo entró en vigor, con una “sorpresa”: Costa Rica aún no lo había ratificado.

Es un Acuerdo regional vinculante sobre derechos humanos y medio ambiente, que tiene como centro el cumplimiento del principio 10 de la declaración de Río, para garantizar en América Latina y el Caribe los derechos de acceso a la información ambiental, la participación pública en la toma de decisiones ambientales y el acceso a la justicia en asuntos ambientales.

Resulta inquietante al menos que un país como Costa Rica, que ha tratado de caracterizarse como un país defensor de los derechos humanos y el ambiente, tuviera como pendiente la ratificación de un Acuerdo que lleva en su conformación la defensa de ambos pilares de la política exterior costarricense.

Algunas implicaciones de este acuerdo podrían explicar la demora, ya que viene a garantizar derechos que han sido obviados durante décadas, acceso oportuno a la información en temas ambientales, mecanismos de participación y protección jurídica a esas personas defienden el ambiente y han sido expuestas a presiones de intereses económicos muy fuertes que terminan desgastando sus vidas personales y familiares.

Esta oposición procura justificar esta negativa al acuerdo argumentando que Impide el acceso a nuevas tecnologías, a la inversión en infraestructura, también señalan que es una amenaza a la confidencialidad de la información empresarial, que provoca altos costos al Estado relacionados a la protección de los y las defensores ambientales o por último que nos expondría como sociedad a interminables procesos de consulta. En definitiva, argumentos que no explican la no idoneidad del acuerdo, sino que invitan a pensar ¿Qué tipo de democracia aspiran estos sectores?

¿Qué nos dice esto sobre la posición interna de Costa Rica con respecto a las y los defensores ambientales? ¿Qué relación tiene este lento camino y los procesos de criminalización de la protesta social vividos en los últimos años? ¿Cuáles intereses están en juego a partir de las dimensiones del Acuerdo? ¿Qué visión de participación política se está imponiendo? ¿Cuáles deudas socioambientales Costa Rica sigue teniendo abiertas?

Estas preguntas y más son parte de la información que procura problematizar este boletín, para que sea una herramienta que enriquezca el análisis de todas las personas interesadas y permita comprender el contexto que atraviesa nuestro país en torno a la temática socioambiental; ¿de dónde partimos?, los intereses en conflicto, las ausencias y los desafíos que encaramos como sociedad.

Pueden descargar el boletín aquí.

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Desigualdad e injusticia climática: Escenarios de agotamiento de los Bienes Comunes Naturales

¿Estoy loco, para ver lo que otros no ven, o están locos los responsables de todo lo que estoy viendo?
León Tostoi

 

El pasado mes de septiembre 2020, OXAFAM presentó el informe “Combatir la desigualdad de las emisiones de carbono Por qué la justicia climática debe estar en el centro de la recuperación tras la pandemia de COVID-19” donde expuso las profundas brechas en torno a las emisiones de carbono y el nivel de ingreso.
En este marco es importante señalar que la crisis climática es provocada por el accionar humano sobre los bienes comunes naturales, pero las diferencias de impacto saltan a la vista, cómo por ejemplo nuestra atmósfera, que a lo largo del tiempo ha acumulado las emisiones de carbono, en detalle la deuda ecológica entre 1800-1988, se refleja de una forma desigual; 83.7% producido en el hemisferio norte contra apenas un 16.3% del hemisferio sur.

Este informe que nos presenta OXFAM nos alerta que a pesar de las bajas emisiones que se reportan motivo de las medidas COVID 19, la crisis climática sigue, y que, ante los compromisos del Acuerdo Climático de París, estamos muy cerca de superar el límite de mantener el calentamiento global del 1,5 C, agudizando así el deterioro de los bienes comunes naturales.

Sin embargo, la gran contribución de este informe reside en que nos ayuda a problematizar una pregunta incómoda para algunos sectores de nuestras sociedades, ¿Quiénes son responsables del incremento de estas emisiones (1990-2015)?

Al respecto esto, el informe nos trae algunos datos importantes de reseñar, por ejemplo; el 10% más rico generó el 52% de emisiones totales de carbono, de estas el 1% de la población mundial más rica generó 15% de las emisiones, sin embargo, apenas el 50% más pobre de la población mundial generó el 7%.

Un ejemplo que nos aporta es respecto de las emisiones totales relacionadas a la dimensión del transporte; solamente el 10% de los hogares más ricos consume de esto el 45% del transporte terrestre y el 75% aviación.

Con estos y otros datos más, el informe logra concluir que por lo menos el 5% más rico es responsable del 37% del incremento total de las emisiones del período de estudio.

También es importante señalar, que unos de los sectores que hoy atenta más contra los Bienes Comunes Naturales como lo es la Agroindustria, llega a representar el 30% total de las emisiones de carbono, esto resultado de la suma de sus dimensiones de agrocadena: agricultura, industria, energía y transporte (Ecologistas en Acción, 2010).

Con estos datos que les presentamos, podemos llegar a una primera idea, el actual crecimiento económico garantiza la satisfacción del consumo más rico, no está centrado en la mejora de las condiciones de vida. Por ejemplo, la mitad de la población mundial vive con menos de $5,50 al día.

Pero ¿qué nos dice esto?

Algunas ideas que nos permiten partir de este informe:

Hay un consumo desproporcionado de los sectores más ricos
Las personas en pobreza y exclusión hacen frente a los efectos de cambio climático de manera directa
Las generaciones futuras verán perjudicada su calidad de vida, ya que encontrarán un agotamiento acelerado de los Bienes Comunes Naturales
La coyuntura del COVID 19 demostró que se pueden tomar medidas radicales ante una amenaza
Es por esta razón que, a partir de la lectura de este informe, podemos proponer algunas medidas que se pueden explorar para abordar la crisis climática:

Impuestos a la riqueza
Apoyos a sectores que desarrollan modos de producción alternativos
Prohibiciones y restricciones sobre actividades contaminantes
Ante este escenario que atravesamos de agotamiento generalizado de los Bienes Comunes Naturales, es importante profundizar en las experiencias de gestión de los bienes comunes como un aporte más para enfrentar las repercusiones de la actual injusticia climática, estos procesos nos enseñan a construir relaciones a partir de la horizontalidad de los sujetos y protegiendo con sus acciones la reproducción de la vida.

Fuentes:

Gore, T. (2020). Combatir la desigualdad de las emisiones de carbono Por qué la justicia climática debe estar en el centro de la recuperación tras la pandemia de COVID-19. OXFAM. Tomado de: https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/621052/mb-confronting-carbon-inequality-210920-es.pdf

Ecologistas en Acción (2010) Agricultura y cambio climático N 67. Recuperado de: https://www.ecologistasenaccion.org/19945/agricultura-y-cambio-climatico/

Equipo de trabajo del Observatorio de Bienes Comunes: agua y tierra
Programa Kioscos Socioambientales
Centro de Investigación y Estudios Políticos

Pueden descargar la infografía aquí

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¿Cuál pandemia? Extractivismos recargados

“Las raciones fueron nuevamente reducidas para economizar petróleo. Pero los cerdos parecían estar bastante a gusto y, en realidad, aumentaban de peso.” George Orwell - Rebelión en la Granja

Por Luis Andrés Sanabria Zaniboni/Observatorio de Bienes Comunes

2 septiembre, 2020
En los últimos meses a raíz de las medidas económicas tomadas y no tomadas por el Gobierno ante la pandemia, hemos visto deterioradas las condiciones socioeconómicas de una gran parte de la población, agudizando las desigualdades de nuestra sociedad; pero como era de esperar algunos sectores no han sido impactados de la misma manera, entre ellos la industria extractiva. Podemos preguntarnos: ¿a qué tipo de cuarentena se han sujetado?

Lo primero que pensamos es: ¿qué son los extractivismos? Estos son parte de un modelo socioeconómico, productivo y político que se basa en la extracción de los bienes naturales (principalmente) con el fin de obtener materias primas con poco valor agregado y procesamiento sensibles a ser vendidas en los mercados. Para ello diversos actores sociales procuran facilitar su operación mediante exoneración fiscal, para optimizar sus ganancias. Entre algunas actividades están las conocidas tradicionalmente como la minería o exploración petrolera, pero en Costa Rica con más intensidad está la agroindustria a través de los monocultivos (piña, azúcar, banano, palma africana) o megaproyectos.

Estas actividades tienen profundas secuelas en nuestro país, su creciente intensidad y extensión ha impactado de forma irreversible en las comunidades y los ecosistemas. El uso indiscriminado de agroquímicos nocivos para la vida humana y el ambiente, así como la necesaria deforestación para su desarrollo son muestras de sus “externalidades en el agotamiento de los bienes naturales”.

Con la llegada del COVID-19 se mostró cómo los sectores extractivistas miraban para otro lado, y las autoridades refrendaron esto. Amparados en la “necesidad” de resguardar la economía, las implicaciones del “martillo y el baile” se diferenciaron entre lo urbano y rural, en uno se corre por cumplir con el cierre, pero en otros continúa el baile de la indiferencia y la explotación.

Si quisiéramos caracterizar las desigualdades presentes en el país, basta con retratar la división del trabajo y su manifestación a través de la clase y el género, cómo se entrelazan para mostrarnos a los perdedores y ganadores, donde el migrante o el pobre viven en carne propia las violencias de una actividad económica que no puede parar. Pero la acumulación de la riqueza sigue estando en manos de esas empresas opacas, casi ausentes hasta para tributar.

Pero su actividad no se mide solamente por su producción, sino también en las capacidades que generan para modificar a su favor las condiciones mediante las que operan. Por ejemplo, desde las cámaras empresariales hemos visto deseos expresos de una desregulación de la legislación ambiental (estudios de impacto ambiental, requisitos y otros) para hacerla más “amigable” con los negocios. Usando la excusa del ingreso en la OCDE se quiere modificar reglamentos para facilitar la introducción de paquetes tecnológicos que sirven de insumos a la producción agroindustrial, pero en definitiva son más agroquímicos, algunos restringidos en muchos países; pero también algunos reglamentos sobre las condiciones laborales de las personas, apostando a una normalización “legal” de la precarización a la que están expuestas.

¿Por qué hablar de esto? Porque les ha ido tan bien que son “punta de lanza” de la reactivación económica, coronados con el discurso presidencial con su apuesta al cultivo del cáñamo (monocultivo), pero también dio espacio para retomar las intenciones de algunos sectores por activar la minería de oro o la exploración petrolera, antes detenidas por decretos y leyes, pero hoy se perfilan como moneda de cambio en la política nacional. Es así como estamos siendo testigos que estos extractivismos sin cuarentena deterioran nuestro ambiente y atizan la desigualdad política y económica en el país.

Imagen carácter ilustrativo toma de Wikipedia 

Fuente: Semanario Universidad

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Primer boletín del Observatorio de Bienes Comunes

 

El pasado mes de julio, el Foro Económico Mundial dio a conocer un informe titulado “El Futuro de la Naturaleza y los Negocios”, en este informe se exponen desde su perspectiva algunas de las amenazas que enfrenta el planeta, pero también procura proponer alternativas que permitan minimizar las actuales condiciones de vulnerabilidad que afectan los ecosistemas, además su análisis se enmarca en las graves consecuencias de la Pandemia del COVID19.

¿Qué es el Observatorio de Bienes Comunes: Agua y Tierra?

El Observatorio de Bienes Comunes: Agua y Tierra es un esfuerzo más de articulación entre el Programa Kioscos Socioambientales y el CIEP que tiene como propósito contribuir en la problematización del contexto que nos interpela a todos y todas desde esta perspectiva, a través de la generación de información y espacios de diálogo sobre las dimensiones y relaciones presentes en los conflictos socioambientales relacionados al origen, propiedad y gestión de los bienes comunes. Pretende a través de monitoreos, campañas, talleres en comunidades, articulación con proyectos similares de acción social e investigación, generar información oportuna y vínculos de articulación para evidenciar el estado de los bienes comunes en Costa Rica, y favorecer una mayor conciencia sobre los desafíos que representa la gestión democrática de estos bienes para nuestra sociedad.

Este documento fue elaborado por el Equipo del Observatorio de Bienes Comunes.